Cinco días en un balcón
Ariel Glaría Enríquez
HAVANA TIMES – La vi por primera vez conversando con el primo, en el balcón frente al mío, un lunes por la tarde. Luego la seguí viendo sola en el balcón, durante todas las tardes de aquella semana. Era muy joven, de baja estatura, brazos y hombros redondos, piel clara, pelo abundante, ojos negros, largas pestañas y labios pronunciados y gruesos.
Salía justo cuando el sol incidía de lleno en la vieja fachada desconchada de su edificio, al caer la tarde. Usó siempre la misma bata de dormir, transparente y sin nada más.
Durante el tiempo que pasaba en el balcón, las estrechas puertas con persianas que daban al interior de la casa permanecían cerradas. Detrás de ellas, no tengo la menor duda, el primo lo observaba todo.
Comenzaba mirando distraída un lado y otro de la calle con los codos apoyados al balcón y el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante. El pelo mojado le cubría los hombros y el pecho. En la sombra, proyectada sobre la descascarada pared, se acentuaba la sensualidad de su perfil mestizo.
Con el pelo todavía húmedo sacudía hacia atrás la cabeza. La vitalidad de su pequeño cuerpo y la clara desnudes de su piel quedaban al descubierto bajo la transparente humedad de la tela.
Después de sacudirse el pelo, se volvía de espaldas a la calle, y al ritmo de una música que nunca escuché, comenzaba a bailar hasta que su sombra se extinguía del mapa de ladrillos desnudos en el desconchado de la fachada. Entonces, las estrechas puertas con persianas se abrían y ella desaparecía.
Así fue hasta la tarde del viernes de aquella semana.
El sábado por la mañana desde mi balcón vi al primo salir de un edificio y entrar en otro. Al poco rato tocó mi puerta. De apariencia mayor que ella era también muy joven. Pedía cinco dólares. Entonces, también supe que eran primos.
No se ha vuelto a saber de ellos.
Conio por 5? ta regalaoo
que buenas descripciones… donde es ese balcón?
Buena descripción y suspenso.