El trovador cubano Nelson Valdés y su rabia de los ochenta

Osmel Almaguer

Nelson Valdes.  Foto: perlavision.icrt.cu
Nelson Valdes. Foto: perlavision.icrt.cu

HAVANA TIMES — Nelson Valdés, joven trovador cienfueguero. Tiene entre sus discos A la mitad del mundo (en vivo, AHS, 2008) y Besitos de escalera (sello Colibrí). Además, figura en Una canción para Frida y Diego (2008) y Una canción para Miguel, producidos por el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.

Ha llevado su música a distintas regiones del país; Villa Clara, Cienfuegos, Ciego de Ávila, Holguín, La Habana, entre otras.

En el año 2007 fue finalista del concurso Una canción para Frida y Diego, y en el 2009 obtuvo el segundo premio en el Una canción para Miguel. En el año 2010 visitó España como parte de una delegación cubana a las jornadas en homenaje a Miguel Hernández.

Ha compartido escenarios con Vicente Feliú, Augusto Blanca, Pepe Ordaz y Raúl Torres, entre otros. Pertenece a la Asociación Hermanos Saiz desde el año 2006.

De los años ochenta

Tengo la rabia de los años ochenta…

La gravidez de tu luz se salvó tuve la muerte / acostada en mi cama y no fui bueno haciéndole el amor / todo se esconde, va al final sobre el camino / antes del sol eran tus ojos resplandor / se me entrecorta el sudor sobre las ruinas / ya me entrego sano y salvo a tu favor. / Salgo del mar anunciando la partida / me sobresalen puntos negros en la piel / ando lento descargando la memoria / sueños al aire como senos de mujer.

Tengo la rabia de los años ochenta / yo sé que te duele pero a mí me refresca. / Tengo la rabia de los años ochenta / cuando Carlitos, Gerardo y Frank / comenzaron a dar guerra. / Tengo la rabia de los años ochenta / y sigo alerta.

Voy a esperar a que todo precipite, / apresurándome a ser fiel a tu cantar / cuento con calles silenciosas pá esconderme / sobre el murmullo de las sombras anda el mar / ha llegado el mundo a su primera parte / nadie espera la segunda sin llorar / ya muchas hojas han salido de esta isla / isla quemada por el fuego de mi edad. / Salgo del mar anunciando la partida / me sobresalen puntos negros en la piel / ando lento descargando la memoria / sueños al aire como senos de mujer.

Tengo la rabia de los años ochenta / yo sé que te duele pero a mí me refresca. / Tengo la rabia de los años ochenta / cuando Carlitos, Gerardo y Frank / comenzaron a dar guerra. / Tengo la rabia de los años ochenta / mucho cuidáo que ahí viene el tren comemierda. / Tengo la rabia de los años ochenta / y sigo alerta.

Mucha rabia hay, verdaderamente, en esta letra. Sin embargo, allí donde se hace necesaria la luz de la expresión, el autor la oscurece con metáforas que, en el mejor de los casos, proporcionan cierta belleza, pero no aclaran la tesis que propone:

La gravidez de tu luz se salvó tuve la muerte
acostada en mi cama y no fui bueno haciéndole el amor
todo se esconde, va al final sobre el camino (…)

Es un comienzo que, para comenzar, aporta poco; no pone en situación a quien escucha. No obstante, contamos con el norte valioso de saber que nos están hablando de los años ochenta. Entonces no abrimos paso entre la madeja de metáforas que controlan toda la primera estrofa, hasta que una nueva luz, pálida, se anuncia:

Salgo del mar anunciando la partida

Y nuevamente se interponen otros elementos que nada aportan:

me sobresalen puntos negros en la piel (…) sueños al aire como senos de mujer

Entonces el estribillo vuelve a dar un giro al registro lingüístico utilizado y de la metáfora ranciamente elaborada se cae en la bachata:

Tengo la rabia de los años ochenta
yo sé que te duele pero a mí me refresca.
Tengo la rabia de los años ochenta
cuando Carlitos, Gerardo y Frank
comenzaron a dar guerra (…).

La próxima estrofa parece ser donde el autor encuentra verdaderamente su expresión, manteniendo cierto equilibrio entre el decir y el cómo decir. Y nos enteramos que esta letra quiere hablarnos sobre el exilio y cómo afecta a las personas en este país.

Cierra el tema con el mismo estribillo, ligeramente deformado por una expresión visceral y agresiva (comemierda) que no le aporta belleza ni sentido; tan solo rabia.

Solo agregar que los años ochenta fueron tal vez la etapa dorada en Cuba, al menos desde el punto de vista económico, y el umbral a la gran ruptura provocada por la caída del Campo Socialista en Europa del Este.