Cómo ven los aficionados cubanos la crisis de la pelota nacional

Por Ronal Quiñones

HAVANA TIMES – Como prometimos en la entrega anterior, hoy pretendemos ofrecer los criterios de algunos aficionados cubanos sobre la existencia o no de una crisis en la pelota cubana, reflejada en sus resultados internacionales más recientes.

Para eso acudimos a la céntrica peña del Parque Central, en La Habana Vieja, donde a diario se reúnen fanáticos de los deportes, no solamente del béisbol, y espontáneamente surgen las discusiones entre los asistentes sobre los temas relacionados con la actividad atlética en sentido general.

Al introducir el tema, el primero en hablar fue Alexis, económico de una empresa estatal, quien insistió en que, a pesar de los pesares, Cuba sigue dando peloteros de alto nivel.

“Este año en las Grandes Ligas está luchando el título de los jonroneros en la Nacional Jorge Soler, que aquí nadie lo conocía, Pito Abreu en las impulsadas de la Americana, lo hermanos Gourriel serán los primeros con 20 jonrones cada uno en la misma temporada, Chapman sigue siendo el mejor cerrador. En fin, que siempre suenan nuestros hombres.”

Entonces intervino Pascual, que en estos momentos está como fumigador en la campaña contra los mosquitos. “Eso está muy bien, pero la crisis de la que se habla es aquí, no de los que están allá. Si ves la Serie Nacional ya uno no sabe cuáles son los mejores equipos, la cosa está tan mala que cualquiera le gana a cualquiera, porque la calidad es pareja, y no para bien, sino en lo bajo. Los pocos lanzadores que sirven no logran darle calidad al campeonato, y los mentores también son bastante malos.”

“Súmale a eso”, dice Gerardo, “que no hay motivación para jugar pelota. Es verdad que les subieron los salarios, y en teoría son altos, comparados con los que siempre tuvieron, pero los precios están disparados y con eso apenas se sobrevive. Nada más que comprando comida ya se te va todo el dinero, y la vida no es solo comer. Por eso los mejorcitos deciden irse del país a donde les paguen lo que se merecen.”

“Aquí lo que pasa”, comenta Roberto, “es que los jefes siguen viviendo la vida. ¿Hasta cuándo vamos a tener al incapaz de Higinio Vélez al frente de la pelota cubana? Ahora quitaron a Yosvany Aragón y pusieron a un comisionado nuevo que nadie conoce, pero igual le doy par de años, como a los que han pasado últimamente. El cáncer es Higinio y ese nadie lo extirpa. Lleva ya como 15 años ahí inventando y sacándole el kilo al cargo y los viajes. En cada torneo que vamos lo hacemos peor, y él ni se inmuta, está clavado en su puesto y no responde por nada.”

“Yo el otro día leí”, interviene Lázaro, “que cuando se estaba negociando lo de la contratación de peloteros cubanos en Grandes Ligas ni quiso recibir al enviado de los estadounidenses. Eso es tremenda falta de respeto. El hombre dijo que lo poco que habló con Higinio fue extraoficial, ¿ustedes creen que así se puede mejorar algo?”

“Por ahí debe empezar todo”, apunta Máximo, “por arrancarle la cabeza a ese tipo que lo único que le ha hecho a la pelota cubana es daño. Después de haber fracasado en el segundo Clásico de pelota, es una metedura de pata detrás de la otra. Todos los años inventando estructuras nuevas, y luego, cuando llegan los eventos internacionales, no toma en cuenta a los que juegan en Estados Unidos.”

“Hermano mío”, explica Carlos Luis, “eso no lo decide él. Ahí se mueven las altas esferas y él solamente es un peón. Esa es una decisión que pasa directamente por Raúl Castro, cuando él quiera entonces podremos ver a todos esos jugadores volver a vestir la camiseta del equipo Cuba. Lo peor es que la mayoría ha dicho que con orgullo volvería a jugar por Cuba, pero mientras seguimos haciendo el ridículo en todos los torneos a los que vamos. Yo creo que a este paso ni siquiera clasificamos a los Juegos Olímpicos de Tokio.”

“Eso sería ya el colmo”, expone Yurisander, “que ni siquiera estemos entre los equipos clasificados. Tremenda vergüenza. Aunque no sé qué será peor, porque si se clasifica entonces podemos hacer un ridículo peor en Tokio, a la vista de todo el mundo. Si quedamos en el camino el sufrimiento es más corto, y cuando estén los Juegos Olímpicos ya nadie se va a acordar de nosotros. Me parece que al final es mejor ahorrarnos el papelazo.”

“Yo, lo que sé”, regresa Gerardo, “es que todos los eventos nos quedan grandes últimamente. Ya ni deseos de ganar tienen, en estos años hemos perdido con Alemania, ¿qué nos espera? Eso sin hablar de lo que se hace en las categorías inferiores, porque da pena. Yo no recuerdo ningún campeonato infantil o juvenil donde haya más de 30 juegos. Los niños necesitan jugar para desarrollarse, y no llegar a la Serie Nacional a aprender, para eso están las otras categorías.”

“Señores”, dice Pedro Julio, “estamos hablando de dinero, todo se reduce a eso, y nosotros todos los años estamos en una crisis distinta, cuando no es el petróleo de Venezuela es la ayuda de los rusos, o el ciclón que pasó por tal lado, o el tornado, o la mala zafra, o lo que sea, siempre es un problema distinto y hay que priorizar otras cosas. El dinero que dejan los peloteros contratados en otros países se dijo que era para desarrollar la pelota, pero yo eso no lo veo, a no ser que sea para pagarles los viajes a Higinio y su camarilla, que no se pierden uno y cada vez llevan más gente que no pinta nada en las delegaciones.”

En sentido general, mucho criticismo encontré entre los presentes en la peña ese día, y me atrevo a asegurar que no se trata de una casualidad, pues ese tipo de comentarios se repiten también en foros digitales y en los estadios. Por mucho que se quiera explicar, hay cosas que requieren soluciones urgentes, y el tiempo sigue pasando.