El cine pobre de Gibara recaló en la capital

Por Dalia Acosta

HAVANA TIMES, 9 abril (IPS) — Nueve años después de la celebración del I Festival Internacional del Cine Pobre, artistas, especialistas y comunicadores reunidos en la capital cubana coinciden en la necesidad de estudiar hasta dónde un proyecto cultural como éste ha podido marcar y propiciar cambios favorables en Gibara, su sede natural.

Olvidada por mucho tiempo en el extremo oriental de Cuba a 750 kilómetros de distancia de La Habana, la ciudad marítima de Gibara apareció en los mapas cuando el cineasta Humberto Solás filmó en ella su película “Miel para Ochún” (2001) y decidió impulsar un festival de cine “sin alfombras ni lentejuelas” en aquel lugar remoto.

“La comunidad no solo participa como espectadora. Una de las cosas más importantes que ha hecho el festival es que los habitantes se convierten en hacedores de cultura”, señaló a IPS la profesora del Instituto Superior de Arte, Danae G. Diéguez, durante la edición anual de la cita, que sesiona en La Habana desde el martes 5 de abril hasta este domingo 10.

Vinculada al proyecto hace tres años, Diéguez ha podido constatar cómo las personas se involucran en el encuentro, muestran conocimientos poco usuales de cine y pasan de observadores pasivos a activos. La “dinámica del Festival les ha ido complementando y reestructurando su propia existencia”, afirmó.

Entre las urgencias, a su juicio, se impone la realización de una investigación social que permita medir si ha habido una transformación en los paradigmas culturales, en los imaginarios simbólicos y también en la vida cotidiana de esa gente, tanto en lo económico como en las microprácticas.

La idea original de Solás, fallecido el 17 de septiembre de 2008, consistía en abrir un espacio para el cine de bajo presupuesto que, a partir de las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, reduce la dependencia del realizador de las grandes productoras.

Un cine pobre, insistía, pero de alta calidad.

Y, colocándolo en Gibara, quería además abrirle nuevos horizontes a esa “gente de pueblo” que él había dejado entrar en películas como “Miel para Ochún” y “Barrio Cuba (2005)”.

Para Solás, Gibara era sólo el inicio de un camino que debería llevarle a otras comunidades apartadas y olvidadas.

En sintonía con el fallecido cineasta, Sergio Benvenuto, actual director de la cita, estima que cuando se mida el impacto del encuentro anual habrá que tener en cuenta, además de todo el aporte en el plano cultural, los proyectos de cooperación que han beneficiado al territorio en estos años gracias a Cine Pobre.

Criterios como este deben tenerse en cuenta, aseguró Benvenuto a IPS, a la hora de definir el futuro de una experiencia que es “ya un resultado”, que a partir de 2012 podría apostar por el autofinanciamiento, pero que, en cualquier caso, debe conservar su frecuencia anual y sede “natural” de Gibara, en la provincia de Holguín.

Holguín no pudo este año

La organización de esta décima cita debió trasladarse para La Habana y asumirse en tiempo récord tras conocerse, a mediados de marzo, que las autoridades de Holguín no podían acoger el encuentro, previsto como una muestra homenaje por el 70 aniversario del natalicio de Solás.

La decisión generó un debate vía correo electrónico, al que se sumaron artistas e intelectuales cubanos y de otros países. Como norma, los mensajes llamaron a la necesidad de salvar la relación Cine Pobre-Gibara como uno de los más importantes legados del cineasta, pero también por su trascendencia como proyecto sociocultural.

Tras casi 15 días de incertidumbre, una nota informativa del Centro de Información Cinematográfico del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) y de la Oficina del Cine Pobre Humberto Solás, anunció la realización de la muestra en comunidades habaneras, preservando “el carácter comunitario” de la cita.

La decisión de no realizar la cita en Gibara obedeció a “la realidad económica” que vive Cuba, marcada por “el impacto de la contracción económica internacional”, y que entre otras cosas ha traído consigo “la reducción de los eventos culturales, no sólo cinematográficos”, dijo a IPS Luis Alberto González Nieto, vicepresidente del ICAIC.

Según González Nieto, “el Icaic, el Ministerio de Cultura y también las autoridades holguineras reconocen el impacto que ha tenido este proyecto de desarrollo cultural, social, comunitario en Gibara”, además de haber creado una red internacional alternativa “al dominio de los circuitos comerciales de exhibición audiovisual”.

Además de defender la sede tradicional y también la realización de muestras itinerantes, el funcionario valoró la necesidad de que espacios como el del Festival del Cine Pobre apuesten cada vez más por reducir la dependencia del presupuesto estatal y buscar fuentes de sostenibilidad propia, sin hacer concesiones culturales o estéticas.

“Hay una responsabilidad social muy grande cuando se emprende una obra: no puede ni emprenderse por decreto ni cortarse por decreto”, sostuvo Elia Solás, hermana del creador. Añadió que el compromiso de mantener el Festival no era sólo con Humberto sino con “los gibarereños” y responde a “un sentido de futuro”.

Guionista de “Miel para Ochún” y participante del Festival desde sus inicios, Elia Solás recordó que este proyecto “surgió del corazón de Humberto” cuando su vida ya declinaba. “El comprendió la importancia de ir a los orígenes, a las comunidades, porque las ciudades se lo tragan todo, aunque no queramos”, dijo.