Poetas críticos se reúnen en la capital cubana

Por Lynn Cruz

Rafeal Amanza (sombrero) y Rafael Alcides.

HAVANA TIMES – Este sábado santo se encontraron los poetas disidentes Rafael Alcides, Bayamo (1933) y Rafael Almanza, Camagüey (1957), en un jardín de Nuevo Vedado. No fue cualquier jardín, el milagro ocurrió en la casa habanera del poeta bayamés.

Almanza viajó desde su ciudad natal, ubicada en el centro de la Isla, animado por Instar (Instituto de Artivismo Hanna Arendt), proyecto liderado por Tania Bruguera.

Como en la Grecia antigua, y rodeados de discípulos, dialogaron y confrontaron al hombre postmoderno Almanza y al sensualista Alcides.

Entre los presentes figuraba el escritor Ángel Santiesteban, Premio Casa de las Américas, y, además, exprisionero de conciencia.

Bruguera, como parte de su exploración personal sobre cuáles son los límites del arte, se ha caracterizado por desarrollar una obra de contenido político.

Hay una frase que dice: “Es más fácil quitar un prejuicio, que acabar con un rumor”.

Durante mucho tiempo, la figura de esa artista de performance ha sido estigmatizada en Cuba. Mencionar su nombre dentro de las instituciones aún provoca estremecimiento.

Es curioso cómo este es un patrón que se repite. Durante casi sesenta años de persecución al pensamiento crítico de la intelectualidad cubana, ha sido muy efectiva la fabricación de falsas verdades alrededor de los artistas que han disentido públicamente o a través de sus obras.

Alcides recordaba que durante el proceso del escritor Heberto Padilla, un funcionario de primera línea le mostró el expediente al poeta Nicolás Guillén, supuestamente con las pruebas de la colaboración de Padilla con la CIA. Pero a Guillén solo le mostraron la carpeta, nunca pudo ver el contenido.

Los presentes reclamaban a Alcides y Almanza el silencio cómplice de la intelectualidad. Recordaron la carta que firmó un grupo de artistas e intelectuales en el año 2003, para apoyar la decisión de Fidel Castro de fusilar a los tres jóvenes que secuestraron la lancha de Regla en La Habana, y que se decidió mediante un juicio sumario.

Tal vez muchos de ellos firmaron por fe ciega, otros desde el automatismo de apoyar  un documento “revolucionario”, mientras algunos lo hicieron por oportunismo. Lo cierto es que hoy aparecen como parte de una lista que desde la distancia los convierte en culpables.

Sin embargo, Almanza y Alcides, a pesar de seguir siendo machacados por el sistema, hicieron un llamamiento a la comprensión de un fenómeno que no puede ser simplificado.

Alcides, igualmente, protagonista del documental Nadie, de Miguel Coyula,  fue criticado por el escritor exiliado  Nestor Díaz de Villegas.

Díaz de Villegas sufrió presidio político a causa de un poema en el año 1973. Él, veinte años más joven, culpa a la generación de Alcides de haber firmado las Palabras a los intelectuales, discurso de Castro pronunciado en el año 1961, y que iniciara las persecuciones, de las cuales aún son víctimas la mayoría que asistió a la charla, incluyendo a los propios Alcides y Almanza.

Por supuesto, esa crítica provocadora de Díaz de Villegas pretende iniciar un diálogo postfidelista, pero nadie dentro de la Isla se atreve a escribir sobre Nadie.

Era un grupo numeroso el que asistía a ese momento revisionista. Momento de absorber con apetito el pensamiento sólido de esos dos maestros.

Instar continúa su buen camino, en medio de las presiones, pues realizar un instituto, claro que es un gesto político, consecuente con la obra de la artista que pretende existir en su país.

Casi al final, Alcides recordó al poeta David Sherician: “Tardamos diez años para descubrir que nos equivocamos, y después necesitamos treinta años más para reconocerlo.