Diego Gutiérrez, con los labios cortados

Osmel Almaguer*

Diego Gutierrez

HAVANA TIMES — Diego Gutiérrez es miembro de una prole de trovadores cubanos a la que algunos han denominado “generación perdida”, acaso por una injusta e insuficiente promoción mediática, víctima quizás de esas coyunturas internas que deciden la política cultural de un país, pero seguramente orgánica y proteica, aportadora de no pocos momentos importantes en la música cubana de los últimos años.

Oriundo de la central provincia de Ciego de Ávila (1974), cuenta con el Álbum De Cero (Abdala, sello Unicornio), premiado en el Cubadisco 2007 al mejor disco de trova-pop-rock. El tema En la luna de Valencia, contenido en el mismo, mereció el premio al mejor video.

En su vida musical ha mantenido una estrecha relación con el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, que le acogiera primero en su concierto Demasiado Diego, del cual salió su CD del mismo nombre a finales del 2007. La misma institución le recibió también, junto a un grupo de trovadores jóvenes, en otro concierto a propósito del sesenta cumpleaños de Silvio Rodríguez, del que saliera el CD Te doy una canción.

Ha compartido escenarios dentro y fuera de Cuba con importantes exponentes de la trova y la canción: Santiago Feliú, Gerardo Alfonso, Frank Delgado, Polito Ibáñez, Carlos Varela, Luis Eduardo Aute, entre otros.

“Sabor Salado”

Te vi pasar anoche como luz / Rota por la pedrada del ayer / Dejando un rastro de agua y de clavel / Sin agitar el aire. / Te vi palidecer a contraluz / O me engañaron los ojos otra vez / Porque me viste o me fingiste ver.

Caramba, y yo quisiera equivocarme / Pero sentí un sabor salado / Como de labios cortados / Al afeitarme.

Te sentaste en un banco / Como si la noche no hubiera cambiado / Después que el mundo se paró / Y yo alucinado. / Mi mascara de risa te siguió / El paso de mujer feliz / Que no conoce otro dolor / Que el de vivir.

Caramba, y yo quisiera equivocarme / Pero sentí un sabor salado / Como de labios cortados / Al afeitarme.

Diego Gutierrez. Foto: lajiribilla.cu

Una vez más la aparición del ideal, cristalizado y roto por la inclemencias de esta dimensión efímera —temporal— donde vivimos. Y en tanto ideal, es también fruto de la imaginación, lo que le ubica en el reino de la Creación. ¿Qué sentido más cercano al de la Creación que el propio sema: mujer?

El poeta delira acaso por su propia condición sensible; el dolor de la fricción le proporciona los mismos efectos de un opio, y extiende este estado irreal también hasta lo cotidiano.

La propia experiencia de entrada y salida de la Creación, encarnada en la imagen de la mujer, resulta traumática. Como huella le queda el llanto, la sal de las lágrimas corriendo incontroladamente hasta los labios, esos mismos con que antes ha besado a la Creación.

Pero esta mujer, como se afirma: Rota por la pedrada del ayer, es también una mujer concreta cuya existencia sufre también los efectos de la temporalidad. Siembra la duda en el poeta-creador: ¿existo, soy percibido? ¿es ella acaso el simple objeto creado y no algo más?

La dicotomía mujer ideal-mujer concreta fractura la identidad del poeta, que se disfraza indistintamente y la persigue. Su propia dicotomía ser trascendental-hombre efímero lo salva acaso del olvido. Su propio dolor, del que esa sensación de labios cortados es apenas la señal más visible, lo define y reafirma.
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*El Puente Musical Desde Cuba – Este material es parte de una serie con el fin de promover la comunicación entre la gente de las diversas regiones del planeta.  Estaré utilizando una narración sencilla para hacer llegar al público interesado el mensaje que trasmiten esas canciones cubanas que por su escaso potencial comercial y las dificultades que supone su traducción, a veces permanecen en un estancamiento comunicacional, a pesar de ser verdaderas joyas de la cultura cubana.