Dos músicos en las calles de La Habana

Yusimí Rodríguez

Mario and Moraima

HAVANA TIMES — Mario Román Reyes (Mario Maraca o Quijá) era miembro del grupo Fiesta campesina y tocaba música tradicional en Jagüey Grande, Matanzas. Un día apareció una comisión de La Habana que evaluó al grupo y lo desestimó.

Mario: Mantuve mi condición de profesional, pero perdí el grupo, quedé a la deriva. Así vine a parar a La Habana. Norberto García Gómez, un adventista, de Mantilla, me tendió la mano y me presentó a esta maravillosa persona.

La maravillosa persona es Moraima Fernández Pérez (la Mora). Juntos integran el dúo La Familia, desde hace más de un año.

Mario: Lo llamo así, porque ella es como una hija para mí, aunque no tenga edad para serlo.

Son de los tantos músicos ambulantes que recorren el Casco Histórico en La Habana Vieja, e intentan vivir de su música. No hay jefe, pero tampoco sueldo fijo ni garantías. Después de cantar para los turistas, casi siempre al aire libre, con el riesgo de dañarse las cuerdas vocales, pueden recibir diez dólares, cinco, uno, un pequeño obsequio. O nada.

Los vi mientras caminaba por la calle Mercaderes, rumbo a la Plaza Vieja, y ellos cantaban para unos mexicanos que comían en unas mesas al aire libre. Al final, me dedicaron unos minutos a pesar de que estábamos de pie, bajo el sol.

Mario: No somos muy acoplados; no puedo alcanzar la magnitud de voz de ella, pero hacemos cosas en conjunto que nos dan mucha vida: humor, música picaresca, guarachas… Intentamos insertarnos en la psicología de la gente.

Mora: Yo no tengo formación musical, pero he trabajado mucho con sextetos, quintetos, cuartetos. He cantado desde los catorce años, tengo ahora cuarenta y cinco. Soy compositora e intérprete.

HT: ¿Te has dedicado siempre a la música o has tenido otros trabajos?

Mora: He sido auxiliar de limpieza y trabajé en una fábrica de toallas. Llevo solo un año dedicada completamente a la música… Trabajaba con el grupo Son caliente. Hacíamos música tradicional cubana. Fue una etapa muy bonita porque nos fue muy bien, trabajábamos en hoteles para el turismo, pero un día el grupo se desintegró y yo estuve siete años limpiando piso.

Ahora estoy aquí y también preparo mi disco con temas míos, acompañados de background.

El instrumento de Mario se llama “Quijá”.

HT: ¿Tienes hijos?

Mora: Una niña de dieciséis años. Estudia en un tecnológico. Es siclémica. Por suerte, el medicamento que toma es gratis. Es una tranquilidad que tengo. Es verdad que aquí hay problemas, pero eso es algo bueno.

Mario: Yo tengo dos hijos. Uno se va a graduar de médico. El menor va a entrar al servicio militar obligatorio y se graduó de obrero calificado en una escuela taller. Soy profesor de inglés, de formación, pero traigo la música por naturaleza. Empecé como animador, pero alguien se percató de que podía cantar algunas cosas. Improvisaba sobre los países y las culturas de los turistas que nos visitan. Lo hacía en español, inglés y francés, fundamentalmente. Lo hago apoyado en la música cubana. Ahora uso este instrumento.

Se llama quijá, y se emplea mucho en el campo cubano. Lo toco de forma distinta a cómo se hace aquí: la gente lo golpea y yo lo toco por los dientes. Así no se lo he visto tocar a nadie, aunque me han dicho que se hace en otras partes del mundo.

Me he insertado aquí en la Habana Vieja con un nivel de aceptación asombroso. A todo el mundo le llama la atención, hasta a los niños. La gente quiere tocarlo, tomarle fotos, preguntan el origen, qué animal es. Es una mandíbula de caballo y lo conseguí en el campo. Soy de la zona de Contramaestre en la provincia de Santiago. Viví desde 1974 en Matanzas y últimamente aquí. Ahora recorro las calles con ella, enfrentando los obstáculos que se presentan.

HT: ¿Cuáles?

Mario: A veces nos llaman los policías, los inspectores. Nos han puesto multas por tocar en la calle.

HT: ¿No tienen licencia?

Mario: Tengo licencia de animador de fiestas, mago y payaso. Pero no hago nada de eso. La uso para escapar. Hacemos esto para buscarnos la vida y más o menos lo logramos, pero con mucha presión.

Mora: Podemos vivir de esto, pero sin ambición.

HT: ¿Vienen todos los días?

Mora: Sí, excepto que ocurra una eventualidad, que él vaya a ver a su familia.

Mario: O que nos avisen que están los inspectores por aquí. Sin embargo, nos han visto personas importantes, de la cultura, del gobierno, y hemos sido aceptados por ellos.  Quiere decir que tenemos aceptación del pueblo y de quienes dirigen, el problema es que estamos en la calle.

HT: ¿No tienen posibilidades de conseguir un lugar donde tocar?

Mora: Existen posibilidades, pero para todo piden evaluación y yo no me pude evaluar. He trabajado con un montón de grupos que me han aceptado sin evaluación. Pero es un problema a la hora de un viaje o algo así. No he podido ir. Han tenido que buscar a una muchacha con evaluación.

HT: ¿Tienes la posibilidad de evaluarte ahora?

La Mora

Mora: Me han dicho que no se están haciendo evaluaciones en este momento porque se está esperando por una nueva ley que va a salir.

Soy también compositora de música infantil, que es la que prefiero. Tengo la suerte de que hayan salido algunas canciones mías en programas infantiles.

Tuve un coro de niños y salía a luchar; tocaba las puertas de los que tenían que ver con esto. Cuando escuchaban la música reconocían la calidad del trabajo y nos daban la oportunidad de presentar el coro en televisión.

Ahora estoy esperando tener un poco más de recursos para terminar los dos discos: uno de música para adultos, con baladas, boleros, guarachas,  y otro de música infantil. Pienso colocarlos en la radio, promoverlos y ver si de así consigo alguna evaluación y puedo empezar a tocar en un lugar fijo, porque la calle es dura. Te ganas la vida, pero es un trabajo muy esclavo.

Moraima vive sola con su hija. Gracias a este trabajo, ha logrado construir una cocina y un baño en el local donde vive, para que se lo declaren habitable y le den propiedad.

HT: ¿Estos mexicanos para los que estaban tocando les dieron algo?

Mario: Sí, siempre logramos irnos con algo. Tenemos nuestras mañas, ganchos para atraer, son cosas que adquieres tocando en la calle. Es como decir que toda fiera distingue a su víctima.

En este momento Mario se interrumpe porque una guía de turismo lo saluda.

Mora: Los guías lo conocen mucho por Fiesta campesina. El lugar y el grupo se llamaban igual y eran muy conocidos.

Mario: Además soy humorista, evaluado por el Centro de Promoción del Humor. Y tengo canciones registradas en el derecho de autor. En el 2005, gané el premio de popularidad en el Concurso de la Canción Francesa con el tema “L’humanité a besoin d’amour” (La humanidad está necesitada de amor), interpretada y compuesta por mí en francés.

Se despiden de mí sobre la marcha. Caminan hacia la Plaza Vieja. Son las cuatro y treinta minutos de la tarde y aún les queda trabajo por delante.

 

One thought on “Dos músicos en las calles de La Habana

  • “¿Estos mexicanos para los que estaban tocando les dieron algo?” JAJAJAJAJAJAJAJAA, tremenda la remolacha con yeeeeerba que le embute, latins no pay, here just white people, just white foreign people, jajajajajaa, uste esta excedida de remojo, lunga. De aqui para univision, reporterita!

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