Terreno de nadie: otra mirada al pueblo haitiano

Iriana Echarry

HAVANA TIMES, 18 feb. — Haití es un país importante por estos días. Importante por la desgracia que en él ha sucedido.

Miles de niños y niñas han muerto, han resultado heridos o huérfanos (que es otra forma de herida).  Los medios de comunicación masiva repiten sin cesar la cantidad de damnificados y la situación difícil (aunque antes del terremoto también era muy difícil) a la que tienen que enfrentarse los sobrevivientes.

Frente a tanto horror, tanta calamidad, cualquiera podría representarse a los haitianos como gente debilitada, frágil, sin fuerzas para seguir viviendo. ¿Cuál será la opinión de un niño que sólo escuche lo pobres que son, lo maltratados por el clima que han sido o la necesidad de ayuda que tienen?

Para contrarrestar esta imagen de desvalidos llega Terreno de nadie, libro escrito por Ariel Ribaux Diago (1969-2005), un cubano que se dedicó a contar  historias interesantes a los más pequeños de la familia.

El libro narra un fragmento de la vida de un adolescente haitiano en el exilio, víctima de la discriminación, la soledad y la tristeza.

De la mano de Marcel, se hace un recorrido por la historia, las costumbres, la cultura de Haití.  Ese pueblo sufrido y atrasado, que tiene entre sus mejores victorias de haber sido la primera de las colonias (en este caso de Francia) en lograr su independencia.

Todo eso cuenta el joven, con orgullo, en la prueba de Historia, a la vez que critica a la profesora de Lengua Francesa porque le quiere cambiar su apellido.

La sociedad donde ahora vive le es ajena, lo repudia por ser diferente, no lo deja integrarse.

Nuestro héroe se pregunta cómo puede ser odiado por gente que ha sufrido el odio de los otros en carne propia.

Se cuestiona la falsedad, la hipocresía o la mentira como forma de vida establecida entre muchos adultos.  Intenta arreglar los conflictos familiares: juzga al padre por la infidelidad que comete; siente pena por la madre, sola en un país donde no le dan trabajo de maestra (su profesión) sino de auxiliar de limpieza.

El autor nos presenta a un niño capaz de reflexionar sobre problemas existenciales, de aceptación y sobre asuntos que repercuten en su derecho a expresarse o comportarse de la manera en que ha sido educado.

Pero también el muchacho es capaz de amar y, por supuesto, de perdonar.  Marcel se defiende de todo lo que le es adverso y de todos los que lo agreden. Hasta que en un momento logra comenzar a adaptarse en ese país nuevo, en el que al fin empieza a sentirse menos solo.

Ariel Ribaux nos dejó un libro de amor. Amor a las tradiciones, a la familia, a los viejos y los nuevos amigos, a Dominique (la peliroja pecosa que besa al protagonista por primera vez).

Marcel siente orgullo por sus raíces, amor por sí mismo, autoconfianza y sensibilidad, algo que debemos tener todos los seres humanos, sin importar el lugar donde nos toque vivir.

Después de leer Terreno de nadie, publicada por la Editorial Gente Nueva, 2009 y presentada en la 19 edición de la Feria del Libro de la Habana, nuestros pequeños  se identificarán con Marcel y, por encima de la melancolía que provocan  los sufrimientos, verán optimismo, valentía, deseo de ser mejores y, sobre todo, felices.