¿Quiénes son los estalinistas cubanos? (II)

Dimitri Prieto

Who would defend Stalin in 2009?
¿Quiénes defienden a Stalin en la Cuba del 2009?

¿Quiénes defienden a Stalin en la Cuba del 2009?

A Stalin lo defienden un montón de cubanos nostálgicos por la época soviética, y amantes del sonido de las armas. Cubanos cuyas mentes no rebasaron los sucesos de 1985-1991 en la URSS. Cubanos que no tienen piedad por millones de muertos, pues para ellos el poder político se justifica a sí mismo por su propia existencia, y si es capaz de conquistar medio mundo, mejor. Su argumentación se basa en el “…sí, pero….”

Parecen no darse cuenta que así se puede justificar cualquier cosa (“…sí, pero gracias a Mussolini [Hitler, Machado] Italia [Alemania, Cuba] tiene carreteras…”).  Me sorprende la incoherencia del concepto de justicia de esa gente. Me sorprende su miopía moral y su ingenuidad histórica.

En el mapa ideológico mundial, esos ciudadanos se parecen a los que obstinadamente niegan el holocausto judío. De hecho, sospecho que entre esos admiradores de Stalin deben haber unos cuantos negadores del holocausto.

No sé cómo pueden por ejemplo criticar a los EE.UU. por sus actos imperialistas; en el fondo de su alma deben tener un bichito que les dice “los yankis sí que son unos caballos!.” Por ello, también sospecho que cuando estos ciudadanos se desesperan demasiado por el olor del picadillo de soya en la bodega, “brincan el charco” y se vuelven pro-yankis a morirse.

A Stalin lo defiende el reguetonero Baby Lores. Este lamentable personaje merece un aparte. La tarjeta digital de presentación de su “comunication (sic!) manager” está escrita en inglés (para especular) y con faltas de ortografía. Probablemente Baby Lores no conoce quien fue Stalin. Sería bueno averiguar si es así.

Pero en su celebérrima pieza de reguetón político, Baby Lores se monta en una dinámica de culto a la personalidad del líder que avala cualquier estalinismo (o fascismo) posible. De hecho, por su feroz anti-intelectualismo y su descarada apología de la chivatería[soplonería] y de la violencia callejera, su reguetón está mucho más cerca del fascismo a lo Hitler (ni siquiera del de Mussolini) que del “socialismo” stalinista.

Baby Lores puede no conocer la persona de Stalin, pero es un sostén ético-estético-epistemológico de un Stalin tornado institución social. Baby Lores está acompañado por toda una fauna de artistas “adaptados,” que además suelen tener los bolsillos llenos de billetes convertibles.

A Stalin lo defienden los burócratas-intelectuales cobardes de los que está sembrada en abundancia la academia y la pedagogía cubana. Cobardes, porque el tierno pellejo de sus cerebros tiembla ante la idea sola de que pueden existir verdades históricas incómodas, o sea, tales verdades que requieren una postura cívica, una postura ética, es decir, asumir el riesgo del apocalipsis.

Algunos de esos burócratas optan conscientemente por el extremismo como la mejor vía de tapar su oportunismo innato e incuestionable. Otros, no tan burócratas, pero sí intelectuales tristemente miserables, piensan que son más inteligentes que nadie en sus componendas, y se ponen a defender no importa a quien: a Stalin, a bin Laden o a Baby Lores.

Y cuidado, no son ningunos imbéciles; no son ningunos imbéciles hasta el punto de que algunas universidades extranjeras los invitan a dar conferencias sobre “la crítica en Cuba.”

A Stalin, last but not least, lo defienden decenas de apparatchiks anónimos que solo cumplen ordenes. Y que de vez en cuando viajan a pasarse unas semanitas en Varadero. Cuando se les ordena hacerlo, por supuesto.