¿Oportunidades o nepotismo?

Por Gaby Rabassa

Una clase maestral con Vladimir Malakhov. Foto: radioangulo.cu
Una clase maestral con Vladimir Malakhov. Foto: radioangulo.cu

HAVANA TIMES — Conversando con amigos bailarines, en el Instituto Superior de Arte (ISA) en Cuba, observé la decepción reflejada en el sacrificio infinito que como estudiantes y artistas de nuestro país, les caracteriza.

Hace ya 2 meses y un poco más, se celebró en Holguín el Concurso de Danza del Atlántico Norte y Gran Prix Vladimir Malakhov, lo cual suponía una gran oportunidad para los jóvenes coreógrafos y bailarines cubanos. Se otorgaban 2 becas para el extranjero, mejor puesta en escena, coreografía, interpretación, en fin, todo un mundo de fantasía que pronto se derrumbaría ante el regionalismo (alusión a una de las causas del fracaso de la Guerra de los 10 años del siglo 19) que aún nos hace perder victorias.

Resulta que el jurado -el mismo de hace 3 años- compuesto por el gran Vladimir Malakhov, su mánager, y la directora de la compañía Codanza, en Holguín, además sede del evento, no premiaron a bailarines virtuosos ni mejores condiciones ni mejores técnicas, sino, como años pasados, al nepotismo, el interés y el disimulo.

Excelentes bailarines, premiados y reconocidos en otros eventos culturales, criticaron la falta de profesionalidad, el poco respeto hacia ellos mismos y los resultados finales del evento, el cual les valió solo para perder el tiempo.

No por falta de anuncios, convocatoria o propaganda, cada vez es menor el número de participantes, tanto nacionales como internacionales. Dadas las circunstancias, ya no se sabe ni cuáles son las exigencias para resultar premiado y, por tanto, los profesionales de respeto, optan por no malgastar las horas de su carrera artística con falsas esperanzas.

Habría que preguntarse, entonces:

  • ¿Cuál es el fin real de este concurso?
  • ¿Cuáles son los beneficios de los organizadores, aparte de lo obvio?
  • ¿Cómo es posible que se permita este tipo de artimañas en nuestro país?

En todas partes del mundo existe el interés, las oportunidades en negocios familiares, el regionalismo, etc… pero no por ello, dejaremos de denunciar.

Debería proponerse un jurado neutral, al menos, en apariencia. Deberían, las autoridades pertinentes, aplicar las leyes del nepotismo en estos concursos, como se hace en los centros de trabajo. Debería controlarse más un evento tan significativo para el desarrollo y reconocimiento de nuestra cultura en el mundo.

Las noticias publican su relevancia, las supuestas oportunidades y hasta a los bailarines en pleno ensayo esperanzado, pero… ¿quién publica los resultados reales?

Se les debe respeto a estos profesionales que aún con muy pocas oportunidades de abrirse camino, eligen una carrera tan sacrificada como corta, en la que la mayoría termina como maestro, porque ha pasado el tiempo, los años, los concursos arreglados y aun así, no pueden parar de pintar con sus bailes el cielo de Cuba.