Así soy

Alfredo Fernandez

Me indigno, baste que alguien no piense como yo para que me suceda, así soy, pues como casi todos lo que vivimos  en  Cuba no se dialogar, incluso más, ocurre que ante una opinión que difiera de la mía, conciba a la persona dueña de la misma como equivocada y falta de respeto.

Así me altero y reacciono con ira y aunque nunca me voy a las manos, apabullo a cualquiera que se atreva a contradecirme.

Lo anterior, que es muy feo, me define como un cubano de estos tiempos. Aquí luego de cinco décadas de Revolución se terminó por perder toda capacidad de escuchar y comprender otro punto de vista que no sea el propio, de ahí que mi primera respuesta ante la crítica sea primitiva, asumiendo automáticamente como injusta la observación que se me haga.

Esto se justifica más si digo que esa fue mí actitud días atrás cuando en mi post “No quiero ser aspirina,” donde comentaba acerca de lo crítico que son los cubanos con la situación del país, en espacios furtivos, para luego continuar igual.

Comentario al cual el lector Grok le opinaría tildándome de “tonto vende patria.” Meses antes, mi actitud fue de tolerancia en mi entrada “Cuando tú no me hablas,” en la que comentaba sobre como las personas en Cuba sienten temor conceder entrevistas a medios no oficiales de prensa, entonces pude leer como el lector Conner opinaba que eso se debía más a mi mal periodismo, el cual me impide realizar buenas preguntas, que a la existencia de una situación real de autocensura en los cubanos.

Gracias a Havanatimes comienza una nueva dimensión en mí carácter, la de tolerar, e incluso aceptar, criterios diferentes del mío.  En Cuba las personas rara vez se dicen lo que piensan y mucho menos se critican, de ahí que cuando se haga, sea difícil de aceptar.

Aún así, quisiera dejarle en claro al estalinista Grok que en lo que a Cuba se refiere, jamás he sido ni seré un “tonto, y mucho menos un vende patria,” al tiempo que le acepto a Conner que me encuentro lejos de ser un buen periodista.