El deporte cubano y la realidad social que lo sustenta

Osmel Ramírez Álvarez

Cuba deportes comitte olímpicoHAVANA TIMES— El deporte ha sido, desde sus inicios, un pilar fundamental de la política de la Revolución. Podemos decir que es parte inseparable de ella y que está politizado. Fidel personalmente aportó sus ideas sobre el desarrollo de lo que él mismo nombró “el deporte revolucionario; monitoreó, hasta que pudo, su funcionamiento, y compartió sus éxitos. Ha sido un sector priorizado, exhibido en la vitrina de las conquistas sociales del sistema.

Considero que el deporte al máximo nivel competitivo es un lujo, no una necesidad; expresión del desarrollo social sostenido sobre pilares económicos reales. Por motivos de salud física o calidad de vida basta con torneos menores o las prácticas de ejercicios aeróbicos musicalizados o en gimnasios. Lograr la excelencia y la competitividad ya es otra cosa, lleva gastos enormes que deben ser sufragados si la sociedad está en condiciones de hacerlo.

Jamás Cuba ha tenido recursos económicos reales y suficientes como para sostener sin “irresponsabilidad política” el nivel del deporte revolucionario. Ha conllevado, en primer lugar, un gasto social demasiado grande para una economía maltrecha e incompetente como la nuestra. Pero el afán de exhibir un bienestar estadístico que propicie una imagen internacional de éxito, se impuso a la lógica financiera que domina el escenario mundial con respecto al deporte.

Y no solo el deporte se exhibe en la engañosa o ilusionista vitrina revolucionaria. Junto a las medallas olímpicas, mundiales y panamericanas también se hallan las miles de calorías que consumimos per cápita los cubanos, sobrepasando los umbrales de la FAO; la cantidad de médicos por habitantes, aunque más de un tercio está trabajando fuera; la mortalidad infantil; el ínfimo porcentaje de analfabetos; el número de maestros y escuelas por habitantes; el porcentaje de casa propias, y así por el estilo.

Si leemos fríamente esas estadísticas y no conocemos Cuba por dentro, llegamos a la conclusión de que los cubanos estamos más que bien, y que si tenemos esos resultados en cosas tan caras y difíciles, entonces tenemos todo lo básico cubierto, que por lógica sería más fácil. Precisamente es esa la ilusión, ese reflejo condicionado, el que se quiso crear con esta política. Y el deporte competitivo es punta de lanza en tan manipuladora estrategia.

Hugo Chávez y Fidel Castro en Noviembre del 1999 en La Habana. Foto: http://www.las2orillas.co
Hugo Chávez y Fidel Castro en Noviembre del 1999 en La Habana. Foto: http://www.las2orillas.co

Fidel comenzó con grandes proyectos económicos que uno tras otro fracasaron. Por consiguiente, sus proyectos sociales se vieron faltos de sostén; pero renunciar a ellos no era una opción y se mantuvieron a costa de la pobreza más estúpida que se ha visto. Durante los 90 no crecimos mucho, ni creamos una economía sólida, pero se logró bajar la mortalidad infantil por debajo de EUA, los alumnos por aula fueron disminuidos picando las aulas por la mitad y en el deporte, logramos estar entre los primeros 10 países. Imagínense, de tú a tú con los más ricos. No fue bueno para la economía, pero si para la política.

Lo último que hizo el “invicto Comandante” fue endeudar el país con más de 10 mil millones de dólares e invertirlo todo en proyectos sociales estériles, que ni siquiera se han mantenido; nada dirigió hacia cosas productivas que generaran riquezas y permitieran luego pagar a los acreedores. Todo eso mientras se reunía en el Palacio de las Convenciones y probaba públicamente el famoso chocolatín. Es por ello que Raúl heredó el gobierno figurando en la lista negra de países que no son confiables para otorgarle crédito.

Con semejante legado en sus manos es lógico que el nuevo estadista no tuviera muchos deseos de continuar la misma línea política que su hermano. Lo primero que hizo fue echar para atrás casi todos los proyectos insostenibles y recortar los gastos. El deporte no se ha visto fuera de esos recortes. Además de que en tiempos de Fidel era más fácil convencer a los deportistas con “muelas” y “diplomitas” que dieran el máximo. Ahora, con la apertura y los nuevos precios del propio Estado, la gente quiere plata en mano. Ello trae consigo el incremento de la deserción y la obligación de pagarles un porciento mayor que antes de lo que ganan fuera.

Por otro lado, la estrategia del COI de elevar el nivel competitivo y de que en cada deporte disputen los mejores, ha posibilitado la inclusión de los profesionales. Cuba se medía en el pasado con deportistas amateur y nuestros jugadores en verdad eran y son profesionales, solo que no les pagan igual. Al elevarse el nivel, por lógica han bajado nuestros resultados.

rio 2016Todos esos factores hacen que Cuba se posicione en estas Olimpiadas de Río de Janeiro en el lugar 18. Un puesto demasiado privilegiado aún para la crítica situación económica en la que está el país. Claro que nos llenan de emoción los triunfos de nuestros compatriotas y quisiéramos que fueran más las medallas, como antes.

Tenemos una gran base creada por la Revolución, que sin importar sus fines, ha rendido glorias y puede seguir haciéndolo. Pero lo más sensato es que fuese la expresión de un desarrollo real de nuestra sociedad, que no representara un lujo en medio de la pobreza, una forma de simular un nivel de desarrollo social que no tenemos.

Estar en el medallero rodeado de potencias y por encima de países del primer mundo no resuelve las necesidades más imperiosas de nuestro pueblo; más bien es una forma de disimularlas, embriagándonos con vanidad y orgullo. No obstante, recibimos eufóricos las cinco medallas de oro de nuestros atletas y las 11 en total. Felicidades para los laureados y para todo nuestro pueblo que bien merece un minuto de gloria.

Pero sueño con el día en que esos triunfos se multipliquen sin ser parte de una estrategia política ni constituyan un precio demasiado alto. Sueño con una Cuba próspera y completamente libre, sin “desertores políticos del deporte”, sin esa categoría de “traidores a la Patria”. Sueño con una Cuba que aproveche esas fortalezas y exponga un resultado incluso mucho mejor, pero que sea en verdad coherente con nuestra realidad social. Eso sueño.

 

 

2 thoughts on “El deporte cubano y la realidad social que lo sustenta

  • Muy buen Post Osmel, como nos tienes acostumbrados. Fidel Castro copió la utilización del deporte como propaganda política del ex campo socialista y específicamente de la ex URSS. Allá y aquí se creó un deporte profesional muy costoso sólo como vitrina política. Coincido contigo en que el deporte tiene que ser también el reflejo de los niveles de desarrollo del país y no el pesado subsidio por imagen política.Más me duele aún que esos recursos no se hayan utilizado ni en la infraestructura ni en la seguridad social paupérrima.
    En fin, que el legado de Fidel Castro es el fracaso en todos los órdenes.Hay que ver las fotos de los baños y salas de los Hospitales, las condiciones de las aulas de las escuelas que se mal sostienen por lo que ofrecen los padres y no por la gestión del estado.La municipalización de la enseñanza universitaria y los maestros improvisados y en cada plan de Fidel Castro, la economía ausente y los salarios por el piso.

  • Me alegra leer este artículo, Osmel. Recuerdo que en los 80 cayo en mis manos un número de la Gaceta Oficial que contenía una resolución del INDER donde se relacionaban todos los eventos deportivos nacionales e internacionales en los que Cuba participaría en ese año: era una lista de páginas y páginas. Inconcebible en un país que en aquellos momentos, aún tenía una libreta de racionamiento, estaba lleno de carencias, había un déficit de viviendas atroz con las consiguiente repercusiones sociales que ello conllevaba, se producían apagones, la ineficiencia de la economía era proverbial, sin contar la falta de derechos y libertades. Cuando hice esa observación a un amigo que era militante del Partido me dijo que aquello estaba bien porque el deporte era algo importante, que qué menos yo quería, que había que seguir compitiendo en todos esos eventos y eso que, a pesar de su militancia, él le veía las manchas al “sol” de la Revolución. Es verdad que él también era fanático de cuanto evento deportivo se presentaba y no estuvo de acuerdo con mi observación. Yo salí de Cuba, no he visto más a mi amigo, pero la última vez que nos encontramos ya sus opiniones eran aún más criticas de la situación nacional, supongo que también hayan cambiado en relación con el derroche que significa mantener un nivel deportivo de primer mundo en un país del tercer mundo con grandes posibilidades de pasar al cuarto. Repito, me alegra extraordinariamente un enfoque tan bien balanceado de un tema que no había visto abordado anteriormente. Ahora uno se da más cuenta de que el deporte fue utilizado por los jerarcas en el poder, no solo para dar la impresión al mundo de un falso progreso en Cuba, sino para entretener a la gente sencilla, de a pie dándole mucho circo, si bien poco pan.

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