Pintura cubana desde Francia

Por Yusimí Rodríguez,  Fotos Alejandro Morales

Pintura cubana desde Francia

HAVANA TIMES,  Feb. 7 – Dos pintores cubanos residentes en Francia, exhiben su obra en el Centro Cultural Casa de Víctor Hugo, en la Ciudad de La Habana hasta el 15 de febrero.

Fui a la inauguración de la muestra “Cimarrones en Montmartre,” de los pintores Francisco Rivero y Lorenzo Padilla.  Asistí por invitación de Mercedes Aguirre Sotolongo, curadora de la exposición, unida además a Francisco Rivero por una amistad de más de treinta años.

No puedo hablar de esta exposición como lo haría una crítica de arte o una conocedora de pintura, porque no lo soy. Apenas entré al salón del segundo piso, lo primero que llamó mi atención fue un cuadro ubicado al fondo, en la pared que quedaba frente a mí, y me atrajo por el colorido y la alegría que me produjo instantáneamente.

Sin embargo decidí ser disciplinada y seguir una especie de orden sugerido por la colocación de las palabras de la curadora a mi izquierda, y los cuadros en una sucesión a partir de ellas.

Si el primer cuadro atrapó mi vista por la profusión de colores, ahora me sorprendía la variedad de técnicas y soportes empleados por Francisco Rivero: collage, tempera sobre cartulina y óleos sobre el mismo soporte; también se incluían varios collages con acrílico sobre cartón tabla, un material que aquí empleamos para cubrir un hueco en una puerta o una ventana de forma temporal, en nuestras casas.

Centro Cultural Casa de Víctor Hugo

De alguna forma estos trabajos me hicieron pensar en una búsqueda de las raíces africanas, una nostalgia de emigrante, tristeza de la lejanía y la búsqueda de sí mismo, tal vez por los tonos sombríos, el empleo del negro como único color en algunos casos.  Me viene a la mente una frase que da título a uno de sus cuadros: “Algunos son hojas, otros son ramas, pero yo, yo, yo, yo… soy la raíz.”

Finalmente llegué al cuadro que me había llamado la atención y entonces vino la sorpresa porque no era un óleo. Algo que pude notar en las piezas de Francisco Rivero fue que en ninguno de los casos usó el óleo como soporte.  En este caso tampoco se trataba de cartulina, sino  de una combinación de fragmentos de tejidos cosidos.  Este cuadro se titula “Un día sin nubes,” algo que para nosotros es solo un día típico, pero este título me sugiere que en Francia un día así puede ser algo especial y tal vez muy esperado.

Este empleo de tejidos se repite en los tres restantes cuadros que conforman la muestra de Francisco Rivero.  Si tuviera que describirlo sólo a partir de sus piezas, diría que posee una mente inquieta y una necesidad de explorar y experimentar constantemente.

Pero también tuve la oportunidad de conversar con él y me habló de su interés por el tejido como elemento de la vida cotidiana, que tiene como función principal la de vestirnos.  No me asombró saber, posteriormente, que este hombre, que estudió pintura en la Academia de San Alejandro de Ciudad de La Habana entre los años 1972 y 1976, también se graduó del Instituto Superior de Diseño en el año 1984.

En la obra “La gran felicidad toma su espacio,” el papel de cubrir pared se suma a la combinación de tejidos, al  igual que en  “Llega en el silencio elocuente de un sueño,” en el que emerge la silueta de una mujer caribeña o africana, de la combinación.  En el cuadro “En la fría colina una canción” se combinan los colores azul, rojo y blanco: colores de la bandera francesa que son también, casualmente los de la bandera cubana.

O tal vez no casualmente, pues fue la Revolución francesa con sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad, la que inspiró casi todos los levantamientos revolucionarios del siglo 19.  La realidad de estos ideales en la Francia contemporánea es una preocupación constante que se refleja en las conversaciones con Francisco Rivero.

He ido descubriendo esta exposición a través de varias visitas en las que siempre se me revela un detalle nuevo, y al hablar con el creador.  Dentro de esta muestra, compuesta mayormente por cuadros, se incluye una pequeña instalación hecha en el cartón que se utiliza como envase en las tiendas y que muchas veces vemos tiradas fuera de almacenes y en contenedores de basura.

Confieso que no me llamó la atención hasta la tercera visita, fundamentalmente por su título “Visión.”  El artista me cuenta que se trata del envoltorio que protegía un teléfono de fibra óptica que le instalaron en su casa en Francia; el hombre que realizó el trabajo le preguntó a Francisco si él podía deshacerse del envoltorio, porque al parecer él no tenía tiempo y Francisco accedió.

Pero luego vio las potencialidades del material para convertirse, en su estado natural, sin ser alterado con pintura, en una obra de arte.  Esa fue la visión que tuvo al contemplar el envoltorio y ensayar formas con él. De ahí el título de la obra que ahora se exhibe en la Casa de Víctor Hugo.

En esta exposición se insertan una acuarela y tres óleos sobre lienzo en pequeño formato, sin título, del pintor Lorenzo Padilla. Este artista obtuvo una beca del Museo del Prado a principios de los sesenta y desde finales de esa década vive en Francia.

Francisco lo describe como una persona de gran sensibilidad y elevados principios.  Ha donado obras de arte a la ciudad de Matanzas y también una colección de arte africano que se exhibe en el Museo de Arte Africano de Matanzas. Por este motivo, le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional en el año 2006.

Tampoco el lugar escogido para esta exposición parece ser casual. Se trata del Centro Cultural Casa de Víctor Hugo, ubicado en la calle O’Reilly de la Habana Vieja.

El célebre escritor francés nunca vivió en este sitio; sin embargo, este Centro se inauguró el 16 de abril del 2005 para rendirle homenaje por su solidaridad con los cubanos que luchaban por la independencia contra la metrópoli española en el siglo 19.

Se dice además que mantuvo correspondencia con nuestro Apóstol José Martí. Desde aquí se difunde la cultura francesa en la comunidad, se imparten clases del idioma, conferencias y se proyectan películas. En este sitio permanecerá abierta la exposición “Cimarrones en Montmartre” hasta el 15 de febrero.