Un periodismo predecible

Alfredo Fernández

Walter Martínez es  periodista de la televisora venezolana Tele Sur, allí tiene un espacio en horario estelar, “Dosier” se llama el programa.  Comencé a observar su trabajo luego de que mi padre y la madre de un amigo me lo recomendaran como un excelente comunicador y periodista.

Mi padre y Daysi, como muchos en Cuba, hace años que no tienen acceso a otra información que no sea la que le brinde el Estado Cubano, y en caso de que les llegue un rumor de algún suceso ocurrido fuera o dentro del país, si luego no se los confirma el gobierno, ellos nunca los darán por cierto y, si a esto le sumamos que mi padre y Daysi jamás han puesto sus manos sobre el teclado de una computadora, entonces tenemos a dos personas ante una verdadera situación de desinformación en cuanto a lo que ocurre en el mundo y en su propio  país.

De manera que cuando mi padre y Daysi, quienes no se conocen, casi al unísono me sugirieron el programa de Walter Martínez, como un excelente noticioso provisto de un peculiar estilo periodístico, que emite Tele-Sur cada noche de lunes a viernes, dude  de su calidad, pero luego me decidí a verlo.

El programa, a primera vista, le puede resultar  interesante a cualquiera. El señor Walter Martínez, quien usa una banda de tela negra para cubrirse la falta de un ojo, de la misma manera que lo hacían los piratas del siglo XVII, nos habla con un acento argentino-uruguayo.

Así, se desplaza cada noche, a modo de ceremonia, por un set de televisión, exclusivamente diseñado para él, camina tomando en su mano derecha un enorme puntero que desenvaina justo frente a un mapamundi, donde señala en primer orden la región latinoamericana; luego nos muestra el resto del mundo, para después dirigir su puntero planetario  hacia el lugar que esté en turno en las primera planas de las noticias mundiales.

Una vez que Walter Martínez nos ha situado geográficamente, entonces, como por arte de magia. Se abre  una  pantalla de video de tamaño natural,  que le hace parecer a los televidentes que Walter Martínez esta en el mismísimo lugar del suceso.

Así, este analista nos habla desde el estricto canon de un periodismo que tuvo su origen en Cuba cincuenta años y que hoy se extiende a los países del ALBA, periodismo tan predecible como des-informativo.

Como es de esperar en estos casos, nunca se  escuchará a  Walter Martínez usar ni una palabra para cuestionar, aunque sea en lo más mínimo, al socialismo del ALBA, es más ni siquiera al anacrónico norcoreano, o tampoco aquellas que vean algo laudable en los gobiernos neoliberales de la región.

De manera que el programa “genial” que siempre enternece a mí padre, Daysi y a tanta gente que nunca ha entrado a internet en Cuba funciona para ellos de la misma manera que la reiteración del consumo del estupefaciente por el drogadicto.

A quien poco le importa conocer de sobras que la sustancia que consume, a la larga, sea dañina y hasta mortal, y que sepa que existen otras cosas para divertirse que se deben probar y que no resultan tan peligrosas, el efecto momentáneo es tan placentero para el adicto, que bien le vale acortarse la vida.

Mi padre, Daysi y toda una generación de adultos mayores cubanos tienen en el periodismo de Walter Martínez, la justa dosis de (des)información que necesitan escuchar sin importarle que existan más versiones de las noticias que las que este señor les presenta, que si bien en ocasiones no los desinforma del todo, si les limita la realidad a esa precisa porción que quiere el gobierno que ellos conozcan como la única posible.