Un cántaro roto

Alfredo Fernández

Mascots. Foto: Irina Echarry

No conozco otro “Mostrador de animales” en Cuba que el señor de la foto, única persona que realiza  una de las actividades emitidas por el Ministerio del Trabajo dentro de las 178 posibilidades del ejercicio del cuentapropismo.

Peor fue mi suerte cuando quise encontrar a un “Forrador de botones.” otra de las figuras laborales del listado.  Después de preguntar a muchos sobre si conocían a alguien que realizara la particular labor, una compañera de trabajo que vive en la barriada de Mantilla me dijo que la única forradora de botones que conoció en su vida era una pariente del escritor Leonardo Padura la cual hace muchos años abandonó la isla.

Por otra parte, no creo que alguien pueda pagar una licencia de “Desmochador de palmas” trabajo harto peligroso y solo necesitado en casos específicos por los campesinos.  Tengo un primo en el municipio santiaguero de Songo La Maya que ocasionalmente desmocha palmas, lo hace para reforzar la alimentación de sus puercos o utilizar las pencas en caso de que se esté construyendo algún bohío.  De manera que no imagino a Walfrido dándole explicaciones a un inspector luego de ser descubierto mientras se sirve del árbol nacional.

Cuando estuve en las “Escuelas al campo” (periodo de trabajo obligatorio durante cuarenta y cinco días cada curso) de la  Sierra Maestra, por acuerdo unánime, los campesinos tenían al trabajo de arriero como el más rudo de la montaña.

Hombres que con una fila de mulos lo transportan todo entre  las lomas, en cualquier día y en cualquier momento, trabajan al punto que son  los pobladores de la Sierra que más rápido envejecen.

Encima, el salario que devengan por su labor  rara vez da para lujos.  No importa, ahora los arrieros también tendrán que pagar una licencia.

Las medidas de permisibilidad para trabajar en el sector no estatal, dejan un sabor solo comparable al del  “amor imposible.” el Estado se nos muestra hoy, como un mal amante que nos repleta de promesas, que si no fuera porque ya nos hizo otras muy parecidas, le creeríamos.  De ahí que las medidas nos lleguen esta vez despojadas por completo del carácter esperanzador que todo Estado tiene que conferir a sus ciudadanos.

“Este cántaro ya estaba roto mucho antes de acercarse a la fuente” escribió Franz Kafka en su genial cuento La metamorfosis.  Las medidas del Gobierno cubano para dar solución al desempleo de medio millón de trabajadores también son “cántaro roto.”

El Estado, al lanzar a los trabajadores a mundo desconocido, el del autoempleo, terminará logrando que muchos de estos, un día, al levantarse, experimenten una sensación similar a la de Gregorio Samsa, convertido en un insecto monstruoso.

El amateurismo en la economía ha sido una de las constantes del socialismo cubano.

Alfredo Fernandez

Alfredo Fernandez: No me fui de Cuba, pues uno no se marcha de donde nunca ha estado. Luego de gravitar por 37 años en esa extraña isla, logré pisar tierra firme, sólo para comprobar que no he llegado a ninguna parte. Quizás y nunca perteneceré a sitio alguno. Ahora vivo en Ecuador, pero por favor, no me crean del todo que ando donde digo, mejor localícenme en la Cuba de mis sueños.

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