Maya o el nombre de una flor

Ariel Glaria Enriquez 

Foto: Ariel Glaria

HAVANA TIMES —La muchacha salió de la oscuridad.

“Hola, desea compañía”.

El extranjero la miró de arriba abajo. No era muy alta.Tenía una bonita sonrisa y era muy joven. Parecía ajustarse bien a sus propósitos.

“Por qué no”, respondió el forastero en perfecto español.

“Me llamo Maya”, dijo la joven alzándose sobre la punta de los pies para besarlo en la cara.

El hombre respiró la fresca humedad de su pelo recién lavado y el perfume de su cuello. “La Habana es una ciudad de olores contrastantes”, pensó.

“Yo soy Rafael”

“De qué parte de España eres”, preguntó ella.

“De alguna”.

“¿Te hospedas muy lejos de aquí?”.

“A pocas cuadras. En el hotel Ambos Mundos. Solo falta que me digas viva España.” La muchacha rio. Los ojos le brillaron bajo la luz del poste.

“Los cubanos somos así, nos metemos con todos”.

“También son muy fáciles de conocer. ¿Bebemos algo?”

“Está bien. Pero primero deseo fumar.”

Por el camino ella volteó varias veces la cabeza como si desde algún oscuro rincón fuera vigilada, y lo tomó del brazo.

“Es para que la Policía no me pare”, dijo.

Entraron a un sitio iluminado. Los pocos cubanos que había estaban acompañados de extranjeros. Un grupo de músicos cantaba boleros.

“¿Qué edad tienes?”, preguntó él cuando se sentaron.

“Veintiuno. Pronto cumplo veintidós.”

ÉL: ¿Qué tiempo llevas haciendo esto?

ELLA: El suficiente para hacer bien las cosas.

ÉL: ¿Siempre sales sola y de noche?

Foto: Nike

ELLA: Antes andaba con dos amigas y un muchacho. Pero ellas se cansaron de que él les pegara y dejaron esto. Hoy viven juntas, como pareja y él está preso.

ÉL: ¿A ti también te pegaba?

ELLA: Eso ya no importa ¿Por qué quieres saber tanto? ¿Eres, acaso, policía?

ÉL: Nada de eso ¿De dónde eres?

ELLA: De un pueblo en la provincia de Holguin, en el Oriente de Cuba. Allí solo quedan viejos. Mejor harías pidiendo algo.

El dependiente les dijo que todas las bebidas estaban calientes. Lo único frio eran jugos de fruta.

ÉL: ¿Por qué te fuiste de allá?

ELLA: No te cansas de preguntar.

ÉL: ¿De qué otra cosa podemos hablar?

ELLA: En verdad no pareces policía, pero eres raro. ¿Eres periodista?

ÉL: No te preocupes. Cuéntame todo lo que quieras de ti. También te pagare por eso.

ELLA: Todo lo que teníamos en mi pueblo era el central azucarero. Un buen día el Estado dejó de considerar rentable la azúcar y mandó a desactivar la mayoría de los ingenios del país. Entonces a mi pueblo se lo tragó el polvo. Todos los jóvenes comenzaron a venir para La Habana. A luchar como decimos acá.

Yo vine hace dos años, con un primo que ya vivía aquí. Él me enseñó todo lo que sé. Aquí, una vez encuentres dónde quedarte, lo siguiente es ver en todo una oportunidad. Antes de yo llegar, muchos fueron devueltos a sus provincias. Fue cómico. Al poco tiempo todos los de mi pueblo regresaron con más gente. Así, mientras los habaneros se van de Cuba, los de las provincias orientales venimos para La Habana.

ÉL: Y una vez aquí qué hacen.

ELLA: Cualquier cosa. Pero lo más importante es quedarnos y tratar de traer a nuestras familias y vivir todos aquí.

ÉL: Parece fácil pero, por lo que sé, La Habana no es tan grande y si de todas las provincias vienen para acá, pronto tendrán otro problema.

ELLA: El problema ya existe. Aquí tampoco hay mucho que hacer, pero es la capital.

EL: ¿Has pensado irte del país?

ELLA: Yo quisiera viajar, pero no quedarme.

El grupo terminó de tocar; la cantante se paseó por las mesas.

ÉL: Entiendo -dijo mirando su reloj-. Creo que es muy tarde y no te dejarán entrar al hotel.

ELLA: Definitivamente eres un tipo raro, pero me caíste bien.

Saqué de mi cartera 20 CUC “¿Maya es tu nombre real?”, le pregunté. Ella se inclinó sobre la mesa. “Casi, casi”, me dijo en el oído. De pronto pensé en nombrarla como una flor y en que yo debo estar loco.

NOTA: CUC es la moneda equivalente al dólar estadounidense que circula como divisa convertible. Su valor es de 24 pesos por uno.

 

Ariel Glaria

Ariel Glaría Enriquez: Nací en la Habana Cuba en el año 1969. Soy orgulloso portador de un concepto en peligro de extinción: habanero. No conozco otra ciudad, por eso la vida en ella, sus costumbres, dichas y dolor son el mayor motivo por el que escribo. Estudie la especialidad de Dibujo Mecánico, pero trabajo como restaurador. Sueño una habana con el esplendor y la importancia que tuvo.

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