Luisa Medina cuenta sobre su carrera en el softbol cubano

Por José A. Rodríguez

Entrevista a la destacada softbolista Luisa Medina ya retirada ex equipos cubas de la década de los 90.

HAVANA TIMES – Esconder la belleza es uno de los atentados más terribles que se le puede ocurrir a la naturaleza humana. Sin embargo, como en el caso que nos ocupa en esta ocasión, era imprescindible para lograr la trascendencia en el deporte, porque nos referimos a la jugadora de softbol más famosa de Cuba, Luisa Medina.

Además de la belleza, en su caso se sumó la calidad y la entrega, además de la longevidad que la mantuvo como titular y capitana de los equipos Cuba por dos décadas. La fornida rubia de ojos azules, que por su físico pudo haber sido actriz o modelo, se decantó por el deporte de la bola blanda, y fue tan buena que tras su retiro fue seleccionada como miembro del Salón de la Fama del softbol mundial en 2013. Pero conozcamos un poco más cómo se forjó esta atleta.

“Tuve una infancia bastante activa. Somos tres hermanas que desde pequeñas siempre éramos muy inquietas, hasta que mi mamá nos llevó al área deportiva Mariana Grajales, en el municipio capitalino de 10 de octubre. Mis padres fueron mi primera inspiración. Mi papá era el único que trabajaba y mi mamá con nosotras tres a todas partes. Los primeros pasos fueron en gimnasia rítmica, donde estuvimos un buen tiempo. Terminando la primaria me hacen unas pruebas de eficiencia física para una beca y luego de aprobar, como dos semanas después fueron al área especial de gimnasia para hacer lo mismo, y como ya yo había adelantado eso no me las hicieron. En ese momento aprobó mi hermana Lourdes, que luego como muchos conocen fue la reina panamericana en Indianápolis y La Habana, y mi otra hermana se mantuvo en el área.

Cuando Lourdes llegó al alto rendimiento se complicaron las cosas, porque ya era otra competencia, en otro estadio, pero siempre nos apoyaron. Incluso hubo un año al comienzo que yo pensé dejar el softbol, y mi mamá fue la que me convenció para que siguiera.”

Luisa Medina en sus años de jugadora.

Los hermosos ojos azules le brillan cuando habla de esa linda etapa, y prosigue…

“Luego de aprobar aquellas pruebas fui para el Centro Experimental de Desarrollo Atlético, pero como su nombre lo indica, era experimental, y en ese momento no había muchos deportes. No había gimnasia rítmica y me pusieron en atletismo, en carreras de fondo. ¡Qué manera de correr!, yo no quería, pero ya estaba ahí, por eso quise buscar otro deporte y por las tardes, luego de mis entrenamientos en atletismo, iba al voleibol. Yo era bastante delgada y mucho más bajita que ahora. En esos dos años terminé con el voleibol y al salir fui a un área especial de ese deporte, donde tuve muy buenos entrenadores, incluyendo a José Sanler, a quien siempre llevo en mi corazón. Él logró llevarme hasta el máximo de mis potencialidades, pero evidentemente ese no era mi destino.”

Llega entonces al amor de su vida…

“A finales del año 1981 comienza en Cuba la práctica del softbol, y se quería hacer un equipo femenino para los Centroamericanos de 1982. Yo no sabía nada del softbol, lo que veía era pelota (soy ciento por ciento industrialista) y la entendía bastante bien. A las voleibolistas entonces comenzaron a darnos clases de softbol y al principio me costaba muchísimo batear, coordinar ese movimiento. A la defensa me fue un poco más fácil, quizás por una especie de instinto de conservación, porque si viene la pelota hacia ti automáticamente pones la mano, pero el bateo sí me costó bastante trabajo. De todas maneras, decidí aventurarme en el softbol y en menos de cinco meses estaba con el equipo nacional en un tope en Nicaragua, y desde ahí nunca abandoné el deporte.”

De tantas competencias, ¿cuál recuerdas especialmente?

“Me marcaron, sobre todo, dos eventos. El primero fueron los Centroamericanos de 1990. Todavía se me eriza la piel, porque la altura de México me hizo bastante daño. La doctora en aquel momento me vio tan mal que firmó un papel en el que ponía que no se hacía responsable por mi salud. Yo terminaba mareada cada vez que terminaba una entrada y ella tenía que ponerme oxígeno. Así jugué todo el tiempo, y en el partido contra México, con el juego 0-0 en los finales dieron un toque de bola hacia primera que para cogerlo tuve que tirarme de cabeza. Esa jugada levantó la moral del equipo y terminamos ganando el oro contra Puerto Rico, que mantenía una hegemonía de 20 años en esos torneos.”

Luisa Medina

“La otra fue la Olimpiada de Sydney: para un atleta ese es el máximo nivel. Solamente estar allí en medio de los mejores del mundo en todos los deportes es impresionante. Eso no se puede explicar con palabras, hay que vivirlo.”

¿Experiencias amargas?

“Para olvidar tengo una, en el primer preolímpico que se jugó en Puerto Rico. Teníamos las bases llenas en contra y yo detrás del plato, pedí un lanzamiento que no vino por donde yo esperaba y la bola se me escapó. Eso costó una carrera y para mí fue funesto realmente. Traté de no trasmitir mi estado de ánimo al resto del equipo, pero sabía que esa anotación iba a dar al traste con la victoria que necesitábamos.”

¿Cómo enfrentaban esos torneos casi sin roce internacional?

“Íbamos a las competencias sin conocer a los contrarios, por el amor que sentíamos por el deporte, el deseo de enfrentar siempre los retos y la combatividad que teníamos como equipo. Como en todos los conjuntos, había problemas personales en determinados momentos, pero a la hora de entrar al terreno eso se dejaba fuera y éramos leonas. Esa unidad fue la que nos hizo obtener muchos triunfos, incluso por encima de las expectativas reales de acuerdo con nuestra calidad. Por mi posición yo estaba de frente a todas y era además la capitana, prácticamente dirigía al equipo, y no tenía que hacer señas para comunicarme con ellas, cada cual sabía lo que tenía que hacer sin que yo siquiera moviera la cabeza.”

¿Qué representan esos 23 años detrás de home?

“Mucho sacrificio, no solamente en el entrenamiento, sino también en la vida personal, dejar de salir a pasear, porque no podía conformarme con la preparación común, tenía que hacerlo también en horario extra, tanto lo físico como lo psicológico. Sentada en la sala de mi casa yo me imaginaba situaciones y el movimiento que debía hacer, etc.”

¿Y el Salón de la Fama?

“La exaltación es el resumen de toda mi vida deportiva, es un reconocimiento similar a la Olimpiada, porque no todo el mundo llega allí. También es un mérito que no te lo otorgan los amigos, sino un grupo de expertos que analizan toda una trayectoria y por eso es lo máximo.”

¿Cómo está el softbol cubano actualmente?

“Estamos muy por detrás de los países del área. De todas maneras, el deportista cubano se caracteriza por la agresividad y el deseo de demostrar que se puede. Ahora estoy al frente de la Federación, y dirigir te hace sufrir y disfrutar casi a la vez. Me llegó el momento en un punto delicado del softbol cubano, porque en cada competencia te juegas el ciclo olímpico, pero a veces las cosas llegan cuando debe ser. Lo pensé muchas veces antes de decidirme, pero mi filosofía es no eludir las responsabilidades y enfrentarlas con optimismo. Eso es lo que estoy tratando de trasmitirles a las atletas. Desgraciadamente ahora no tenemos la misma atención mediática de mi época de jugadora y eso hace falta, porque las atletas necesitan ese estímulo, y sus familias también, para que vea que su sacrificio no es en vano.”