Escribo para hacer catarsis

Dariela Aquique

Ana María Blanca de Agüero Prieto

HAVANA TIMES — Ana María Blanca de Agüero Prieto, parece un nombre de abolengo o el de un personaje de una pieza teatral. Ese es el nombre de la persona a quien entrevisto, la que como si quisiera hacerle honor a su patronímico, es una joven de 76 años, con una exquisita personalidad que denota ralea y donaire. Un insuperable sentido del humor.

Y por si fuera poco, mucho tiene que ver con el arte teatral. Actriz, asesora, directora, pero más que nada una excelente dramaturga.

HT: ¿Cuándo y cómo nace la pasión por el teatro?

AM: Era el año 1952, tenía yo 16 años, cuando una amiga me invitó a La Habana, para ir a ver la ópera La Traviata y luego nos fuimos a la sala del Hotel Habana Libre, allí vimos la obra Mujeres, protagonizada por María de Ángeles Santana y así descubrí el teatro dramático, quedé tan fascinada, que me dije: yo tengo que ser actriz.

HT: Háblenos de la etapa de su carrera como actriz

AM: En el año 1959, me fui con visa de turista a Estados Unidos, allí viví 2 años, trabajando en una fábrica de elástico, en Nueva York. Ya tenía la residencia en ese país, pero en el año 62, ante los acontecimientos de la crisis de octubre, decido regresar y lo hice en uno de los últimos vuelos que salieran hacia la isla, antes de romper absolutamente las relaciones.

Actuando en un monólogo.

Una vez aquí en Santiago de Cuba comencé la Universidad a estudiar Letras. Y allí me vinculé con el teatro aficionado, en poco tiempo nos hicieron profesionales.

Fui fundadora del primer grupo de teatro dramático profesional, el grupo Mella, y luego del Teatro Guiñol Santiago, el primer grupo de teatro para niños que tuvo el país después del triunfo de la Revolución. Y trabajé alternativamente como invitada en varias ocasiones con el Conjunto Dramático del Oriente; mientras hacía teatro de títeres.

Esos fueron años de puro entusiasmo, la Revolución fue como una fiebre que contagió a la mayoría del país. Ir a las montañas, a las escuelas, a los centros de trabajos, era una experiencia diferente y yo me involucré en todo aquello con amor y confianza. Aunque muchas decepciones tuviera después.

Ejercí en la televisión y la radio local. Años después, hice algo también invitada con el grupo Experimental Juvenil. Ya en los 90 salí del Guiñol y volví al teatro dramático, con el proyecto Gestus, bajo la dirección del inolvidable Ramiro Herrero y allí hice trabajos como dramaturga, actriz, asistente de dirección, directora, hasta que me jubilé.

Pero todavía hoy con mi edad sigo en activo, colaborando con peñas y proyectos, sigo actuando de vez en vez y no dejo de escribir.

HT: Un tiempo no corto, el teatro para niños tuvo su concurso. Antes y después, hizo mucho teatro dramático. ¿Cuál prefiere?

AM: El teatro para niños tiene una magia propia, una se siente encantada en trabajar para ellos, es un público muy agradecido y receptivo. Pero a la vez puede resultar una labor difícil, porque se debe ser muy cuidadoso con los mensajes y las simbologías. A mí me tocó hacer este tipo de teatro en los años, en que se debía regir la cultura al departamento de Educación, todo lo que se decía y se mostraba era autorizado por ellos.

Dirigiendo una obra.

Fueron años en que la creación se condicionó mucho, sobre todo en esta manifestación. Fueron los años de la parametrización, y fui testigo de cosas terribles. Después con el tiempo se flexibilizó un poco.

El teatro para adultos, tiene otras características, otro destinatario. Yo prefiero el dramático, aunque gusto mucho del otro también.

HT: En algún momento devino dramaturga. ¿Por qué dedicarse a escribir obras teatrales?

AM: Empecé a escribir teatro para hacer catarsis. Yo quise  liberarme a través de la dramaturgia. En las obras que escribí y en las que escribo actualmente hago lo mismo, hablo de las gentes de sus alegrías y tristezas, de sus sueños y frustraciones, de la cotidianidad de los cubanos, sus penurias. Sigo hablando a través de mis personajes de las escaseces materiales, de las incomprensiones en muchos aspectos de los dirigentes, de la burocracia. Espero contribuir en algo para que se encuentren mejores salidas y contrarrestar  esos sufrimientos del pueblo.

Ana Maria and the Special Period.

HT: Toda su dramaturgia, está escrita atendiendo a los patrones de la modalidad del teatro del absurdo. ¿Es esto exprofeso?

AM: No es exprofeso, es que aunque parezca increíble en este país casi todo es un absurdo. Y si iba a escribir sobre nuestra realidad, tenía que auxiliarme en ciertos recursos como el desatino total de mucho de mis personajes. Tenía que hacerlo así por la censura, hasta que me di cuenta que sin quererlo terminó siendo un poco exprofeso.

HT: Los personajes de sus obras están siempre inspirados en familiares, amigos, conocidos, pero siempre con un toque de comicidad e irracionalidad ¿Gusta de reproducir la realidad desde esa óptica paradójica?

AM: Tanto mi familia como en mi círculo de amigos, vecinos, colegas, conforman una amplia gama de caracteres y psicologías. En esas diferencias hay un arsenal de materia prima para escribir teatro, que aderezados con el toque de comicidad del que estamos por naturaleza dotados los cubanos, propiciaron que creara una ficción que reproducía exactamente la realidad. Por momentos no se sabe dónde está la frontera entre una y otra. Esa sea quizás esa óptica paradójica de la que hablas.

HT: Los difíciles años del llamado período especial, fueron el contexto en que ubicó algunas de sus obras más sobresalientes y que han sido estrenadas ¿Pretendía reseñar para la posteridad escenas de esta etapa de la vida de los cubanos?

Publicaciones

AM: Comencé a hacer mis primeras obras casi en la víspera del Período Especial y muchas en medio del, aquellos años tan difíciles para los cubanos. Todas aquellas carencias y vicisitudes que el pueblo tuvo que afrontar. Quise narrar todos esos acontecimientos, sacar aquella impotencia, el dolor de muchas veces no tener que darle de comer a mi madre anciana. Eso trajo como consecuencia que mi obra se tildará de subversiva; por decir las verdades que otros dramaturgos no decían. Y sí, creo prudente que las generaciones posteriores conozcan bien a Cuba en todas sus etapas de la Revolución, lo bueno y malo de ella.

HT: ¿Cuántos libros tiene publicados?

AM: Tengo publicada nueve obras La panetela, Vuelo circular, que es un compendio de cinco piezas, Ana 2 tiempos. Y también han salido obras mías en antologías como Teatro. Mujeres latinoamericanas, una edición mexicana.  La scritura della differenza, en Italia, o Pipture en Canadá.

Ana Maria en Napoles, Italia

HT: Muchos afirman que es usted la dramaturga más notable de la ciudad y de buena parte del Oriente, siendo considerada además entre las mejores del país. ¿Alguna vez creyó que esto pudiera ocurrir?

AM: Jamás pensé que esto pudiera ocurrir, porque no era mi propósito, empecé a escribir porque haciéndolo me aliviaba. No me considero esa gran dramaturga que muchos dicen que soy, soy una mujer sencilla, que cuenta sus experiencias. He escrito sobre mis padres, mis hijas, mis nietos, mis parejas, mis amigos y mis enemigos también, por qué no.

HT: Ha recibido algunos premios nacionales y en el extranjero. Ha viajado además a Europa, Estados Unidos y México. Pero siempre regresó ¿Es Ana María de las que mueren en Cuba, por decisión y no por circunstancias?

AM: Siempre regresé en primer lugar por mi familia, primero mis padres, después mis hijas, Aunque una de ellas vive hace muchos años en España. Cuba es un lugar que amo mucho, y muchas veces regresé, por decisión; aunque esto no quiere decir que tenga que morir aquí por circunstancias. Me gustaría morir en Cuba, y creo que lo merezco, como todos los cubanos, no en medio del caos económico y crisis sociales. Quisiera morir en paz, dejando a mis nietos en mejor situación, en una Cuba más prospera y más equilibrada.