Rondando la tumba de La Milagrosa

Aurelio Pedroso  (Progreso Semanal)

la_milagrossa_8255-685x342HAVANA TIMES – El escritor cubano Julio Antonio Martí Lambert (Santiago de Cuba, 1947) nos sorprendió, precisamente el Día de San Valentín, con una  novela donde pasión y amor se unen de manos alrededor de la aún enigmática y siempre venerada Amelia Francisca de Sales Adelaida Ramona Goyre de la Hoz, más conocida como La Milagrosa.

Y si de por medio, aparece en las  primeras páginas de Demonios de la pasión una prostituta con triste final junto a su amante ocasional, entonces el lector tendrá ante sí una obra de la editorial Capitán San Luis que dará mucho qué hacer en la literatura de alto vuelo histórico y policíaca.

No es la primera vez que el periodista y escritor, Martí Lambert nos hace una entrega de encomiable factura. Con anterioridad ya la había emprendido con La madrugada de los perros, un trágico acontecimiento de sangre que conmovió a la sociedad cubana en los años 90s tras un frustrado intento de salida ilegal del país acontecido en la base náutica de Tarará, a unos 15 km al este de La Habana.

Y aún más, como coautor junto a Reynaldo Lugo, compañero entonces de profesión, de la mejor novela que pueda retratar La Habana de 1958: Palmeras de Sangre, publicada por la Editorial Mondadori, donde ficción y hechos históricos comprobados iban camino de la cinematografía norteamericana y que, por avatares políticos y burocráticos, nunca llegó al celuloide.

Con los permisos pertinentes, un fragmento de la arrancada: “Veinticuatro horas después los vendedores ambulantes de los periódicos vespertinos pregonaban a vivo grito la noticia del día: en el barrio pecaminoso de Las esmeraldas del buen vivir, el cuerpo aún viviente de una prostituta había amanecido con el cuello abierto y desangrándose a chorros sobre el colchón maltratado y tibio de un camastro de la casa señorial de Mareen Mabillón. Y tendido a su lado, en pelaje de Adán, Jacinto Pericot Nebrija yacía quieto y con expresión gozosa en su sueño profundo de guerrero vencido por la plétora irrefrenable de una noche loca de sexo y alcohol”.

Una de las singularidades de Demonios… es que no faltan personajes reales encubiertos bajo el manto de los tiempos con sorprendentes vivencias que gracias al autor han tomado pasaporte a la literatura.

La factura resulta impecable. El autor conoce y domina el idioma. Y algo más: cómo contar una historia que resulte cautivante. “Resultado de una acuciosa investigación histórica, puede leerse como un fresco de los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX”, se advierte en la solapa.

La tumba de La Milagrosa es tal vez el sitio más visitado en la necrópolis de Cristóbal Colón por quienes a acuden a “la santa” para hacerle las más disímiles peticiones sobre todo aquellas relacionadas con el amor y la salud de los hijos. El propio autor ha confesado: “El amor delirante de aquel hombre por su mujer es el asunto de este libro”.

A Julio Martí le acompañé durante sus años como reportero. En una oportunidad convenció a nuestro director para que le enviase a los cayos de la costa norte en busca de los ponis salvajes que, según él, habitaban en esos parajes. A su regreso, después de una larga estadía que reclamaba su puesto en la redacción, en ninguna de las pruebas de contacto aparecían los diminutos equinos y no tuvo mejor ocurrencia que, antes de entregar el reportaje, irse al zoológico en día de asueto para los animales y tomar allí las instantáneas. Fue en ese momento cuando comprendí que no le resultaría muy difícil el camino de la literatura. Le sobraba imaginación.

Demonios de la pasión es un libro que se agradece o, como ha dicho su editor, “un apasionante ejemplar de la literatura cubana actual”.

One thought on “Rondando la tumba de La Milagrosa

  • Atractiva reseña, de las que nos dejan con ganas de leer libros. Con esto reitero la necesidad de que HT disponga de más resúmenes e informaciones sobre literatura cubana de todo tipo, sin parar mientes en si se trata de autores “oficialistas” o alternativos y hasta disidentes. Todos cubanos, al fin y al cabo…

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