Quién está autorizado a opinar y quién no
Por Verónica Vega
HAVANA TIMES — Si se observa la historia de la revolución cubana a través del panorama del arte, quedan al descubierto excesos de una irracionalidad que ni aún los acérrimos defensores de ella pueden enfrentar sin caer en el plano de la ingenuidad o el descrédito.
Férreos prismas instaurados en la crítica que asfixiaron la cultura y condenaron al exilio o al más inmerecido ostracismo a figuras que han puesto en alto (a pesar de la omisión oficial interna), el nombre de esta atormentada isla.
Y un termómetro aún más exacto es el funcionamiento de la contracultura. Sucesos como el Hip Hop, estigmatizado en su origen con el sello de “diversionismo ideológico”, fue herido en el mismo núcleo que había logrado aglutinar lo mejor del movimiento del país: el Festival de Rap de Alamar.
Al ser intervenido en 2001 por la AHS (Asociación Hermanos Saíz), ya había llamado la atención del músico Harry Belafonte y el actor Danny Glover y de activistas norteamericanos que apoyaban el evento y se autodenominaban “Agosto Negro”, aludiendo a hechos significativos vinculados con la lucha de los derechos civiles de la raza negra, y también a esta fiesta que tenía lugar en lo más álgido del estío cubano.
Rodolfo Rensoli, coordinador de GRUPOUNO (proyecto gestor del legendario festival), accedió a compartirme una reciente tarde su visión de este antiquísimo e inextricable fenómeno que es la censura.
Rensoli: Yo pienso que el sistema tiene instalado un parámetro, una especie de frontera de lo que se debe decir, y más importante que eso: quién lo puede decir. Esa instancia subjetiva yo la viví en mi propia casa. Me di cuenta de que mi hermano, por ser miembro del partido podía hablar, y yo no. Es algo que todavía no sé si he logrado rebasar.
Ahora, como mis sobrinas han generado debates que tienen que ver con la experiencia de una generación incluso más irreverente que la mía, el asunto ha cambiado y ellas han ido pasado a la ofensiva. Pero a mí me fue muy difícil establecer un diálogo.
Que el hombre piensa como vive es una realidad casi absoluta. Y ¿quiénes eran los raperos, quiénes éramos nosotros (que no estábamos avalados por ninguna academia distinguida), para emitir o permitir que se emitiera una opinión? Tal como le pasó a la Nueva Trova, como le pasa a cualquiera que no venga de una escuela de cuadros del PCC, NO está autorizado a opinar.
HT: Y cuando ustedes hacían el festival, ¿cómo percibían la censura? ¿Había restricciones explícitas, se les exigía mostrar de antemano los textos de los raperos?
Rensoli: Esa es una pregunta muy interesante. Nosotros gozamos de bastante libertad, ¿por qué? Creo que fue una circunstancia coyuntural. Primero, habíamos generado y sosteníamos algo que la institución no estaba dispuesta a hacer. Segundo, en un principio nos avaló la propia AHS. Es posible que Fernando Rojas viera en mí la posibilidad de tender un puente entre el arte callejero y la presión institucional.
Y es cierto que gozamos de relativa libertad pero de todos modos era incómodo. Cuando nos poníamos a discutir, uno sentía eso, es como una cámara invisible que está ahí, permanente, y se convierte en una especie de vigilante, de controlador automático, hasta el punto de que llega el momento en que puedes hablar libremente y ya no te lo crees.
HT: ¿Solamente el criterio de ser miembro del partido determina la acción de la censura?
Rensoli: Bueno, también hay arraigados ciertos códigos, como lo que ellos entienden por idiosincrasia, cultura… como lo “permisible”. Mira, el número ese, “Cerro cerrado”, del reguetonero El Insurrecto, dice cosas que jamás se le hubiesen permitido decir a un rapero, y que quizás aún hoy no se le permitan en un espacio institucional.
El rapero es un formador crítico, y a eso le tienen terror. Cuando se percatan de que en una persona hay un background de propuestas de transformación social, yo te diría que el veto es casi total. Por eso pienso que esta sociedad tiene que aprender a vivir con lo nuevo, con el que difiere, con el que critica, con el que propone.
HT: Pero el robo del festival, ¿no fue un ejemplo concreto de cómo opera la censura?
Rensoli: Absolutamente.
HT: ¿La Asociación Hermano Saíz les dio algún argumento de por qué se lo quitaban?
Rensoli: Lo más parecido a un argumento fue aquello de que: “el festival sobrepasaba nuestras posibilidades”, pero hubo muchas cosas ambivalentes. Además, ¿qué derecho tenían a sustituir un evento sin ser sus creadores, sus protagonistas? Eso sin contar que no hubo ningún ejemplo, (desde los términos que ellos sostienen), de posición “opositora”, ni siquiera política. En todo caso hubo una reacción pero hacia ellos, con el cartel de Justicia Social de Papá Humbertico.
Y siempre es así: ellos manejan los presupuestos libertarios. Cuando surge una peña, algo que no tiene mucha repercusión comunitaria, puede haber un margen de apertura, pero todo sigue siendo relativo. Incluso una manifestación artística abstracta puede caer bajo el prisma de la sospecha, y eso es una enfermedad.
HT: Ahora tú mismo trabajas como programador en el municipio de cultura, ¿has notado alguna evolución en el enfoque de la censura desde aquellos tiempos?
Rensoli: Sí… pero es una evolución muy cómoda. El arte es un fenómeno expansivo e influye sobre mucha gente. Y sí ha habido algún cambio, por ejemplo: (esto es a la inversa pero forma parte del mismo criterio), que se tome ahora el día de los Derechos Humanos como una ocasión propicia para actividades culturales es un hecho extraordinario. Porque las meras palabras “derechos humanos” llegaron a ser contestatarias.
Yo veo el totalitarismo como un estado mental. En los tiempos de la revolución francesa la palabra “libertad” podía acarrear la decapitación. La gente que se cree paradigma de una supuesta verdad en ejecución, llega a esa ambivalencia tan extrema y desastrosa.
Mira, yo escribí una serie de artículos para un libro sobre el Hip Hop que está haciendo el Centro de Investigación de la Música Cubana, y hay uno donde hablo de la “puñalada de Alpidio…” (director de la ASH en el momento de la apropiación del festival).
HT: Esa historia nunca ha sido contada por los miembros de GRUPOUNO, y esto ha dado lugar a muchas leyendas, en la mayoría se les acusa de negligencia…
Rensoli: Sí, se habla de los “errores” de GRUPOUNO, como se habla de los “errores del socialismo”. Pero nadie dice que fue una estrategia concreta, una cosa espuria, fabricada. A un organismo hay que dejarlo desarrollarse, tanto en la naturaleza como en la sociedad, es el mismo proceso. Desde el punto de vista de los creadores, ¡todo estaba bien!, nosotros estábamos experimentando y la función de la institución era darnos el auspicio para seguir creciendo de forma natural.
Y se aprovecharon de la inmadurez de los que no tenían siquiera conciencia de lo que habíamos logrado. Nosotros internacionalizamos Alamar, ¡Alamar salió en una revista de Quincy Jones! Y los compraron con viajecitos, jóvenes con talento verdadero y hasta con presupuestos teóricos importantes para la sociedad, pero muy inconsecuentes. Es una pena.
Después incluso hubo un congreso para sacar a la parte ortodoxa de la AHS, no a GRUPOUNO, sino a toda una generación que entonces definía qué era la AHS. Yo creo que la visión del gobierno sigue siendo errada, y confusa, ven lo alternativo como una lacra social.
HT: Esta pregunta se la he estado haciendo a varias personas, y es parte de una observación. Yo veo un peligro potencial en el tiempo y en el hecho de que los grupos no se identifiquen o incluso no aprendan con la experiencia precedente. Porque pasó lo del Festival de Rap, ustedes no se lo esperaban lógicamente, luego vi lo que pasó con OMNI y tampoco se lo esperaban, ellos se sentían mejor integrados y hasta más alertas, pero igual los sacaron del taller, y fue más escandaloso porque la censura también está obligada a mutar. Entonces vino lo de Rotilla, que aunque fue distinto porque publicaron una carta donde acusaban de plagio al ministerio de cultura…
Rensoli: Sí, es que tenían un marco de legitimidad jurídica, en ese sentido ellos avanzaron más que nosotros.
HT: Anjá, y lo que quiero decir, ¿no es importante que haya una unidad en la visión porque todos estamos por la misma causa?
Rensoli: Yo fui al Poesía sin Fin que OMNI hizo en coordinación con Matraka, recuerdo que nos saludamos y había una afectividad, es como en los velorios, ese dolor compartido. Porque yo vi venir lo que les pasó, como vi venir lo de OMNI, porque ya lo había vivido.
Festival de Rap de GRUPOUNO, Poesía sin Fin de OMNI y Rotilla de Matraka, son expresión de organización, convicción y poder de convocatoria del movimiento alternativo. No es que el estado los «permita», es que irrumpen, suceden.
Mi generación fue como el albacea del legado de los hippies y rastas de los 60s, y por supuesto, logramos cosas que ellos no lograron frente al criterio totalitario y represor de toda manifestación universalista, porque el enfoque oficial era que el nacionalismo hacía falta.
Algunos artistas consiguieron insertarse alcanzando cierta notoriedad, por ejemplo los Van Van, pero NO como propuesta de pensamiento. No convenía entonces ningún pensamiento que no fuera el marxismo leninismo, como ahora mismo no conviene. Ellos lo ven como un hueco en el dique.
Y el control es expresión de un ejercicio de poder que lleva mucho tiempo en esa experiencia y también les representa un aprendizaje. Cuando intervienen un evento como el de Rotilla observan los elementos de éxito, para intentar reproducirlos.
Los americanos se ocuparon de eso hace mucho tiempo, porque siempre han fabricado las alternativas como hicieron con Elvis Presley. No de-construyen, no barren: manipulan, reemplazan. Y así han logrado cierto nivel de diálogo con el movimiento alternativo, el socialismo ha sido muy inflexible.
Y lo que te decía sobre el peso del partido aún incide. Te voy a poner un ejemplo simple: en la elección de candidatos a delegados no hay ninguna posibilidad de que alguien que no sea del PCC llegue a ser delegado. Hay una maquinaria silenciosa que trabaja para que no se filtre nadie que no cumpla con este requisito y pueda tener alguna popularidad.
Así que en ese sentido no creo que haya cambiado nada. No existe la intención de que en la Mesa Redonda haya un día alguien que represente, no a la oposición fíjate, alguien como tú y yo, cualquiera, simplemente alguien que represente al pueblo.
Como mismo el gobierno americano desmontó a los black blocks de Hip Hop. La historia se repite, el poder cambia de forma pero su esencia es la misma.
Muy buena la entrevista, deja claro el «antiquísimo e inextricable fenómeno» de la censura que este regimen siempre ha aplicado a sus musicos.
Muchos que tuvieron que hacer su obra ocultamente e irse a tierras lejanas donde poder crear libres y lejos de la nota marxista-leninista, ahora ven que a los que ellos hostigaron una vez, hoy son creadores con exito y ahora es que se les da permiso para andar a todo tren en su pais. Ellos no cambian.
Gracias por la entrevista. Muy muy buena! Abrazos a Veronica