Pelota cubana: ¿Crisis o no?

Por Ronal Quiñones

Alexander Ayala. Foto: cubadebate.cu

HAVANA TIMES – El debate se dio hace unos días en un programa televisivo y, aunque fue breve, deja al descubierto las insatisfacciones que existen entre especialistas con respecto a las actuaciones de los peloteros cubanos en los eventos internacionales de los últimos años.

Hace poco más de una década, Cuba poseía los títulos en todos los torneos importantes del béisbol aficionado en las diferentes categorías, pero poco a poco fue cediendo terreno y hoy no exhibe ninguno.

Lo que es peor, ni siquiera ha avanzado a las instancias decisivas en los más encumbrados de la última década, léase Clásicos Mundiales, torneos Premier 12 o Juegos Panamericanos. Todo eso tomando en cuenta que en todos esos certámenes el resto de los equipos no conforman selecciones con todo su potencial, por diferentes razones.

El centro de la polémica era que uno de los comentaristas se negaba a hablar de crisis, porque consideraba que los peloteros cubanos que juegan en las Grandes Ligas demuestran su calidad casi a diario, temporada tras temporada.

Si bien eso es cierto, no podemos olvidar que los que hoy brillan en la Gran Carpa formaban parte de la selección nacional, o sea, que eran de lo mejor del talento existente en la Isla en esos momentos, y todos ellos, a pesar de eso, tuvieron que pasar por procesos de adaptación, más o menos largos, en las sucursales de los conjuntos para poder dar el salto a la primera línea.

Además, tampoco se puede dejar escapar que por estos aproximadamente 30 peloteros que hoy tienen un puesto seguro en los rosters de Grandes Ligas, hay más de un centenar que a lo largo de los años han tenido solamente apariciones esporádicas, y algunos ni siquiera han podido vestir un uniforme de la MLB.

Con esto no quiero restar méritos a esos peloteros, solamente poner en perspectiva que sí, hay talento, pero sacado de lo mejor de lo mejor, y pulido luego en Estados Unidos.

Lázaro Emilio Blanco. Foto: cubadebate.cu

Por otra parte, la existencia del talento no implica que haya un desarrollo de la pelota en Cuba, y la mejor prueba está en la historia, pues incluso cuando en este país el deporte era poco menos que nada, siempre hubo figuras de relevancia internacional, como el esgrimista Ramón Fonst, el velocista Rafael Fortún, el ajedrecista José Raúl Capablanca o el boxeador Kid Chocolate, por poner apenas los ejemplos más prominentes.

La cuestión de fondo, y en esa sí estuvieron de acuerdo todos los especialistas, es en la metodología que se aplica actualmente en la Mayor de las Antillas, demasiado anquilosada, los métodos erróneos de dirección y la poca estimulación a los peloteros, entre otras cuestiones.

Los eventos internacionales celebrados en la última década han demostrado que nuestros peloteros no llegan bien preparados, sobre todo, los bateadores, acostumbrados aquí a enfrentar un pitcheo poco profundo, de poca velocidad y control, y poco combinado.

A pesar de que las señas prácticamente todas se dan desde el banco, han sido reiterados los errores de selección de lanzamiento y localización en momentos puntuales, que han dado al traste con no pocas victorias.

Agreguemos que los toleteros fallan una y otra vez en dar el batazo a la hora buena, lo cual no siempre implica lograr una buena conexión; a veces basta con un fly de sacrificio o un toque de bola para avanzar a los corredores. Eso se ha sufrido en varias ocasiones, a veces en un mismo desafío en que vemos al contrario hacer las cosas bien, simplemente aplicando los fundamentos básicos del béisbol.

Los métodos de dirección (no me refiero al mánager) son cada vez más preocupantes, con un federativo de béisbol que se eterniza en el cargo, a pesar de los malos resultados que se cosechan año tras año, directores puestos a dedo y sin la debida preparación, e improvisaciones constantes que van desde el calendario de la Serie Nacional hasta la nominación de los técnicos de la selección nacional.

Frederich Cepeda. Foto: cubadebate.cu

En la crisis de resultados es factor primordial la poca estimulación a los peloteros. Se les incrementó el salario hace unos años, pero sigue siendo insuficiente para vivir dignamente en este país, sobre todo, cuando saben que por su potencial pueden aspirar a contratos importantes en otras naciones.

Se ha tratado de buscar alternativas en algunas Ligas, pero siempre hay que pasar por la Federación Cubana, y cumplir ciertos “requisitos” para ser considerado. Muchos peloteros han intentado contratarse por su cuenta, porque tienen los contactos y las condiciones, y han chocado con el veto de las autoridades. Varios de ellos han tenido que retirarse de la Serie Nacional para poder cumplir su sueño de jugar otra pelota.

En este sentido, vale rescatar la iniciativa de permitir a peloteros que salieron en busca de otros horizontes regresar al principal torneo doméstico, algo que se aplica desde la Serie anterior y tiene en el torpedero Erisbel Arruebarruena su principal estandarte en estos momentos.

La experiencia acumulada por estos hombres durante su paso, fugaz o no, por las Grandes Ligas, es invaluable para sus compañeros de equipo y debiera ser tomada en cuenta por los técnicos en sus respectivas provincias y en el colectivo técnico nacional. Esto último está por verse, si los egos no se interponen en las buenas intenciones.

Pero la base de todo siempre ha sido, y deberá seguir siendo, trabajar con seriedad desde las categorías inferiores. Torneos reducidos a la mínima expresión, y en los que el peso fundamental en el aseguramiento lo tienen los padres de los peloteros, no pueden ser la base sobre la cual se piensa reconstruir el béisbol cubano.

Con malas condiciones para entrenarse, y poco tiempo para perfeccionar el ABC del juego, los jugadores llegan con muchas lagunas a la Serie Nacional, en la que también muchos de ellos casi no juegan, pues sus equipos son eliminados en la primera vuelta, y eso, por consiguiente, retarda su progresión.

Estas son apenas algunas ideas surgidas del debate televisivo; en la siguiente entrega les proponemos conocer lo que opina la afición, pues recogimos interesantes criterios en la tradicional peña del Parque Central.