Orman y la nena que quiere hacerle callar
Osmel Almaguer
HAVANA TIMES — Orman Cala (Granma, 1980) no ha recibido la misma promoción que el resto de sus coetáneos, pero sus canciones están dotadas de un espíritu rebelde, de un ímpetu joven que provoca, en aquellos que tienen la suerte de escucharle, la sensación de querer más.
Como la mayoría de los trovadores nacidos en la década de los ochenta, y habría que investigar las causas concretas de este fenómeno, su obra se encuentra dispersa en algunos fonogramas colectivos de ocasión, que organizan generalmente instituciones culturales (Raspadura con Ajonjolí, Egrem, 2007, y La voz del diablo Ilustrado, Egrem, 2008).
Ha participado en diferentes eventos por toda Cuba, como la Fiesta de la Cubanía en Bayamo, el Festival del Caribe (Fiesta del Fuego) en Santiago de Cuba, las Romerías de Mayo en Holguín y el Longina de Santa Clara, entre otros.
Jódete
Parado en rincón de las constelaciones / acusado de alterar el orden público / el sueño, la tranquilidad / me comparan cual delincuente antisocial / porque le sirvo a la noche en su brisa musical.
Y yo solo soy un trovador / humilde servidor / no me compares con un delincuente / no señor, no.
La maldad me atropella cual accidente de tránsito / y yo le pongo mala cara a tu insensibilidad / es que lo tuyo nena es un caso excepcional / algo absurdo, ilógico, paranormal.
Si te revienta el oído, jódete / si te revienta el oído mi guitarra nena / qué le voy a hacer.
La madrugada es propicia / pa’ reinventar canciones / cosas del alma, gritos, / gritos del corazón.
Así que no me mandes a callar / porque si callo, porque si callo / se escucha el grito del silencio / un poco más allá.
La irreverencia frente a la incomprensión, la libertad frente a la represión de la misma, lo irreflexivo frente al orden, son algunos de los opuestos que se recrean en esta canción. El autor, cuestiona esa visión superficial que algunos tienen, de esos otros que no se ajustan a sus ideas del orden.
Hay un sujeto que defiende su derecho a lucir como desea y a pararse en una esquina a la hora que sea para cantar los temas de su inspiración, sin que eso lo convierta en un antisocial. Quienes se empeñan en censurarle, tal vez sean de la misma clase de personas que luego transigen ante los verdaderos delincuentes, aquellos que roban algo más que dinero.
Es por eso que el caso de esa “nena” ―de la cual no hay dudas, se trata de una nena genérica y podría incluso estar choteando a un hombre―, según el sujeto, es excepcional, ilógico, paranormal, pero es.
La reacción es otra dosis de incomprensión e incomunicación, así no es posible un acuerdo: si te revienta el oído mi guitarra nena qué le voy a hacer. Y luego parece agregar: soy un ser de la madrugada, la madrugada es propicia pa’ reinventar canciones cosas del alma, gritos, gritos del corazón.
La madrugada es un momento de silencio, pero el silencio sería imperdonable. Lo sería para un trovador, pero también si todos obedecemos a esa “nena”, que quiere hacernos callar.
Definitivamente, parece que en Cuba cualquiera es artista.