Yuli: el niño que se convirtió en el gran bailarín Carlos Acosta

By Yusimí Rodríguez

HAVANA TIMES – No hay que ser amante ni haber asistido a una sola función de ballet para saber quién es Carlos Acosta.

A mediados de los años noventa, los fanáticos de ballet que se sabían todos los chismes de la compañía (y los que no se sabían, los inventaban), hablaban de un bailarín negro que era “lo más grande”, pero que no iba a llegar a nada en Cuba porque “tú sabes que aquí, los negros en el ballet no caminan”, o “porque tú sabes que a la doña no le gustan los negros”. O “ese negro está llamado a ser el mejor bailarín cubano de todos los tiempos, ganó un concurso importantísimo y la (doña) tuvo que comérselo con papas”.

El concurso importantísimo, o más bien uno de ellos, fue la Medalla de Oro del Prix de Lausanne. A este se suman el Grand Prix de la 4ta Bienal Concours International de Danse de Paris y el Premio Vignale Danza en Italia. Los tres ganados en 1990, pero su lista de condecoraciones es larga.

A Carlos Acosta lo rodeaban otras leyendas urbanas, como esta: cuando ya era bailarín del Royal Ballet de Londres, y estaba en Cuba de visita, un policía lo detuvo para pedirle identificación. Un trato preferencial que los policías suelen reservar para las personas negras.

La vida de este hombre, uno de los bailarines cubanos con más reconocimiento internacional, es el tema de Yuli, filme de la española Icíar Bollain, presentado durante el recién finalizado Festival del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana. La película se inspira en la autobiografía novelada de Carlos Acosta, Sin mirar atrás.

Frente a mis compatriotas yo estaba en desventaja debido a lo que, contradictoriamente, consideré un privilegio en 2016. Ese año, estaba planificada la presentación en Cuba de Sin mirar atrás. Pero por alguna razón que nadie explicó a quienes asistieron al Sábado del Libro, en La Habana Vieja, para adquirir los ejemplares, el libro no se presentó. Yo no había ido a aquella presentación, porque ya había leído el libro… en inglés (No way home). Un amigo me había prestado un ejemplar firmado por el propio Acosta.

Haber leído el libro en el que se inspira una obra cinematográfica antes de ver la película es, casi siempre, una desventaja, porque aspiramos a verlo reflejado en pantalla tal cual. Esperamos que llegue tal o más cuál momento y nos creamos expectativas, imposibles de cumplir porque no es posible meter un libro de más de 500 páginas en 108 minutos de metraje. Además, quien realiza una película basada en un libro, es también un artista y lo interpreta desde su propia libertad creadora.

Yuli se centra en una lucha que comienza en la infancia de Carlos y dura hasta que ya es un bailarín reconocido. De un lado, él y su renuencia a ser bailarín; del otro, su padre Pedro (Santiago Alfonso), se empeña en impedirle desperdiciar su talento.

El personaje de Carlos es asumido en su infancia por el niño Edilson Manuel Olvera, en su juventud por Keyvin Martínez y en su edad adulta por… Carlos Acosta, quien baila en varias escenas en que la danza se intercala en la narración. Aunque es un placer ver a Acosta bailar y hay buenos momentos coreográficos, en los que Carlos Acosta exhibe un alto nivel interpretativo, quizás lo que la valió la nominación al Premio Goya al Mejor Actor Revelación, lo cierto es que algunas de esas coreografías sobran y una llega a preguntarse qué aportan a la trama.

Pese a algunas insatisfacciones con el guión, ganador del Premio en el Festival de San Sebastián, como la secuencia dedicada a mostrar la situación de Cuba en los años 90, que me resultó demasiado armada, y a echar en falta algunos momentos del libro, Yuli me conmovió y me gustó la mayor parte del tiempo. No fui la única. El público asistente al Yara el sábado 15 la ovacionó. Lo mismo ha sucedido en otras proyecciones del filme en La Habana y en el Festival de San Sebastián.

Además de la nominación a Carlos Acosta (mucho más meritoria en mi opinión es la interpretación del niño Edilson Manuel Olvera) Yuli está nominada a los Goya en las categorías de Guión Adaptado, Dirección de Fotografía, Música Original y Sonido.

Además del otrora bailarín de Danza Contemporánea de Cuba y coreógrafo de Tropicana, Santiago Alfonso, el elenco lo integran muy buenas actrices, como Yerlín Pérez (madre de Yuli) y Laura de la Uz (Chery, maestra de Carlos). Los actores Carlos Enrique Almirante y el omnipresente, (presente en casi todas las películas cubanas últimamente), Héctor Noas, aparecen en papeles tan insignificantes que da la impresión de que la directora haya querido a toda costa buscarles un huequito en el filme.

Yuli es un filme para no perderse. La historia de un niño negro, hijo de un camionero sin estudios, que llega a ser uno de los bailarines más reconocidos del mundo, aún contra su propia voluntad, no puede sino despertar interés. Pero recomiendo también leer Sin mirar atrás, si alguna vez se publica en Cuba, o buscarlo fuera del país.

 

One thought on “Yuli: el niño que se convirtió en el gran bailarín Carlos Acosta

  • Estoy loca por poder ver la película. Ojalá la cuelguen pronto en youtube, jeje. Tuve la oportunidad de verlo bailar y la verdad es de mis mejores momentos presenciando el ballet. Conocía la “leyenda”, que no creo que sea tan “leyenda” cuando es tan poco usual ver bailarines negros en el ballet clásico cubano.

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