Pelota cubana: ocho sobrevivientes con sorpresas

Por José A. Rodríguez

El equipo de Villa Clara logró entrar por la puerta grande para la segunda fase del campeonato de la pelota cubana. Photo: Ramon Barreras juventudrebelde.cu.

HAVANA TIMES – A punto de concluir la primera fase de la Serie Nacional de Béisbol número 56, la pelota cubana dejará atrás la super criticada etapa donde se enfrentan 16 equipos para pasar a la de seis, donde se concentra la calidad y suben las expectativas.

A decir verdad, este torneo no fue de los peores, y según las cifras oficiales de los organizadores, ha aumentado el número de espectadores en los estadios, a pesar de las carencias conocidas y la paridad a la baja que viven los equipos.

Después de la instauración de la estructura de dos fases, la primera ha tenido unos cuantos finales de infarto, pero el de este año podría decirse que supera a todos los anteriores.
Más de un equipo se vio involucrado en cálculos exactos hasta última hora, y aunque también el año pasado hubo que esperar a la celebración de juegos pendientes para definir los que se mantenían con vida, los cuatro primeros estaban ya asegurados con anterioridad.

Sin embargo, esta vez solamente contaban con ese privilegio al cierre del calendario regular Ciego de Ávila y Holguín, pues los otros dos del cuarteto de vanguardia todavía debieron esperar por algunos resultados de los desafíos que fueron quedando en el camino por las inclemencias del tiempo.

Las Tunas, Mayabeque, Industriales y Villa Clara estuvieron calculadora en mano para conocer los dos planteles que avanzaban de manera directa, en algunos casos dependiendo incluso de los partidos efectuados entre ellos, porque cerraron con el mismo balance de victorias y derrotas.

En definitiva fueron tuneros y villaclareños los que completaron el cuarteto de vanguardia, mientras que industrialistas y mayabequenses definirán en los próximos días si se mantienen en competencia o no, en los llamados play off de comodines, a los que también accedieron Sancti Spíritus y Santiago de Cuba.

Estos dos últimos conjuntos, junto a Mayabeque, resultaron las sorpresas más agradables de la primera etapa.

Los espirituanos llevaban ya varios años sin poder estar en la instancia decisiva, pero esta vez lo lograron, impulsados con las incorporaciones de los veteranos Frederich Cepeda e Ismel Jiménez. Cepeda empezó la temporada fuera, contratado en la Liga mexicana, pero se incorporó a mediados de calendario y pudo contribuir bastante a la ofensiva, mientras que Jiménez, ausente casi dos años por lesión, aportó desde la lomita como el estelar de siempre.

En el caso de los santiagueros, en las campañas más recientes no han podido estabilizar sus rendimientos y son más las ocasiones en que han quedado eliminados tras los primeros 45 juegos que las que han podido mantenerse. Ahora, de la mano del técnico Heriberto Rosales, el mismo que los llevó a conquistar dos coronas en los torneos sub-23, lograron colarse entre los ocho primeros. La nominación de Rosales era un grito a voces de los aficionados indómitos, pero no fue hasta este año que se le entregaron las riendas de la novena santiaguera.

Finalmente, Mayabeque sorprendió a propios y extraños, y estuvo incluso disputando la última plaza directa a la segunda fase hasta último momento. Nadie esperaba que exhibieran la mejor defensa del campeonato, y a eso sumaron una ofensiva demoledora, para apuntalar un pitcheo que es su punto más débil. Su inexperiencia generalizada podría apartarlos en los juegos de comodines, que son solamente tres, pero eso no borrará la buena imagen dejada a lo largo del certamen.

Todo lo contrario ocurrió con equipos como Pinar del Río, Granma o Matanzas, que dejaron mucho que desear.

Los pinareños ciertamente sufrieron notables ausencias durante la justa, sobre todo en la lomita, pero demostraron que podían hacer mucho más cuando vencieron en más de una ocasión a los de arriba.

Por su parte, los todavía campeones vivieron lo que se esperaba de ellos el año pasado: que no pudieran llegar a la segunda ronda por las ausencias. Lo raro es que esta vez contaron casi todo el tiempo con su primer bate y jardinero central (Roel Santos), a diferencia del pasado año. Otra vez extrañaron a su mejor lanzador (Lázaro Blanco) y a su mejor bateador (Alfredo Despaigne), pero lo cierto es que esta vez sus sustitutos no dieron la talla.

En tanto, los matanceros son la gran decepción. De ser el equipo más estable de la última década, el único que jamás había estado fuera en la selección de refuerzos, pasaron ahora al sótano. Nadie se explica cómo se pudo dar un cambio tan radical en tan poco tiempo, y algunos apuntan a desencuentros entre los peloteros y la directiva, que, dicho sea de paso, es la misma que el año anterior los llevó hasta la postemporada.

Otro del que se esperaba más es de Camagüey, que el año anterior avanzó hasta los juegos de comodines, pero su punto fuerte, el pitcheo, estuvo muy por debajo de lo esperado. Este es un conjunto que dependía mucho de lo que pudieran hacer sus lanzadores, porque al igual que Pinar del Río no cuenta con esa ofensiva repartida, pero sus serpentineros fueron bastante maltratados.

Artemisa, uno de los animadores el pasado año de la segunda fase, parecía encaminado a repetir ese resultado, pero resbaló a la hora de la verdad. Luego de mantenerse entre los cuatro primeros, e incluso encabezar la tabla de posiciones en algún momento, los artemiseños cayeron en caída libre en los finales, y quedaron apartados de la Serie.

En cuanto a Isla de la Juventud y Cienfuegos, quizás había expectativa por haber sido los finalistas del más reciente certamen sub-23, pero ninguno de los dos pudo hacerlas realidad. Los isleños son dignos de elogio temporada tras temporada, porque son apenas un municipio compitiendo contra provincias, y siempre dan la cara, pero lo lógico es que queden ahí, mientras que los cienfuegueros al parecer todavía están muy verdes para dar el salto que tiene a su afición en ascuas desde hace ya varios torneos.

En la parte de abajo de la tabla se mantuvo Guantánamo, que repitió el guión de todos los años: empieza muy bien, y termina muy mal. Aquí parece que se debe revisar el trabajo de preparación, porque es demasiado llamativo que la historia se repita constantemente y al principio sean capaces de ganarle a los mejores, y luego no puedan con nadie.