Una casa muy vieja

Irina Echarry

De la pelicula "Casa Vieja". Foto: cubasi.cu

HAVANA TIMES, Jan. 17 — Durante el pasado Festival de Nuevo Cine Latinoamericano las largas colas no dejaron de verse. Las películas cubanas atrían mucho público, pero en especial Casa Vieja, de Lester Hamlet,  fue un imán que acercó a jóvenes y no tan jóvenes, y aún sigue provocando aglomeración de personas a la entrada de los cines de estreno de la Habana.  ¿Por qué sucede esto?

Esteban regresa a su casa por la enfermedad del padre, eso implica enfrentarse con los mismos problemas que dejó atrás hace 14 años, al marcharse.  Los conflictos existenciales actuales reavivan sus vivencias pasadas, muy poco ha cambiado desde su partida.  Son los mismos temas los que mueven a la familia y a los demás personajes: ideología, amor, intransigencia, sexualidad, egoísmo y lejanía.

Basada en la obra teatral de Abelardo Estorino, que refleja los primeros años de la Revolución, la película recontextualiza la trama, la trae ante nuestros días para demostrarnos que las emociones no tienen una época determinada y, sobre todo, que nos siguen afligiendo los mismos problemas y mucha gente quiere seguir dándoles las mismas soluciones.

El director Lestor Hamlet.

Ahora Esteban (Yadier Fernández) no regresa de la Habana, sino de Barcelona y Diego (Alberto Pujols), el hermano mayor, es  chofer de alguien influyente, alguien que puede dirigir la vida de los demás con todo lo que esto conlleva.

Una casa de madera del barrio Santa Fe, una funeraria bastan para representarnos a un pueblo muerto donde el tiempo parece estar dormido.  Solo Flora (Isabel Santos) despliega vida, quiere transformar las cosas, cambiar la rutina.  El mar funciona como válvula de escape, símbolo de libertad, como un viejo amigo a quien podemos contarle nuestras penas, nuestros deseos y frustraciones.

Haciendo homenaje al teatro, se divide en actos y un intermedio.  Al principio se hace énfasis en el pasado: recuerdos, nostalgias, reencuentros, algunos reproches.  Pero el presente se va colando como la luz por las hendijas de las vigas de madera de la casa, va contagiando al protagonista de confianza en sí mismo. Entonces Esteban decide hablar de sus tormentos, decir quién es y cómo quiere ser respetado; enfrentarse al hermano.

Cartel de la pelicula cubana Casa Vieja.

En la sala oscura, con sus comentarios, el público establece un paralelo entre el personaje y cualquier joven cubano real, aburrido del estancamiento espiritual, económico, social y político del país, cuando Esteban nos grita que somos seres humanos, no estatuas, que no debemos actuar como dioses manipulando a los demás; y sobre todo al incitarnos a perder el temor:  “Tenemos miedo romper las reglas y quedarnos sin nada.  Pero qué importa quedarnos sin nada si lo que tenemos no sirve.”

Luego vuelve a marcharse, la casa (la familia o el país) no lo acoge con amor, no lo respeta como ser humano, aun no acepta su identidad sexual, no avanza junto con la época, al contrario,  se anquilosa con  dogmas, se adormece como si estuviera hechizada.

Sí, vivimos en una casa muy vieja, hay que renovarla, despertarla pero ¿cómo vamos a hacerlo si nos alejamos de ella?

One thought on “Una casa muy vieja

  • Excelente Trabajo compañera. Tienes mucha razon, si nos vamos nunca podremos hacer nada ni por nuestra casa, ni por nosostros mimos

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