El Festival de Teatro comienza sin palabras

Yusimi Rodríguez  (Fotos: Elio Delgado Valdés)

HAVANA TIMES — La total ausencia de verbo parece ser el elemento común entre las dos obras que dejaron inaugurado el decimoquinto Festival de Teatro de La Habana, la noche del 24 de octubre en el Teatro Nacional de Cuba.

Desde Ciego de Ávila llegó una vez más la compañía D’ Morón Teatro. En el pasado festival, los espectadores pudieron disfrutar su premiada Medea de Barro, en espacios públicos. Esta vez, el exterior del Teatro Nacional y el lobby de la Sala Avellaneda sirvieron de Escenario para su “Troya, una leyenda de Barro”, en la que el director, Orlando Concepción González, también recurre a las estatuas vivientes para mostrar momentos del mítico suceso.

Pero el plato fuerte de la noche fue la renombrada compañía Rusa Teatro Académico Evgueni Vakhtángov, cuyo director general es Kiril Krok, que representó la obra Ana Karenina dirigida por Angelika Jolina.

Varios artículos publicados por nuestra prensa antes de iniciar el Festival preparaban al público para un espectáculo en el que los actores prescinden de las palabras. Cuando se descorren las cortinas e irrumpe la música que acompaña los movimientos de los actores, parece que estamos frente a una obra de ballet o de danza moderna, pero a los pocos minutos queda claro que estos no son bailarines sino actores, actores que involucran rostro, manos y cada centímetro del cuerpo, cada órgano, en la actuación.

Cuando se lleva a escena un clásico de la literatura como Ana Karenina, de León Tolstoi, que cuenta con más de una versión cinematográfica, no se espera sorprender al público con la trama. Lo sorprendente en esta puesta es la capacidad de los actores para expresar los conflictos de cada personaje a través del cuerpo, y el empleo de los recursos teatrales.

Varios momentos arrancaron aplausos al público, mucho antes del final de la obra, como la escena de la carrera de caballos, la ruptura de Ana con Karenin, el baile y la boda. No es posible hablar de la obra sin mencionar la música que, casi como un personaje más, contribuye a elevar el dramatismo en cada momento.

Ana Karenina es un espectáculo extremadamente largo, de dos horas con veinte minutos más un intermedio, pero incluso, quienes luego me confesaban estar un poco agotados por lo reiterativo de algunas acciones, lo calificaban como impactante.

Gracias a la desobediencia del público, que ignoró la petición de no usar cámaras fotográficas ni de video, cuando este festival sea historia, nos quedarán imágenes del exquisito vestuario y los momentos más hermosos de la obra.

El decimoquinto Festival de Teatro de La Habana tiene lugar del 25 de octubre al 3 de noviembre y los espectadores tendrán la oportunidad de ver compañías de varios países, así como nacionales de todas partes de la Isla, y propuestas tanto para público adulto como para público infantil.

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