Un boleto ¿hacia dónde?
Irina Echarry
HAVANA TIMES, 8 dic. — Quizá fue el tema lo que atrajo al público a la sala del Yara o, tal vez, lo poco que se ha hablado del film en cuestión. La mañana del lunes 5 de diciembre sorprendió a los amantes del cine con un estreno cubano: Boleto al paraiso, de Gerardo Chijona. Una película triste y provocadora, que invita a la reflexión.
Eunice lleva una mala vida, cansada del acoso sexual del padre huye de la casa. En su fuga encuentra a tres jóvenes que, encerrados en la rutina de su pueblo de campo, también decidieron escapar. Los nuevos amigos y el viaje a la Habana influirán en el crecimiento espiritual de cada uno. Juntos descubrirán nuevas sensaciones, emociones y sobre todo, tendrán la responsabilidad de decidir sobre sus destinos, lo que pudiera ser el punto más interesante de la película.
Chijona nos tiene acostumbrados a las comedias, pero aunque hace guiños constantes a la risa, la película es un documento sobre la tristeza de una época: los años 90. Años turbulentos, de carencias económicas y pérdida de sentimientos, años en que los jóvenes se sintieron en un túnel sin salida y sin nada firme a qué aferrarse.
Algunos escuchaban rock, como los protagonistas de la película, pero el sentimiento de soledad y de vacío iban más allá del gusto musical.
El ansia de un camino construído por ellos mismos, sin tener la carga de la aceptación de la sociedad, condujo a muchos al desespero y cuando la inocencia se une al desespero, se encuentran soluciones un poco románticas, apasionadas. Por eso los jóvenes de esta cinta prefieren contagiarse de SIDA a seguir en las rutinas diarias que le ofrece la existencia y que no quieren aceptar, o quizá ven la enfermedad como un lazo que los ata para siempre, más allá de la vida y la muerte.
Lo cierto es que aunque la cinta parte del diario de un médico (de ahí la imagen idílica del profesional amable, preocupado y de la institución de ensueños a donde todos quisieran ir) que trabajó directamente con enfermos en el sanatorio de Los Cocos, la trama va más lejos, por lo que no es una película sobre el SIDA como se ha anunciado.
Con buenas actuaciones, diálogos frescos, la omisión del Patio de María, sitio emblemático de los rockeros, refugio de muchos jóvenes en el período especial y algún momento de melodrama forzado, la cinta terminó con aplausos del público. Un público que vio en esos personajes gente de carne y hueso, ingenuos (a veces demasiado), propensos a cometer errores o a salvarse como cualquier ser humano.
Me inmagino !! tambien lo vivo como Inmigrante!! no hacia La Habana ..sino hacia Europa!!