Una nota breve sobre una historia grande

Yasmín S. Portales Machado

Promoción-Cuento-de-amor-en-un-barrio-barrocoHAVANA TIMES — Hace poco asistí al espectáculo “Cuento de amor en un barrio barroco” de Teatro de las Estaciones, y quedé fascinada.

Me narraron un cuento para niños lleno de cubanía, que, sin ser una oda a la religión, hacía referencia a la Virgen Patrona de Cuba y a su hermana Yemayá. El sencillo argumento de la lucha por el amor, revivió con su cruce intercultural entre las deidades del panteón yoruba y los míticos personajes de las “Mil y una noches”, enlazados todos a través de las aventuras de un niño valiente, que no teme a la mar, ni a pedir ayuda.

Con las canciones de William Vivanco y la Orquesta “Miguel Faílde” se producía un halago al buen gusto. Intercaladas con los parlamentos de Rubén Darío Salazar, las canciones de variados ritmos caribeños mantienen en vilo al público infantil, de modo que su atención no se desvía del siempre cambiante escenario visual y sonoro. Es una lástima que en Cuba –por razones que van desde la burocracia hasta la migración­-, se perdiera mayormente la tradición de teatro musical. Eventos como “Cuento de amor en un barrio barroco” dejan en infantes y adultos el deseo de frecuentar más este tipo de puesta en escena, donde lo hablado no pretende ser “natural”, sino que se recupera el drama en verso –abandonado mayormente en el teatro a partir del siglo XIX.

Esta estampa caribeña para figuras, actores y grupo musical es protagonizada por William Vivanco, cantautor  dueño de una manera de componer e interpretar tan fresca como  vital, mezclada con ritmos que van del reggae al bossa nova y del blues al rap, su disposición escénica y vocal se apoya en letras poéticas y rebeldes, que reflejan su tiempo, sus raíces, nuestro país, sus gentes y costumbres. Al cantar asume registros variados, que van desde la voz empequeñecida a voluntad a la emisión rajada, y de ahí a los sonidos onomatopéyicos que lo emparentan con la magia de los títeres.

El diseño escenográfico, los muñecos, el vestuario y las luces, llenos de creatividad y fantasía, nos reiteran que todavía tenemos el talento de Zenén Calero Medina para una puesta placentera. El personal estilo de este artista plástico es uno de los sellos de Las Estaciones. En este caso, la marca étnica de las figuras, un niño mulato y una sirena negra, reflejan el mestizaje característico de la población de Santiago de Cuba, la ciudad evocada, y compensan que el elenco de actores sea blanco. Realmente me parece una mejor solución que pintar la piel de algún intérprete humano, ese recurso siempre me genera incomodidad.

Cuento… es también el tributo teatral con figuras, danza y música a la herencia mestiza de las tradiciones nacionales, exploradas en otros montajes de Las Estaciones, y presentada ahora como una fábula de hadas antillanas. El elenco de Teatro de Las Estaciones, junto a artistas invitados de Danza Espiral, los muy jóvenes y talentosos músicos de la Orquesta Miguel Faílde; Mario David en la gráfica, la asesoría dramatúrgica de Yudd Favier, los diseños de Zenén Calero, que han marcado el estilo de la agrupación durante  dos décadas, Lilita Padrón en el trabajo coreográfico y Rubén Darío Salazar desde el texto y la puesta en escena, acompañan a Vivanco en  9 de sus temas más gustados (Barrio barroco, Pa´que enamore, Azul, El viejo Simón, Olokum, Alí Babá, Pa`iluminarte, Pilón y Palo haitiano), que sostienen la dramaturgia de la obra donde se cuenta la historia de Wilo, un niño que descubre estar perdidamente enamorado de un imposible.

El final, apoteosis de carnaval oriental con banda sonora de pilón -ese ritmo de efímera vida pero que todo el mundo recuerda-, rompe el límite entre escena y público hasta entonces respetado, pues el director aparece arrollando entre los asientos. Allí se pone a prueba la fuerza de las convenciones sociales sobre el comportamiento en el teatro: ¿quedarse quieto en el asiento, como gente “bien educada”, o salir a gozar? Por suerte, los niños no viven esas disyuntivas.

Yo acabé como rumbera, junto a mi hijo y Rubén Darío. Gracias a Wiliam Vivanco, la Orquesta “Miguel Faílde” y los intérpretes de Teatro de las Estaciones por sacarme de mi misma. Dicen que de eso se trata el arte –entre otras cosas.

Felicitaciones navideñas y éxitos a Teatro de las Estaciones.

Ficha técnica de “Cuento de amor en un barrio barroco”
(Estampa caribeña para figuras, actores y grupo musical en vivo)
Producción: William Vivanco – Teatro de Las Estaciones- Orquesta Miguel Failde
Estrenada el 27 de septiembre de 2014, en la Sala Pepe Camejo, de Matanzas-

Elenco (por orden de aparición):

WILLIAM VIVANCO
Niño Wilo: YERANDY BASART, LUIS TOLEDO O YADIEL DURÁN (Bailarín Danza Contemporánea Espiral)
Pregonera 1 y Yemayá 2: MARÍA LAURA GERMÁN AGUIAR
Pregonera 2 y Yemayá 1: MARÍA ISABEL MEDINA
Pregonera 3 y Yemayá 3: KAREN SOTOLONGO
Pregonero 4, Simón, El viento y Alí Babá 3: IVÁN GARCÍA
Totí, La Tempestad, La Caridad y Niña Karola: MIGDALIA SEGUÍ (Actuación especial)

Grupo musical (Orquesta “Miguel Faílde”):

ROLDANY HERNÁNDEZ, piano
JAVIER MOLINA, percusión cubana
JOHAN MEDINA (Estudiante de la ENA), percusión cubana
ETHIEL FERNÁNDEZ, percusión menor
ANDY PEÑA, bajo
MARIO RODRÍGUEZ, saxofón
JULIO ENRIQUE FERNÁNDEZ, trompeta

One thought on “Una nota breve sobre una historia grande

  • Gracias por esta entrega, Yasmín. Has colocado el dedo sobre una vieja llaga: ¿Quién decidió el cierre del Teatro Musical, de Consulado y Virtudes, y la dispersión del colectivo, hasta dejarlos totalmente silenciados? Una decisión que al parecer puso el último clavo en ese género tan representativo de la que se ha dado en llamar la Isla de la Música. Otro de los misterios de nuestro país… a ver cuándo levanta la mano el responsable.

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