Yo sí hablo de política

‘’La idea que condujo a los revolucionarios, el fin hacia el que se dirigían, desapareció por completo de la realidad social, que es ocupada exclusivamente por el fenómeno guerrero. De modo, que lo que sale de una dictadura revolucionaria, y tanto más saldrá cuanto más tiempo dure esa dictadura, es una sociedad de tipo dictatorial, esto es: un despotismo militar. No podría ser otra cosa”. (Fernando Pessoa; ensayo Banquero anarquista).

Por Alfredo Fernández

Fernando Pessoa

HAVANA TIMES – El gran Pessoa escribió esta cita a inicios de los años veinte del pasado siglo, justo cuando las personas de bien de todo el planeta no tenían más que elogios para la recién estrenada -1921- Revolución Rusa.

El gran escritor luso intuía, por meditar sobre revoluciones pasadas, lo fútil de estas, y no importaba que la última desplazara del poder, por fin, a reyes –zares en este caso-, banqueros y obispos, presentándose como el gobierno tan anhelado por los desposeídos de la tierra.

Igual él no esperaba nada bueno de ella, ‘’ ¿qué se puede esperar de un pueblo de analfabetos y místicos?’’, remataba Pessoa para convencerse de que la Revolución Rusa solo terminaría ‘’…atrasando decenas de años la realización de la sociedad libre…’’,

Años más tardes, ya sin Pessoa en el mundo, triunfaba la Revolución Cubana, y justo en su primer mes de inaugurada se efectuaba bajo la tutela del fiscal, y también comandante del Ejército Rebelde, Félix Pena, el juicio a los aviadores de Batista, que, acusados de bombardear a la población civi,l fueron sobreseídos a falta de pruebas.

Fidel Castro, indignado con el veredicto de Félix Pena, en su primer gran acto de autoritarismo, dejó sin lugar el juicio y lo colocó en manos de un hombre predecible, el también comandante del Ejército Rebelde, Manuel Piñeiro, alias Barbarroja, quien condenó a los pilotos a penas de 15 años o más de privación de libertad, como quería Castro. Luego la Revolución Cubana, también otrora esperanza de los pobres del mundo, devino en una autocracia en la que las únicas personas verdaderamente realizadas, hasta hoy, han sido los hermanos Castro.

Días atrás pudo ser hilarante, si no hubiese sido patético el hecho de que un yotuber cubano, Pedrito el paquetero, saliera a las calles de La Habana e intentara, de manera infructuosa, hacer una pregunta sobre política a un cubano de a pie.

En todos los casos, sin exclusión, las personas miraron a Pedrito como a un extraterrestre, antes de salir corriendo. Alguien, ahora no recuerdo quién, dijo que el gran inconveniente de los pueblos que no hablan de política, como el cubano de hoy, es que son gobernados por los peores dirigentes.

En 1979 la guerrilla nicaragüense lograba sacar del poder a la dictadura más enquistada de América Latina, la dinastía Somoza. Parecía que el segundo país más pobre de la región al fin caminaría a la democracia y a la construcción de una sociedad contemporánea, pero no, el hecho en cuestión no fue más que la llegada de un nuevo dictador, de izquierda, Daniel Ortega, quien, ahora con cuatro periodos presidenciales, ha sido el principal responsable de los desmanes del país.

Ortega, por esa inexplicable licencia que posee la izquierda, lo mismo puede estuprar a su hijastra que matar estudiantes en impunidad. Al margen de los apuros de sus predecesores, los Somoza, opera sus desgracias sin los inconvenientes que la opinión pública mundial les suele ocasionar a los dictadores de derecha. Daniel Ortega reprime con odio cerval a sus opositores. Inexplicablemente el mundo ve de lejos lo que sucede en Nicaragua.

Desde el año 2013, el señor Nicolás Maduro dispone a su antojo de Venezuela, el proyecto que comenzó el coronel Hugo Chávez Frías en 1998 y que sería ‘’el fin de las injusticias sociales’’ en ese país, terminó por ser la dictadura más vil de cuantas haya habido en la nación. Nunca, en la historia contemporánea de un país tan rico emigrarían tantas personas. Aun así, Maduro posee la venia de muchos políticos e intelectuales del mundo. El probable próximo presidente de la Argentina, Alberto Fernández, catalogó al Gobierno de Venezuela como: ‘’Autoritario, mas no dictadura’’, pues, según él, ‘’llegó al poder mediante elecciones’’.

¿Sirven para algo las revoluciones? Pessoa desde un café de Lisboa respondía a la pregunta con doble perplejidad. La primera respondía a esa parte del ser humano que suele contentarse con que jodan a los poderosos; reyes, realeza, iglesia y cualquier rico, o incluso al amigo que le fue mejor que a uno en la vida, sin importar que el precio a pagar no sea otro que menos libertad. La otra, mucho más asombrosa, es la que vuelve al ser humano contumaz ante las experiencias precedentes de revoluciones y su inevitable desvío autoritario. Medio Ecuador, hoy mismo, añora el regreso del corrupto y opresor Rafael Correa.

Proteja la vida y el destino a mi persona de cuanta revolución exista en el porvenir, al igual que Pessoa, no las necesito, ya que me impiden hablar con libertad de todo lo que me concierne. Así como los santeros en Cuba dicen de las personas que les hacen brujería, valdría decir aquí de las revoluciones y su falta de libertad. ¡Vete pa’ lla’, pa’ lla’ con el sarayeyeo malo ese!

 

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