La otra dominación

 El pecado de casi todos los izquierdistas a partir de 1933 es el de haber querido ser antifascistas sin ser anti-totalitarios” George Orwell

Armando Chaguaceda

Una opositora intenta hablar con la Guardia Nacional Bolivariana durante una manifestación del 12 de mayo de 2017. Foto: Carlos Garcia Rawlins / Reuters

HAVANA TIMES – Uno de los problemas que tenemos en México, dado el peso en nuestros imaginarios de eso que algunos llaman la “larga noche neoliberal” y por efecto de nuestros propios parroquialismos -culturales, geopolíticos o ideológicos-, es considerar  lo “neoliberal” como el único (o principal) rostro que pueden adoptar procederes políticos excluyentes, enajenantes y dominadores en las tierras de Nuestra América. Leamos un poco de teoria política e historia contemporánea, miremos con otros lentes al vecindario y ampliemos -más allá de los impresentables Trump o Bolsonaro- nuestro catálogo de espantajos americanos.

Veamos el caso terrible de la Venezuela actual. Asumiendo incluso -erróneamente- que la democracia electoral fuese meramente un “asunto burgués”, el saldo del chavismo es un desastre en aquellos temas caros a la izquierda. La justicia social es vulnerada con el crecimiento de la pobreza que alcanza hoy al 85 por ciento de la población, en medio de una economía ineficazmente estatizada, lastrada por niveles inéditos de escacez e inflación.  El medioambiente -antes afectado por la economía petrolera del Estado rentista- es víctima del extractivismo, la minería ilegal y las explotaciones en áreas sensibles como la Faja del Orinoco y el llamado Arco Minero. El indigenismo está en jaque con la persecución oficial de comunidades aborígenas como los waraos y pemones, asesinados por militares y bandas al servicio del gobierno. La participación popular ha sido sistemáticamente despojada de autonomía: la promesa de los Consejos Comunales languideció por el peso de la mala gestión administrativa y la sujeción política a la ideología y designios del Estado/Partido madurista.

Bajo el signo de un pervertido progresismo, en la Latinoamérica postneoliberal asistimos a la consolidación de nuevas formas de dominación que desnaturalizan, subordinan y distorsionan, las lógicas y demandas -redistributivas, ciudadanizantes- de movimientos sociales originariamente identificados con un rescate de la justicia social, el rol del Estado y la expansión e innovación democráticas. Maduro y Ortega -como antes los Castro- han construido modelos políticos caracterizados, cada vez más, por sus rasgos estatistas, autoritarios y personalistas. Regímenes antiliberales y pseudorepublicanos; en suma, antidemocráticos. Y en tanto resulta precario contraponer la defensa de la inclusión social y respeto al ejercicio integral de los derechos políticos de mayorías y minorías, lo que bajo estos regímenes se construye no es otra cosa que una hegemonía estatal no equiparable -sino más bien, enajenante- a cualquier visión de hegemonía progresista, pensada en clave del pensamiento de Ernesto Laclau, Chantal Mouffe y otros autores afines.

Tal deriva presagia escenarios muy hostiles para quienes propugnen una mayor democratización de la vida política. Y constituyen caldo de cultivo al estallido de situaciones de conflicto que ponen en riesgo la convivencia al interior de esas sociedades. Convivencia que debería hallar formas virtuosas -plurales, pacíficas, democráticas- de concreción, para que el gobierno de los hombres y la administración de las cosas dejen de ser patrimonio exclusivo de élites hegemónicas. Esas que dicen gobernar(nos) en el nombre del pueblo, con la complicidad activa o ingenua de un sector de nuestra progresía intelectual.
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Armando Chaguaceda es un politólogo e historiador, especializado en la relación entre la sociedad civil, las instituciones políticas y los procesos de democratización/desdemocratización en Latinoamñerica y Russia. Twitter: @xarchano

*Publicado originalmente en La Razón de México

 

 

 

 

Armando Chaguaceda

Armando Chaguaceda: Mi currículo vitae me presenta como historiador y cientista político.....soy de una generación inclasificable, que recogió los logros, frustraciones y promesas de la Revolución Cubana...y que hoy resiste en la isla o se abre camino por mil sitios de este mundo, tratando de seguir siendo humanos sin morir en el intento.

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