Que vivan las mujeres softbolistas

Caridad

Mientras el mundo anda patas arriba con el Mundial de Fútbol, en Sudáfrica; en otro sur, pero  de América, se desarrolla otro Mundial, de una disciplina que, recientemente, en el 2008, fue eliminada de los deportes participantes en las Olimpiadas de Londres 2012 y Río de Janeiro 2016: el softbol.

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¡Que vivan las Mujeres!, fue el lema con el que dio comienzo este decimosegundo Campeonato, el 23 de junio, en Caracas, Venezuela.

Por primera vez se realiza en Latinoamérica un Mundial de Softbol para Mujeres. Y entre sus objetivos principales (al que me sumaría si tuviera algún derecho a ello, pero parece que las personas comunes no contamos a la hora de tomar las grandes decisiones políticas, económicas, culturales o deportivas) está el demostrar al Comité Olímpico Internacional (COI) que el softbol – tanto como el béisbol, el squash, el karate y el patinaje – merece un lugar en las olimpiadas del año 2020.

La mascota oficial es SOFI, una gata elegida por las jugadoras de la selección nacional, cuyo nombre es un acrónimo de Softbol Internacional.

Los conjuntos de Argentina, Japón, Canadá, China Taipéi, Holanda, Gran Bretaña, Sudáfrica y Cuba compite en el grupo A; mientras Estados Unidos, Australia, China, Venezuela, Nueva Zelanda, Botswana, República Dominicana y República Checa se enfrentan en el grupo B.

Aunque en este momento Cuba se encuentra fuera de los Play Off que acaban de comenzar, pues perdió 4 de sus 7 encuentros, disfruté mucho del juego de las cubanas – la selección de mi país hacía 20 años que no asistía a un mundial, las causas las desconozco, pues nunca me había sentado a ver un juego de softbol, ¿será que no lo pasan mucho por la televisión?, no sé, es probable – .

Es cierto que  batean muy poco frente a los equipos de mejor pitcheo, pero tienen una defensa que envidiarían las mismas jugadoras canadienses o norteamericanas, dos de las mejores selecciones a nivel mundial.

La primera noche que jugó el equipo de mi país nos fuímos a un pequeño estadio, uno de los que alberga el Fuerte Tiuna, instalación militar en Caracas que brindó sus estadios para este evento. Una pequeña escalera de electricistas me sirvió para subirme al techo encima del dogout del equipo cubano.

Desde allí descubrí lo que siempre me pregunté que sentirían los cubanos que lograban ir a un partido fuera de la isla.  Los veía por el televisor, en alguno de los tantos mundiales que trasmite nuestro canal deportivo; con sus banderas cubanas, sus cornetas y congas y me preguntaba de donde saldrían tantos cubanos para ir a ese juego…nada, pregunta un poco o bastante infantil.

Más tarde me preguntaba si alguna vez yo estaría en el lugar de esos cubanos, apoyando a la selección de mi país en cualquier evento deportivo, y la respuesta siempre era dudosa.  Pero el destino o la suerte es loca (y en mi caso sí puedo asegurar que la suerte es MUYYYY loca), así que allí estaba yo, no entre el público, pero sí haciendo fotos de un deporte muy parecido al béisbol, pero a ninguno de los dos le había hecho ni una foto en mi vida.  Entonces fueron dos experiencias en una.

Los palcos estaban llenos de cubanos y venezolanos que apoyaban a nuestro equipo en detrimento de las canadienses que, en estos momentos, estan a un paso de la discusión por la medalla de oro o bronce.

Los cubanos en las gradas no resultó ningún misterio para mí, pues para nadie lo es que hay miles de médicos, educadores y especialistas de varias actividades en este país. Como el partido comenzó despues de las 8 de la noche, el trabajo ya había terminado, así que allí habían camisetas del mundial de softbol, de las Misiones de Barrio Adentro, Cultura, Robinson y muchas más.

En realidad hace un buen tiempo que dejó de interesarme quién gana en un juego. Si tengo humor para mirarlo lo veo, grito, me divierto y hasta maldigo…mientras dura el juego. Pero me importa muy poco quién gane, como decía el personaje de una película cubana (Diario de Mauricio), nada va a cambiar por el resultado de un partido….aunque sea la discusión del oro en una olimpiada. Nada va a cambiar.

Así que disfruté de la primera oportunidad de apoyar a mi equipo en un juego fuera de la isla…aunque ellas no se enteraron que yo estaba allí. La capitana del equipo, Maritza Toledo, dijo esa noche en conferencia de prensa que todas estaban locas por volver a la isla, como todos los cubanos que fueron al estadio a apoyarlas.

También yo estoy loca por volver a la isla, aunque ganen o pierdan las cubanas, pero me pregunto por qué estaban más ansiosas por regresar a la isla que por ganar su próximo partido. ¿Se sentirían derrotadas de antemano? Nuestro equipo fue in crescendo en cada juego – ganaran o no -, les deseo la mejor de las suerte, porque la necesitan, como el resto de nuestros deportistas.

Caridad

Caridad: Si tuviera la oportunidad de escoger cómo sería mi próxima vida, me gustaría ser agua. Si tuviera la oportunidad de eliminar algo de lo peor del mundo borraría el miedo y de todos los sentimientos humanos prefiero la amistad. Nací en el año del primer Congreso del PCC en Cuba, el día en que se celebra el orgullo gay en todo el mundo. Ya no vivo al este de la habana, intento hacerlo en Caracas y continúo defendido mi derecho a hacer lo que quiero y no lo que espera de mí la sociedad.

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