Inclusión o ambigüedad de posturas

Por Adonis Milán

Duo musical Boulevard.

HAVANA TIMES – A finales del año pasado el museo de la disidencia programó un evento dedicado a la violencia de género, titulado Mi cuerpo es mío. La organización estuvo a cargo de Yanelis Núñez y Luis Manuel Otero Alcántara, creadores del museo y quienes proyectan actividades mensualmente en ese espacio. Esa vez se unió como coordinador Ulises Padrón Suárez, trabajador del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

El espacio estuvo marcado por la confluencia abigarrada, a mi parecer, de un desfile de artistas heterogéneos.  Pero la división más fuerte estuvo en hacer confluir un personal que trabaja y responde a los intereses de la institucionalidad, con un grupo de personas que crean sus trabajos en un marco totalmente independiente.

Yudith

Ante la pregunta de cuál es el interés de hacer comulgar a ambos sectores, Luis Manuel Otero respondió: “Mi proyecto de trabajo, espacio y humano es generar una nueva Cuba, que ya no parta de esa relación, que tú eres malo y yo soy bueno. Estoy cansado de eso. Estoy cansado de lo institucional y lo no institucional, de los disidentes y del Gobierno. Todos esos extremos han servido para el oportunismo y para estar en disputa constantemente. Yo quiero un ente de libertad de expresión y pensamiento. Generar algo que se parezca al diálogo entre las dos partes es importante para dar el primer paso a la democracia.”

El programa dio inicio con un monólogo interpretado por la actriz Iris Ruiz, llamado Abicuo, que toca temas como la convivencia familiar y el abuso doméstico. Luego se dio paso a la proyección del cortometraje de la serie Isla, del artista multifacético Nonardo Perea, quien se alzó hace poco con el premio de novela Kafka.

Ulises Padron Suarez trabajador de Cenesex.

Luego Ulises Padrón Suárez habló del trabajo en el Cenesex, y exaltó la labor humanista de esa institución liderada por Mariela Castro. Su intervención dio pie a una ráfaga de preguntas del auditorio,  a las que Ulises respondía con evasivas y respuestas preconcebidas, aprendidas, quizás, por la demagoga Mariela.

Estaba programado que yo diera una charla acerca de la mujer en Perséfone Teatro, grupo que dirijo, y mostrara un fragmento de una obra en proceso llamada Voces, interpretada por Félix Dayán Fernández. En ese momento aproveché para expresar mi apoyo a la campaña Cuba Decide, le doy la palabra a Rosa María Paya, quien se encontraba sentada en primera fila. Le hago preguntas sobre la campaña y algunas personas pertenecientes al Cenesex, se levantan y se marchan en cuanto Rosa comienza a hablar.

Eso muestra la intolerancia y la falta de ética de los que responden a la institución. Aun cuando Rosa María Paya había escuchado las mentiras del compañero que se hacía eco de Mariela Castro.

Voces interpretada por Felix Dayan Fernandez

Tras preguntarle a Ulises Padrón cuál sería la reacción de su jefa cuando se enterara de que él se está haciendo portavoz del Cenesex  en un espacio censurado y abiertamente disidente, este dio una respuesta que subraya lo risible: “No creo que la directora pueda tener ningún inconveniente, porque como ciudadano cubano soy libre de expresar mi opinión donde considere necesario.”

Ese primer día concluyó posteriormente con un Spokenword,  por la poeta-rapera Afibola y transformismo masculino por Argelia Fellove. Justo antes de cerrar aparece un niño interpretando ¡Qué linda es Cuba!, canción que alaba la figura del dictador Fidel Castro.

El segundo día comenzó con el dúo musical Boulevard. En las dos jornadas estuvo montada la exposición Una familia revolucionaria, y la proyección de la serie documental Causas y Azares,  ambos trabajos de Yaima Pardo.

Rosa Maria Paya

Se dio paso a dos charlas, la primera era de Yanelis Núñez,  trataba sobre mujeres críticas de arte en la diáspora. La segunda fue de la activista de derechos humanos Lia Villares, quien habló de su experiencia en diferentes grupos opositores y el abuso que el régimen castrista ejerce hacia estos.

Finalmente cerró el cantante lírico Yelier Guada, quien dignificó por un momento la pluralidad del programa. A él le sucedió la rapera Yudith,  convertida según ella al cristianismo, quien exhortó al público a creer en Dios.

Ese fue el cierre de una actividad  prácticamente dedicada a la diversidad. La decadencia nos contamina, la búsqueda de igualdad nos coloca fuera de contexto y las ganas de fraternidad hacen que perdamos posturas de dignidad.

Por eso pregunto ¿Cuánto necesitamos de la inclusión en todas nuestras esferas como país?  ¿Debemos mantener nuestra postura para lograr la sociedad que queremos? ¡Cuba es un gran circo y todos debemos asumir nuestro papel en la carpa! Eso lo aprendimos de Fidel. Rompamos ese esquema, rompamos la carpa y habrá un cambio justo para todos.