El filme cubano Premio Flaco

By Irina Echarry

Filme cubano Premio Flaco
Filme cubano Premio Flaco

HAVANA TIMES, 10 dic. — El Premio flaco, la propuesta más reciente del realizador cubano Juan Carlos Cremata, se exhibe en este 31 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, optando por el premio coral a la mejor película de ficción.

Cuando en la pantalla  se leen los créditos que anuncian el final de la historia, el público tiene sentimientos encontrados. ¿es una comedia?  ¿un melodrama?  ¿acaso una tragicomedia?  Difícil tarea la de poner etiquetas.

Basada en la obra homónima del dramaturgo Héctor Quintero,  la película nos muestra la risa en un mundo de desesperanza, miseria y desgarramientos.

Marzo 1958, una señora encuentra dentro un jabón Rina la sorpresa: se ha ganado una casa.  Con un marido que no la ama y le hace pasar penurias, viviendo en una casucha maloliente, al recibir la noticia del regalo comienza a deshacerse de todo lo viejo: espejo, sobrecama, lamparita de noche, mantel.

Scene from El Premio Flaco
Scene from El Premio Flaco

Incluso, alberga a una señora con 4 niños que ha quedado viuda y sin hogar.  A los tres meses de vivir en la casa nueva, un bombardeo acaba con todo su sueño hecho realidad y deben regresar (ella y el esposo) al antiguo lugar.

Iluminada es la protagonista, mujer pobre, muy pobre, víctima de la ingratitud de sus amigos, familia y vecinos, que no ha perdido la fe en el ser humano.  Aún cuando todos le dan la espalda,  cuando no tiene donde vivir,  cuando debe volver al circo para ser el haz-me-reir de todos y ganarse el pan.  Aún así confía en la mirada dulce de un muchacho o la sonrisa de una niña y cree que todo va a mejorar, que el mundo no solo es esa desgracia en la que vive.

Cuando indagamos sobre la opinión de los espectadores, enseguida se notan los contrastes.

Ana Margarita González recuerda cuando vió la obra en el teatro, “interpretada por Marta del Río, una gran actriz, aunque esta muchacha no lo hace nada mal.  Lo que no me gusta es la gritería, no sé porqué el cine cubano nos refleja siempre tan maleducados.  Se trata de gente pobre, pero eso no significa faltas de educación.  Llegó un punto en que yo hubiera salido del cine, atormentada por los gritos.  Creo que no tenía que llegar a ese extremo.”

Sin embargo Felipe Cuesta, que está a su lado, dice que “el cubano es así, grosero, escandaloso y se ríe hasta de la muerte.  La película se desarrolla en los años 50, pero la gente de ahora vive casi igual… bueno, no, ahora no hay ninguna esperanza de ganarse una casa, así que no sé qué te diga….”

Algunos jóvenes con batas blancas, que luego me aclaran que estudian Laboratorio, reconocen que hubo muchachas que lloraron con el final: “es muy duro que después de ayudar a una persona, ella te vire la espalda cuando tú necesites que te den una mano.  Pero, desgraciadamente, esa es la vida, es raro que suceda lo contrario.  Ahora la gente se ha vuelto más egoísta todavía y nos pondremos peor.  Dicen que van a quitar la libreta y dejar las cosas por la libre… será un sálvese quien pueda.  Ya no quedan muchas Iluminadas por aquí.”

De El Premio Flaco
De El Premio Flaco. Foto: Caridad

Dentro del grupo está Yaíma, quien cree que “sí quedan personas buenas, que a pesar de los golpes que reciben siguen creyendo en un futuro mejor.”  Los amigos  sonríen y siguen caminando.

El cine Payret se mantuvo repleto hasta el final de la proyección.  La mayoría del público eran personas de la tercera edad que se reunieron para disfrutar la versión de la pieza teatral que vieron en su juventud.  Unos más contentos que otros, hablan de sus impresiones.  Octavio piensa que “es una magnífica película” y le da su voto a favor para el premio de la popularidad porque “gusta a todo el mundo.”

En mi opinión, el director se dejó arrastrar por el melodrama, sobre todo al final, en el raptus de “locura” que padece Iluminada.  Y eso me llama la atención porque en el libro Héctor Quintero Teatro (editorial Letras Cubanas, 1983), que publica varias obras del autor, Quintero recalca en una nota que: “ninguna escena de esta obra debe causar lástima en el espectador, sino rechazo ante la situación dada.  El autor no busca lágrimas sino reflexiones.  Esta pieza no es un melodrama ni en sus escenas más cercanas a éste. (…)  Estamos ante una comedia grotesca con elementos de humor negro que pretende reflejar una epoca ....”

De todas formas el público sale muy complacido con la historia, las actuaciones y la escenografía bien lograda.  Y eso es algo bueno.