Teatro político cubano: “En el duro”

No aspiran las revoluciones a arrasar partes determinadas de un todo,
a uniformar el cuadro social o a establecer predominios de grupo, clase
o casta: “Aspiran a obra de amor, a ligar en recíproca tolerancia y acción
fecunda todos los elementos reales de un país” asado.
-José Martí

Por Lynn Cruz

Teatro Pig’s Appeal.  Carlos A. Aguilera, Lynn Cruz y Nadine Geyersbach

HAVANA TIMES – Luego de mi exaltación frente a la policía y agentes de la Seguridad del Estado, cuando trataban de impedir que se estrenara mi obra Los Enemigos del Pueblo – digo trataban, porque, a pesar del dolor de tener que despedir a los invitados, la función tuvo lugar para las únicas dos personas que habían logrado entrar. Lo cierto es que ahora todos me aconsejan que me tranquilice, y para ello me consuelan con esa manida frase: “No vas a arreglar el mundo”.

No es que no crea que tengan razón, pero me niego a mantener un pensamiento tan conformista, soy “anticonformista por composición genética”.

Tampoco pretendo algo tan ambicioso como “arreglar este mundo”. Mis sueños son sencillos. Aspiro a vivir en una nueva Cuba donde algún día, más temprano que tarde, se acepte el pluripartidismo y la libertad de expresión, justamente para que cada quien tenga el derecho de manifestar públicamente su individualidad, sin que esto lo convierta en un disidente.

En el año 2009 viajé a Alemania, a la ciudad de Düsseldorf, para trabajar en el grupo de teatro independiente Pig’s Appeal, dirigido por Petra Lammers. Era una obra de teatro político de Heiner Müller, versionada por la joven dramaturga Fiona Ebner. Por primera vez experimenté lo que significa hacer teatro dentro de una democracia. Antes, había trabajado con algunos directores cubanos que resultaron dictadores, pues tal como funciona el teatro, funciona el país.

Como parte de la obra también se generó una discusión que pretendía encontrar los paralelismos y conexiones entre una actriz alemana, Nadine Geyersbach, y yo, con relación a nuestras vivencias dentro del socialismo; se utilizó, igualmente, el texto del monólogo: Discurso de la madre muerta, del escritor cubano Carlos A. Aguilera.

Recuerdo que durante los primeros días de trabajo de mesa, cuando Lammers me dio a leer la pieza de Aguilera, me asusté. Recién salía a la luz como una prisionera de la caverna de Platón y al sentirme entre arenas movedizas, llena de etiquetas e ideologías que no pocos choques culturales provocaron, me hicieron, además, temer de las palabras escritas por Aguilera. Yo, con un pensamiento institucionalizado también creía que: “Me estaban utilizando”.

Llena de miedos pensaba que, a mi regreso a Cuba, la Seguridad del Estado me estaría esperando para interrogarme y terminaría para siempre mi carrera como actriz. Los actores necesitan siempre de un director, de modo que estaría perdida.

Obra Zement, Christoph Müller, Lynn Cruz, Idalmis García

Hace poco, de manera fortuita, me reencuentro con Carlos A. Aguilera por e-mail, gracias a que el escritor Orlando Luis Pardo me dio sus contactos. Había pasado mucho tiempo desde entonces. En aquel momento, para mí, él estaba del lado de “los enemigos”, a juzgar por su obra.

Sobra decir que no me quedé con sus datos, aun cuando al final trabajamos: “juntos pero no revueltos”, como se dice en buen cubano.

Recuerdo que la primera vez que hablamos, en Alemania, le dije que ese texto era muy agresivo y que además me parecía muy fácil hacerlo desde fuera, que el teatro cubano se debe hacer dentro de Cuba. Él me preguntó si yo era de provincia y le respondí: “Crecí en Matanzas. Mi papá es teniente coronel y miembro del Partido Comunista”. Gracias a esa remembranza mientras dialogábamos recientemente, esa línea forma parte hoy de Los Enemigos del Pueblo.

Claro que en mis palabras, reconozco, había una dosis de ingenuidad, ¿quién dijo que era posible hacer un teatro como el de él en Cuba? Pero no hay nada más frustrante para el teatro político que hacerlo fuera de su contexto. 

Hace poco de nuestra correspondencia, al principio ni siquiera lo identifiqué. Solo estaba dialogando con el amigo de Pardo, hasta que él me habló de su monólogo y caí en cuentas de que se trataba de la misma persona, de quien una vez temí.

Me sentí avergonzada y le pedí disculpas, él me perdonó amistosamente.

Cada quien tiene que vivir su propio proceso. La realidad cubana es muy compleja y contradictoria. Puedes pasar la vida viviendo dentro de una sociedad completamente anárquica, como bien expresa Aguilera a través de su literatura, pero solo cuando decides hacer una obra política es que sientes el verdadero peso de una tiranía.

Hablo desde el arte, aunque recientemente me ha conmovido mucho el desplazamiento de los libreros de la Plaza de Armas. Imagino que estas personas hayan experimentado la misma impotencia que yo siento frente a la imposibilidad de mostrar mi trabajo. Ellos también han sido víctimas de la codicia de los que tienen el poder absoluto en nuestra Isla: la familia Castro.

Christoph Müller, Idalmis García, Carlos A.Aguilera, Nadine Geyersbach, Lynn Cruz, Rafael Banasik y Bianca Künzel

Como artista tengo mayor libertad de expresión que el resto de las personas y eso conlleva una responsabilidad con mi tiempo. Aun cuando conozco el verdadero peso de mis palabras, y el peligro que corro desafiando a los poderosos con mi accionar y mi obra.

Siento miedo tal vez al dolor físico, a que colapsen mis riñones tras una huelga de hambre o varios días sin beber agua dentro de una prisión, que es lo que haré en caso de que me encarcelen.

Pero mi mayor miedo, el que me corroe y paraliza verdaderamente, es el de sentirme cómplice de un gobierno que traiciona, a cada instante, los principios de justicia social dentro de un país cada vez más injusto y dividido.

Mis palabras carecerían de sentido si no fuesen respaldadas por los hechos. El excesivo despliegue policial y de la Seguridad del Eestado, para amordazarnos, es una expresión manifiesta de la culpabilidad del Gobierno cubano.

Repetir consignas de Fidel Castro en el Granma, sustituyendo a José Martí. Proclamar “Cuba es nuestra”, cuando en verdad deberíamos rescatarla del propio gobierno que la secuestró. Cambiar el sentido del lenguaje para confundirnos, con la nueva “autonomía de las empresas estatales” que en realidad no es más que privatización, capitalismo de estado.

Extirparle al pueblo sus derechos dentro de ese segregado “sector privado”, a cambio de una educación y salud corruptas, es, en esencia, lo que le queda al pobrecito cubano.

Pero los pueblos dormidos, una vez que despiertan, reconocen su verdadero poder, el de la huelga, la manifestación.

Sin embargo, destruir es más fácil que construir. ¿Cómo rehacer lo que se ha roto? ¿A cuánto ascenderá el saldo por la pérdida? Al parecer nuestro viaje, como joven nación, necesitaba de esa sobre dosis de dolor, pues nada se sostiene por sí solo, como es casi una verdad absoluta que también todo caerá por su propio peso.

La palabra peso me evoca el poemario de Virgilio Piñera. Entre sus poemas hay unos versos que cada vez que los leo me estremecen: “Este mundo está en el duro y ojalá se nos deshiele, porque de no ser así nos matará la dureza”.

Lynn Cruz

No es el arte el que imita a la vida, es la vida la que imita al arte”, dijo Oscar Wilde. Y es que el arte siempre va un paso más adelante. Soy actriz y escritora. Para mí el arte, en especial la escritura, es un modo de exorcizar los demonios. Es algo íntimo. Sin embargo, decidí escribir periodismo porque me di cuenta de que yo no existía. En Cuba sólo tienen derecho a expresarse públicamente, las personas autorizadas por el gobierno. Havana Times constituye un ejemplo de convivencia dentro de una democracia y puesto que me considero demócrata, mi sueño es integrar la filosofía de este diario a la realidad de mi país.

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3 thoughts on “Teatro político cubano: “En el duro”

  • Lynn: no he tenido el placer de disfrutar de tu talento artístico, pero si te expresa tan bien como con la pluma, aquí en HT, sé que me encantará. Muy bueno e interesante lo que escribes. Tus vivencias son parte de un proceso por el que hemos transitado muchos. Muchos vecinos, amigos, familia, se me acercan constantemente diciéndome con murmullos: “echa para atrás en eso de enfrentar a esta gente. Son muy poderosos. No hay quien lo arregle pero tampoco quien lo tumbe. Lo que hay es que vivir lo mejor que se pueda”. Otros me dicen “trata de irte, esta gente no van a parar hasta meterte preso de verdad y hacerte talco”. Mi padre, mi madre, todo el que me quiere, vive en zozobra. Ni la madre de Frank País, que era un terrorista revolucionario, ni Lina Ruz con sus hijos entre balas en las montañas, ni el resto, temían tanto como las madres de los periodistas independientes, de los artistas contestatarios o críticos simplemente, o de las madres de los opositores activos en política dentro de la isla. Y pensar que fue para resolver problemas como estos que se hizo la revolución y se peleo tanto y se han hecho tantos sacrificios en seis décadas por todo nuestro pueblo. Tenemos miedo, mucho miedo, pero más nos asusta no hacer nada y ceder a la coacción, al chantaje, a la impotencia. Es como renunciar a nuestra condición humana más elemental. ¡Imposible verdad! Por eso te entiendo perfectamente. Somos muchos.

  • Felicitaciones a la autora de este Texto por hacer público la forma de pensar de muchos activistas que hoy no se encuentran en Cuba porque se dieron cuenta que al contrario de lo que mencionas el texto en cuestión, determinaron luchar pero desde fuera porque no les quedó otra opción.

    Voy a tomarme la atribución de contar la historia de un gran amigo que tengo quien en la actualidad vive en Canadá, país que dicho sea de paso, yo he visitado dos veces.
    Bien.
    Este joven tiene 38 años, 15 años atrás pensaba igual que la autora de este texto, y a juzgar por las palabras del mismo, se dio cuenta que estaba siendo manipulado todo el tiempo por el gobierno cubano, el fue un muchacho con mucha suerte, inteligente, pacífico, más muy ácido con su escritura, yo solía bromear diciendo que sus palabras estaba ese temperamento peculiar de Virgilio Piñera…

    Él fue popular entre diplomáticos extranjeros y fue amante de funcionarios públicos de mucho poder en la habana, eso le propicio protección. Hasta un día.

    Ese día llegó descubrió que toda su vida había sido un esclavo de los medios de comunicación y de la ideología del régimen. Él creía que podría vivir en la isla luchando y que podría ver la luz al final del túnel. – No. Mentira, todo era mentira! Descubrió que sus sueños de triunfar como profesional, sus aspiraciones de ser feliz, de tener una vida digna, todo eso no lo viviría, no en Cuba. No con su forma de ser, no con su incapacidad de mirar hacia otro lado. Simplemente no pudo soportar vivir enjaulado. Logró visitar otros países, y en cada uno de ellos se sintió en casa, sintió libertad, sintió paz. Y mucho dolor al ver que había nacido en un país que no era el suyo, se lo habían arrebatado mucho antes de haber nacido.
    Y no podía hacer nada al respecto. Solo callar la boca, bajar la cabeza y obedecer, pudo luchar por un tiempo, pero se cansó y las consecuencias de sus actos no estaban afectándole solo a él, también su familia se convirtió en el objetivo de su verdugo.

    Él no pudo soportarlo. Y emigró.
    Suerte en tu actuar.

  • Excelente amiga! Un abrazo, recuerdo nuestras conversaciones cuando estabas en Alemania. Te quiero y te admiro! Que no nos mate, que no nos mate…

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