No pudo el baloncesto cubano

Por José A. Rodríguez

Javier Jústiz en un partido contra Puerto Rico. Foto FIBA 22-2-2018

HAVANA TIMES – Las expectativas estaban todavía altas con respecto a la posible clasificación del equipo cubano a la segunda ronda en las eliminatorias de baloncesto rumbo al Campeonato Mundial masculino del próximo año. La derrota estrecha encajada contra México, en la primera fecha, por solamente seis puntos de diferencia, mantenía la esperanza de que en la Ciudad Deportiva, de La Habana, las cosas fueran mejor, pero todo se esfumó este lunes tras caer estrepitosamente 52 puntos por 75.

En la visita al Domo de la Feria, en el estado mexicano de Nuevo León, el combinado antillano estuvo delante todo el tiempo, hasta el tercer cuarto, cuando los dueños de casa comenzaron a hacer mejor las cosas, y en definitiva se llevaron el triunfo.

Sin embargo, en La Habana ni siquiera eso; desde el principio los visitantes fueron los que dictaron los derroteros del desafío, y lo más cerca que estuvo Cuba de empatar fue cuando se puso a tres puntos, pero nada más.

En sentido general, el desempeño de los cubanos ha sido de más a menos, con ese estreno alentador en suelo mexicano y el fracaso estrepitoso en la capital.

Pero ya de eso, al parecer, estaba advertida la afición, que los dejó desamparados. Nada que ver con la buena concurrencia de noviembre pasado cuando se jugó ante Puerto Rico. Es cierto que era lunes, pero cuando el espectáculo lo merece, el público responde, y los seguidores del deporte en Cuba no son unos neófitos en el asunto.

El pasado viernes se pudo ver en vivo el choque contra Estados Unidos, que tampoco jugó bien, pero así y todo se impuso por paliza (84-48), con más de 30 puntos de diferencia, a pesar de cerrar con porcentajes bajos de efectividad. Lo que pasa es que Cuba lo hizo peor.

Vale recordar que la llegada de los cubanos a Estados Unidos fue bastante accidentada, porque por las sanciones aplicadas desde hace unos meses por el Gobierno de Donald Trump ahora todo el que quiera obtener un visado lo tiene que hacer fuera de la Isla. En este caso, el grueso de los baloncestistas solicitó la visa en México, y los que se desempeñan en la Liga argentina hicieron los trámites por allá.

Todo eso puede haber incidido negativamente en aquel partido, pero luego de lo visto el viernes era evidente la verdad: como estaba jugando Cuba no le ganaría a nadie.

Es lamentable, sobre todo, porque por la calidad individual de los jugadores se puede aspirar a mucho más. La mayoría de los integrantes de la nómina cubana están contratados en clubes foráneos, y no como relleno, sino como protagonistas y con buenos desempeños.

Por eso la balanza se inclina hacia el colectivo técnico, el encargado de engrasar la maquinaria caribeña. Salta a la vista que falta trabajo en ese sentido, y no me refiero al llamado teamwork, del que adolecen también los rivales, porque de la misma manera que los cubanos, se reúnen durante pocos días antes de cada doble fecha.

En ese sentido me refiero a cuestiones básicas del baloncesto, como conducir adecuadamente el balón, rotarlo y moverse constantemente cuando se está al ataque, y cerrar la zona pintada, no perder las marcas y ayudarse mutuamente, cuando se trata de defender.

Muy bien estuvo el mejor hombre de Cuba, Javier Jústiz, en cuanto a imponer respeto en la zona de restricción, pero él mismo fue demasiado pasivo para salir en apoyo de otro compañero cuando chocaba contra una pantalla de los rivales. Eso se vio constantemente, y en ningún momento los miembros del colectivo técnico lo llamaron aparte para que variara su estrategia. NI a él ni a nadie más.

México tiene un estilo de juego anquilosado como el cubano, pero ni así funcionaron las cosas para los caribeños. Se mantuvieron las pérdidas de balón inconcebibles y los tiros demasiado forzados, algunos, incluso, cumplido ya el tiempo reglamentado, y por lo tanto invalidados. Por si eso no fuera suficiente, la defensa en la última salida fue un verdadero desastre, con un marcaje personal que fracasaba una y otra vez a la menor pantalla.

Cuando llegaron a estar a tres puntos de los mexicanos, inexplicablemente se cambió el quinteto sobre la cancha y de nuevo se abrió la brecha, esta vez ya insalvable. Saltaba a la vista la falta de un base organizador para distribuir el juego, y el único en existencia fue llevado a la banca.

Por eso las críticas más severas apuntan a lo táctico, porque en los entrenamientos se tiene que perfeccionar la respuesta a las variantes de los rivales, y por el contrario, una y otra vez se repitió la misma estrategia de los oponentes, y la actitud de los defensores cubanos, en especial de los hombres altos, era la misma pasividad. Como resultado, casi siempre quedaba un hombre libre para tirar (y casi siempre marcar) a placer, con toda la sangre fría del mundo.

Así no se puede aspirar a derrotar a nadie, ni siquiera a México, que no practica el baloncesto moderno que sí desarrollan Estados Unidos y Puerto Rico. Pero si ni siquiera ante ellos Cuba puede dar la cara, está de más en este concierto de las canastas.

Las perspectivas son bien negras para los venideros Juegos Centroamericanos, donde seguro reencontrarán a México y Puerto Rico, aunque sea con diferentes jugadores, y se sumarán otros equipos exigentes como Venezuela, Panamá y República Dominicana.

El panorama no es nada alentador, pero quizás haber sufrido ahora merece la pena para buscar un cambio de rumbo de aquí a la cita de Barranquilla, y me refiero a sustituir en pleno al colectivo de dirección. Tiempo hay para eso.