La importancia de saber lo que no sé

Alfredo Fernández

Ilustración: edmentum.com

HAVANA TIMES – Uno de los aspectos más importantes de la sabiduría lo creo localizar en el hecho de poder reconocer lo que no sé. Me explico, el inmenso tráfico de conocimiento hoy en día -en cualquier tema se redactan a diario diez mil páginas nuevas- nos convierte en personas amenazadas por la desinformación a tiempo completo.

Hoy resulta fácil descubrir que una noticia publicada hace una semana ya es vieja, y es que la velocidad con que irrumpieron las nuevas tecnologías de la información en nuestras vidas lo ha cambiado todo. Tener de manera constante un teléfono celular conectado a Internet terminó por cambiar todo.

Un profesor, en clases, puede ser desmentido en el acto por un alumno que hurga en Google la veracidad de lo dicho por este. El jefe a cargo de un proyecto de investigación científica de cualquier universidad puede enterarse de golpe, por algún subordinado, de que el proyecto que pretende investigar carece de sentido, ya que otros investigadores, más sagaces, de una universidad al otro lado del mundo se le adelantaron unas horas.

Así es la vida desde que las nuevas tecnologías irrumpieron entre nosotros. La sabiduría hoy recobra sentido desde la necesidad, ella se debe de imponer ante aquel que quiera darle una solución inteligente, a la inevitable circunstancia de lidiar con la avalancha de conocimiento que hoy muestra Internet, algo a lo que nadie puede escapar.

O aprendemos a convivir con la sobreinformación, donde lo que fue irrefutable esta mañana ya de tarde puede ser falso, o nuestro sentimiento de inseguridad y de que la vida puede ser cruel, incluso con las personas más preparadas, nos consumirá. Como nunca antes aquella sentencia milenaria de Sócrates “solo sé que no sé nada”, se vuelve una realidad indiscutible.

Hace unos años un prestigioso docente me confesó que tenía un alumno que admiraba por sobre los demás. “Conoce los límites de su saber, no será el mejor del aula, pero semejante detalle, ignorado por sus compañeros, lo vuelve brillante ante mí’’.

Este profesor también me dijo que, el conocimiento del auto desconocimiento era quizá la cualidad que más admiraba de un científico, pues, conocer los límites del propio saber debería figurar como el ingrediente más importante de esa mentalidad, las cuales siempre deben trabajar en un mundo más cercano a las dudas que al de las certezas.

Por cierto, si en un espécimen humano he visto la ignorancia de los límites del auto conocimiento a tutiplén es en los políticos. Es más, ellos parecen, salvo raras excepciones, ignorarlos a exprofeso. Los he visto, lo mismo en dictaduras que en democracias, mal preparados en extremo entrar a la política y, aun así, construir una carrera exitosa en cuanto a posiciones, asambleísta, concejal, alcalde y hasta presidente.

Aquí vale aclarar al electorado ignorante, que hay una ética elemental que se debe exigir a todo político y, que les resultará poco menos que imposible elegir a alguien que no se les parezca.

¿Cómo llegar a identificar los límites de mi conocimiento? Se necesita una fuerte introspección donde, sin anestesia, uno adquiera conciencia de sus limitaciones. Ya sea igual en lo profesional que en lo personal, donde uno logre aprender a localizar sus propios abismos y, luego, será más fácil saber hacia dónde se podrán encaminar nuestras expectativas de vida, de manera que estas sean una ayuda para nuestros propósitos y no el obstáculo que consume, por desconocimiento de sí mismo, lo que podría ser nuestra mejor versión personal.

Construir una vida con certeza de nuestros límites, a no dudar, disminuirá frustraciones e inconvenientes que algunas veces llegan más por condicionamientos sociales que por decisión personal.

He visto a personas ceder ante la presión familiar, o social, y estudiar algo que no les apasiona, o incluso, casarse y construir una familia sin haber integrado a su conducta los rigores de una decisión a este nivel. Lo cual siempre deja una gran frustración personal y el pesado sentimiento de arrepentimiento cuando ya no existe mucho espacio para cambiar las cosas.

Conocer lo que no sé y la vida no resultará más fácil ni mucho menos más feliz, pero sí más llevadera, pues este tic de sabiduría personal me ahorrará malos trazos en mis intereses de vida, los cuales siempre que ocurren, inevitablemente me conducen a lugares y personas incorrectas, con el consiguiente pesar que se desprende del no haber coordinado bien a sentimientos con posibilidades.

 

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