Yram Marrero: la fotografía me salvó

El fotógrafo cubano Yram Marrero. Foto: Irina Echarry

 

Por Irina Echarry

HAVANA TIMES – Nacido en la década del 60, rockero y apasionado, Yram Marrero se presenta con humor: “So-so-soy un gago que nació en Santa Clara”… pero yo lo conocí hace unos meses en Trinidad, creando un set de luces al pie de un horno de carbón*. Desde hace algunos años se trasladó a esta ciudad junto a su esposa cuando ya tenía claro que la fotografía era su vida.

Los primeros pasos

Desde niño le gustó el Arte, hacía “dibujitos y esculturas de arena en la playa”. Hasta una yuca le sirvió de soporte para modelar un torso de mujer; él cree que le quedó bastante bien pues “una profesora me lo quitó y no fue para comérselo”.

Cuando terminó el Servicio Militar fue a estudiar bien lejos: a la antigua URSS. Era 1988 y allí fue su primer encuentro con la fotografía. Comenzó a retratar a sus amigos, quienes posaban gustosos ante el lente; mientras, él aprendía un poco de técnica fotográfica de cubanos y de rusos.

Gorbachov puso aquello insoportable, al menos para mí y otros cubanos que estábamos allá estudiando; algunos se quedaban en Gander, Canadá, en el viaje de regreso a Cuba; otros en Rusia; y yo fui de los que regresaron con los estudios inconclusos”.

En aquel momento tan difícil consiguió trabajo rápidamente, gracias al hobby que por tanto tiempo le había entusiasmado. Enseguida comenzó a trabajar en un estudio fotográfico de Manicaragua. Todavía quedaba material de fotografía en los almacenes y pudo experimentar mucho con ellos.

Ya le interesaba el trabajo de los maestros Félix Arencibia, Corrales, Korda, aunque se identificaba más con Constantino Arias, por su obra, y por aquello que expresó sobre los críticos: Ahora a los muchachos les ha dado por decir que lo que yo hice es Arte y yo lo que estaba era buscándome los frijoles.

 “Eso me inspiró, pero cuando de verdad me tomé en serio la fotografía (digamos artística) fue al conocer a Ángel Baldrich y a Expósito, excelentes fotógrafos del periódico Juventud Rebelde”.

La primera cámara

Era una Nikkomat que tenía un golpe en la tapa de atrás y para mí era como si hubiera comprado una Nikon f2”. Con ella colaboró en algunos diarios y empezó a hacer exposiciones en su pueblo, una detrás de la otra. A petición de la dirección de Cultura hizo la primera expo de desnudo femenino que se hubiera visto en Manicaragua, “a gran formato con fotos bastante explícitas para esa época”.

La aceptación fue total, aunque también hubo inquietud entre el público. Su objetivo, dice, era alejar tabúes sobre el desnudo. Luego se dio cuenta de que no había entendido bien la petición de Cultura, que quería un homenaje a “la mujer miliciana, federada, madre y compañera. Pero eso no devalúa mi expo, les dije: debajo de todos esos uniformes también hay belleza”.

Por esos años, principios de los 90, hizo fotos para el Grupo de Teatro Escambray, publicó varias de ellas en la Revista Tablas y también se graduó de Fotógrafo Integral en Santa Clara.

La primera foto sorprendente

Yram Marrero documentando el trabajo de los carboneros en Trinidad, Cuba.  Foto: Irina Echarry

Todo lo que sucedía en el pueblo era registrado por Yram. Un día, en un desfile, llegó su primera foto realmente sorprendente. “Tenía de todo, hasta humor. Pasó como pasan esas cosas, me doy cuenta de que El Tabo, un vaquero muy carismático y conocido por todos en el pueblo por sus locuras, venía bailando solo. Pensé que merecía unas fotos.

“Cuando lo estaba enfocando, él agarró por una pata a una perrita callejera de color blanco que pasaba por su lado. El Tabo daba vueltas fuertemente sobre el tacón del zapato de su pie izquierdo impulsándose con el pie derecho y, al mismo tiempo, se pasaba a la pobre perrita de una mano a la otra. Obturé, y cuando bajé la cámara me di cuenta de que estaba tembloroso, comprendí que era por la emoción, yo sabía que tenía una foto que nunca había hecho y que difícilmente se me diera otra vez.

“La emoción se multiplicó más tarde cuando imprimí la foto. Había captado la expresión de horror de la perrita con sus cuatro patas abiertas y el chorro de orina, que ella iba soltando por el aire, bañaba al público apilado a unos metros del Tabo. Siempre me gustó el foto-reportaje y con esos códigos evalué aquella foto. Tenía buena composición, foco, una exposición correcta, teniendo en cuenta el motivo, el tiempo de obturación escogido fue el correcto. En general creo que tenía una impecable limpieza técnica y hablaba por sí sola del carácter, oficio y el modo de vida en general de aquel hombre”.

Lamentablemente esa foto se perdió después. También se perdieron otras cosas luego de la caída del campo socialista, entre ellas la Fotografía en Cuba.

El periodo fatal

Aquel estudio fotográfico se mantuvo funcionando con iniciativas propias, pero sin rollos, papel y química no se hacían fotos. Cuando todo colapsó, como sucedió con muchos cubanos, la vida de Yram dio un vuelco; tuvo que dedicar todas sus energías a sobrevivir.

“Fui a pescar tilapias en las presas con escopetas de caza submarina. Finalmente terminé criando puercos y ocupándome, junto a mi suegro, de una finquita muy pequeña. Aré con bueyes, sembré y así pasamos aquel periodo al que llamaron ‘especial’ pero que yo llamo fatal”.

Aunque algo le faltaba: “Vendimos una puerca flaca y me compré una ampliadora con ideas de retomar la fotografía. Por suerte encontré trabajo en otro estudio, en Fomento, y luego pasé a la empresa Fotoservice”.

El cambio para la era digital

Los establecimientos de Fotoservice aparecieron en los 90 cuando muy pocos manejaban las ventajas de la fotografía digital. Al principio le costó adaptarse pero comprendió que ese era el futuro de la fotografía y tenía que aprender todo lo necesario sobre el tema si quería continuar con ese oficio. Por ese tiempo conoció la obra de Raúl Cañivano con la serie Tierra Guajira: “aquello me provocó una sana envidia; era de las cosas que siempre quise hacer”.

La nostalgia brota en las palabras de Yram: “Hoy la Plata-Gelatina es un lujo caro para unos pocos y un bonito recuerdo para otros, como yo. No pierdo las esperanzas de volver a ver cómo aparecen los primeros tonos de una foto en el proceso de revelado a la luz de un filtro, hasta que al final se enciende la luz y nos encontramos con la maravilla, como dice un amigo mío”. 

No reniega de la digital, reconoce que “las posibilidades ahora son infinitas y sé que para el futuro lo que viene es inimaginable, le he cogido el tumbao pero encuentro más placer en la analógica, yo lo hacía todo, para mí el ruido es feo y el grano es bello, hasta el olor a química con que uno llegaba a la casa hablaba de lo que hacías”.

Por el camino encuentra las cosas

Aunque respeta la fotografía conceptual y confiesa que la ha explorado, a Yram le gusta salir sin una idea concebida en su totalidad. “Por el camino encuentro las cosas y resuelvo como puedo”. Hace poco, un amigo lo invitó a un proyecto sobre carboneros, fue más bien como asesor, y algunas de las fotografías que tomó durante varios días y noches en aquel lugar han tenido éxito, e incluso una de ellas fue premiada por el sitio yourshot.nationalgeographic.com dentro de las mejores del día 22 de marzo de 2018.

Para su sorpresa, la revista Arte por Excelencias las incluyó en su último número. “Esto es como gasolina para mí. El próximo año estrenaré otra serie en la que ya estoy trabajando, es sobre pescadores, que es también otro de los oficios más humildes y viejos en todo el mundo”.

Trinidad

Junto a su esposa fundó un grupo creativo audiovisual: Short Producciones, que se dedica a promover la cultura en Trinidad. Es el caso del documental Ciudad sin Tiempo, que cuenta lo sucedido durante los últimos trabajos de restauración de Trinidad entre 1976 y 1988, proceso que antecedió a la declaración del lugar como Patrimonio de la Humanidad, por la UNESCO.

Trinidad no es solo turismo, es una ciudad de más de 500 años con un fuerte movimiento cultural, donde hay gente que se toma muy en serio su trabajo”. Lo que más le alegra son los lazos creados con graduados de la escuela de Arte, lamentablemente clausurada hace un tiempo. “La relación con estos artistas sobrepasa el plano artístico y profesional, es una hermandad real”.

Tan real como su amor por la fotografía, pues ella lo mantiene a salvo.
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*La serie de Yram Marrero sobre los carboneros podrá verse en el Museo de Arqueología de Trinidad, Cuba a partir del viernes 18 de enero, durante un mes. Aquí les dejamos con 6 de sus imágenes.

 

 

 

 

 


 
 

 

Irina Echarry

Irina Echarry: Me gusta leer, ir al cine y estar con mis amigos. Muchas de las personas que amo han muerto o ya no están en Cuba. Desde aquí me esforzaré en transmitir mis pensamientos, ideas o preocupaciones para que me conozcan. Pudiera decir la edad, a veces sí es necesario para comprender ciertas cosas. Tengo más de treinta y cinco, creo que con eso basta. Aún no tengo hijos ni sobrinos, aunque hay días en que me transformo en una niña sin edad para ver la vida desde otro ángulo. Me ayuda a romper la monotonía y a sobrevivir en este mundo extraño.

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4 thoughts on “Yram Marrero: la fotografía me salvó

  • Bárbara toma la que logró con los dos personajes sentados a la luz de la luna y ese cielo realmente exquisito sobre la penumbra.

  • Bellas fotografías de un artista talentoso. Captadas en los momentos ideales por un ojo observador. Me encanto la entrevista.

  • Muy buen trabajo Yram , en momentos difíciles muchos han dejado la fotografía por otros oficios.. , aunque eso se lleva en la sangre y sale constantemente… te deja satisfacción, que bueno que la retomaste, felicidades, sigue esa pasión y no te separes de ella.
    Irina, que buena idea la de hacer este post…existen personas con mucho talento que apenas se conocen, esta ha sido una manera especial de conocer a Yram y la excelente fotografía que hace…gracias

  • Mis felicitaciones para el autor de las fotografías, poesía en imágenes y una forma de sacar a relucir personajes de la realidad que suelen ser un tanto invisibles.

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