Festival Jazz Plaza celebra sus 30 años
por Irina Echarry
HAVANA TIMES — Hacer música en Cuba, según algunos compositores, es una tarea difícil. Argumentan que las calles son demasiado ruidosas: la gente habla gritando, instalan las bocinas de los equipos de música de manera que el sonido salga directo a la vía pública; es común que las guaguas lleven la reproductora con el volumen muy alto; los autos, en su mayoría viejos, suenan de manera escandalosa, además de hacer uso excesivo del claxon.
Los establecimientos estatales no escapan al bullicio, por sus bocinas puede brotar el reggaetón más agresivo a tempranas horas de la mañana o, al contrario, muy tarde en la noche. Últimamente, con el avance de las nuevas tecnologías, la gente anda con sus ipods, mp4, etc., imponiendo su ritmo preferido.
Sin embargo, hay quienes ven a Cuba como un escenario netamente musical y utilizan esos ruidos para hacer su creación, se nutren de ellos.
La reciente clausura del concurso JoJazz no cerró las puertas para este género en la Isla; próximamente celebraremos los 30 años del suceso más esperado de la música jazz en el país: el Festival Internacional Jazz Plaza. Por lo que, durante cinco días, los ruidos callejeros se unirán a las melodías de ciertos músicos extranjeros y del patio.
Hasta el momento han sido invitadas más de 35 agrupaciones de 18 países: el grupo salvadoreño Los Brujos, los franceses Ibá Ibó Yoruba Specimen, la Orquesta de Jazz de Kansas City, músicos de la gran orquesta sinfónica de los EEUU, el trombonista y compositor de San Francisco Wayne Wallace y su Latin Jazz Quintet, The Norwegian Big Energy Ensemble con su proyecto Jazz del Norte, Anton Doyle de Trinidad y Tobago, el saxofonista canadiense Doug Martin, CABOCUBAJAZZ de Cabo Verde, Gryssel Ramírez de Puerto Rico, y el colombiano Justo Almario —conocido como el heredero latino de John Coltrane—, son algunos de los que compartirán su música con nosotros entre los días 17 y 21 de diciembre.
Arturo O´Farril es ya casi habitual en este evento. Para esta ocasión, el músico norteamericano hará una gira por la parte oriental del país donde podrá interactuar con estudiantes de las escuelas de arte de Camagüey y Santiago de Cuba. Luego, el día 18, ofrecerá un concierto en el capitalino teatro Mella.
Gran sorpresa fue leer entre los invitados a una banda muy seguida por algunos rockeros en la década del 90; unos tipos rudos que usaban mucho los sintetizadores y tocaban rock blues: ZZTOP. Ojalá venga esta banda de Texas; daría un toque diferente al Festival.
Otra novedad será la Feriajazz que ocurrirá en el Pabellón Cuba, donde habrá desde presentaciones de artistas hasta clases magistrales, y mucha artesanía. También estarán a la venta instrumentos musicales.
El jazz, esa música de mezclas, no ha captado la atención de una gran parte de los cubanos, pero algunos lo escuchan esperando que le llegue el turno a la orquesta que prefieren. Por eso, la casa de la Cultura de Plaza —sitio emblemático del Jazz Plaza— es a dónde más personas acuden, pues el cierre de cada noche se reserva a una orquesta de música popular: NG la banda, Isaac Delgado, etc. Otros lugares donde se presentarán los artistas son el teatro Mella, el Café Miramar, el Palacio de la Rumba y, por primera vez, la peña de jazz del Hotel Sevilla y la Fábrica de Arte Cubano (FAC).
…Estoy cumpliendo 30 y batería bien cargada… ¡Preparen, apunten, fuego! que el Jazz Plaza va a empezar…
Así reza el tema musical que celebra este aniversario del Jazz Plaza, un evento que aunque ya arriba a su tercera década sigue siendo el espacio más importante dentro del panorama jazzístico de Cuba.
Este evento cada vez se marchita un poco, a veces el comité organizador da tumbos del todo. Sin embargo esta ocasión parece que todo puede salvar el rumbo gracias a la presencia del tremendo Wayne Wallace, una clara muestra del buen quehacer musical, «pero musical», no esa vaina que venden como jazz, latinjazz o cualquier mierda que deciden catalogarla de alguna manera porque es necesario venderla bajo un mote: todo aquél que ha escuchado a Wallace percibe algo agradable, asume que es música y pocas veces o ninguna se detiene a preguntar si aquello cabe dentro de algún «género» musical. Quien tenga la chance tire pa’lla a escuchar a este gran trombonista y líder de orquesta.