Un joven pelotero cubano buscando su futuro

Por Rosa Martinez

Victor Rivas
Victor Rivas

HAVANA TIMES — Concluyó el evento Premier 12 y mientras los seguidores cubanos sufrían con cada juego de la selección nacional (finalizó en sexto lugar), muchos se preguntaban quién se quedaría esta vez (hasta ahora no he escuchado de deserción alguna).

El Deporte, principalmente el béisbol, junto a la Salud, es de los sectores más afectados por la intensiva emigración cubana de los últimos tiempos. Solo en el 2015 han salido de la Isla más de 100 jugadores de pelota, el 90 por ciento juveniles, cadete y hasta escolares con poca o ninguna participación en series nacionales, generalmente desconocidos para los aficionados.

Nuestros peloteros abandonan el país de diversas maneras (dígase abandono del equipo en eventos internacionales, salidas ilegales por la vía marítima, o por los aeropuertos nacionales) y se dirigen hacia diferentes naciones, pero una es cada vez más recurrente, República Dominicana, porque desde allí resulta más fácil acceder a la mejor liga de béisbol del planeta y la que más paga, la americana.

Víctor Rivas, joven de 22 años procedente del municipio especial de Isla de la Juventud, es uno de los cerca de 200 peloteros cubanos que prueba suerte en esa nación caribeña y espera saltar a la gran carpa con su talento, empeño, la ayuda de algunos amigos, pero, sobre todas las cosas, con mucha, pero mucha suerte.

Muy pocos de los que emigran logran un acuerdo millonario, como ocurrió en su momento con José Ariel Contreras y más recientemente con Fito Abreu, Rusney Castillo, Yasiel Puig, Yoennis Céspedes, Kendry Morales, Alex Guerrero, Aroldis Chapman, Yasmani Tomás, etc., y nuestro entrevistado está consciente de eso, pero no pierde la esperanza de lograr un buen contrato en alguna liga por hacer lo que le gusta: jugar al béisbol, y así ayudar a su familia.

En conversación con Havana Times, el joven prospecto comentó lo que ha significado salir de la Patria, dejar la familia -especialmente su madre y su niña de tres años-, las amistades, y arriesgarse en un país desconocido.

“Lo más difícil fue decidirme, llevaba una vida común y corriente, era feliz en mi localidad, que es un municipio muy tranquilo, donde todo el mundo se conoce. Tenía muchos amigos.

“Lo pensé mucho, esa es la verdad, porque tenía varios motivos para quedarme y solo dos para irme: probarme en lo profesional, y el más fuerte, el económico, pero esos dos fueron suficientes para que decidiera dejarlo todo.

“Fue triste abandonar la gente que se ama, pero lograr un sueño requiere que se haga sacrificios y el mío fue ese, irme, y lo hice pensando, también, en el bienestar de ellos”.

Su madre siempre lo apoyó y le dijo que hiciera lo que fuera mejor para su carrera deportiva y su vida personal, que ella sabía que el lograría cualquier objetivo que se propusiera. Ese fue otro gran incentivo, que Juana Emilia Goire creyera en él.

Victor lleva lo de pelotero en la sangre. Desde los seis años cargaba con un bate, un guante y una pelota, y ya jugaba la primera base con los muchachos de su edad en el Beisbolito, campito de su pueblo y como se nombra a la mayoría de los terrenos de béisbol para niños que hay en cada poblado cubano.

Con 18 años participa en su primera Serie Nacional (la 49) con los Toronjeros de Isla de la Juventud. Con ese conjunto estuvo solo dos campañas, pues un fallido intento de salida ilegal hizo que lo sancionaran a estar dos años fuera del equipo.

Esa fue la gota que colmó la copa…

“Cuando me cogieron intentando salir ilegalmente del país ya sabía que tenía condiciones para jugar en cualquier lugar. Me lo dijeron varias personas en casa, y lo escuché directamente de más de un caza talento cuando jugué con la novena juvenil que participó en el Mundial de Thunder Bay, Canadá, en el 2010 (en ese evento Cuba obtuvo el segundo lugar, él bateó para 350 e impulsó ocho carreras) y en los Panamericanos de Venezuela en 2011 (bateó de 16- 9 y trajo 14 jugadores al home)”.

Después de dos series nacionales con buenos resultados y estar en dos ocasiones con el equipo nacional , Victor Rivas no estaba dispuesto a permanecer dos años fuera de la pelota, así que lo pensó con cabeza fría y salió definitivamente del país, pero esta vez de manera legal.

“¿Si otros habían llegado y triunfado, por qué yo no podría hacerlo?”. El jovencito pinero comenzó a creer lo que le habían dicho más de una vez: que tenía talento y que podía jugar en grandes ligas y ganar mucho dinero.

Salió rumbo Haití y allí consiguió la nacionalidad. Hace un año y medio que radica en República Dominicana, entrenando duro (seis días a la semana) hasta que llegue el momento esperado, que al parecer está muy cerca.

“No fue fácil la adaptación en cuanto a las condiciones de vida, los entrenamientos son distintos a los de Cuba, y las expectativas alrededor de tu persona siempre agregan más tensión. Pero he trabajo en las dificultades que tenía cuando llegué y me mantengo al ciento por ciento”

Aunque el equipo predilecto de Rivas son los Orioles de Baltimore, su sueño es jugar en cualquier liga. Esperamos que su nombre se sume a la de cientos de cubanos que han hecho historia fuera de su país natal.