Ajedrez

Leonid Lopez

La vida en cualquier parte siempre fue tratar de cambiar del lugar donde estás. Si eres pobre quieres dinero, si eres rico otra casa o auto. Siempre queremos un trabajo mejor, ropa mejor, más conocimiento o menos tranquilidad.

Parece que siempre quisiéramos ser otro. Sin embargo pasa que la mayoría seguimos metidos en el mismo tipo de vida con los mismos cercos y las mismas fugas de tensión. Pero uno siempre espera el cambio radical.

Ir a otro país es la más grande esperanza para lograr esto. Se supone que un salto físico tan grande traerá  un vuelco inmenso de modo de vida. Algunas veces sucede esa magia, pero casi siempre cuando miramos atrás seguimos siendo los mismos ahora comiendo Mc Donalds y con ropa mas nueva. Hay otro cambio sin embargo sucediendo, ahora lo veo mas claro.

Cuando llegué a Japón pensé  que tenía alguna idea de que es vivir fuera de Cuba después de 34 años en el mismo lugar sin otro remedio. Todavía quedan en Cuba unos cuantos que nos preocupa el mundo fuera de casa y, aunque difícil por la poca información que allí se maneja y que hay una sola perspectiva aceptada oficialmente, encontramos la manera de hallar esta información.

Entonces uno llega a creer que conoce el mundo. Sucede que es bastante así muchas veces, pero la vivencia de este te cambia completamente la percepción. Se llenan las palabras de un sentido que antes solo podía inventar la imaginación y el nuevo saber duele y revitaliza, te cambia o mata.

Entonces en Japón me descubrí  deseando las mismas cosas de siempre, el mismo estilo de vestir, el mismo género de cine, el mismo tipo de mujer. ¿Qué pasó  entonces con el gran salto y la vida llena de sorpresas que nos harían diferentes?

Esto lo conversaba con mi esposa cuatro meses después de legar aquí mientras caminaba por una feria de ropa y todo tipo de objetos de segunda mano. Resulta que seguía buscando mi ropa y cosas que adornan la vida en sitios baratos, comiendo comida barata y viajando de la forma mas barata y no por solo por ahorrar sino porque esa es la vida que mas deseo.

Descubrí entonces que soy afortunado porque muchos al irse de Cuba aspiran al gran salto que nunca llega mientras se secan sin disfrutar lo saltos pequeños.

En el juego de ajedrez todas las piezas tienen su forma de moverse asignada. El terreno de acción está perfectamente limitado por el tablero donde se mueven las piezas. Si comparara esto con la vida siempre habría quien me acusara de conformista.

No creo serlo pero pensemos lo siguiente: aunque las piezas del juego de ajedrez solo se mueven de una manera las posibilidades de movimiento dependen de tu previsión y la importancia de las piezas no es fija, depende del tipo de juego que desarrolles se puede ganar gracias a un peón o a la dama.

Debemos invertir mucha energía en tratar de mudar nuestro sitio en el mundo. Quizás sea mejor jugar bien el papel desde lo que somos. Después, si deseamos, podemos sacrificar el peón para que siga viva la reina, o esconder el rey detrás de las torres.