“Del Calabar a Cuba: supervivencia de una tradición”

Fotorreportaje por Elio Delgado Valdés

HAVANA TIMES — Íremes, ritos, anaforuanas, sonido de tambores y nkaniká, hombres consagrados a una bicentenaria tradición, hermanados en la Sociedad Secreta Abakuá, exclusiva para hombres. Traidos a Cuba como parte de la trata esclavista, procedentes de la región del Calabar, situada entre Nigeria del Sur y Camerum, fundan en 1836, en La Habana, la primera Sociedad Secreta con el amparo y autorizo del Cabildo negro Appapa Efok, integrada en sus inicios por negros esclavos de nacion, se nombro Efik Buton.

Posteriormente, en Guanabacoa y Marianao, surgen otros plantes., La ciudad de Cárdenas, en Matanzas, acogió el surgimiento de otras confraternidades.

Los negros criollos ingresan a la Sociedad, a los que se suman los mulatos y blancos, (la primera sociedad blanca la fundó Andrés Facundo Cristo de los Dolores Petit, en el año 1857), también los chinos, como es el caso de la potencia Obana Sese Condo, fundada en Matanzas en 1932, inscrita en el registro de sociedades negras como “Hijos del deber”, acogió en su seno a 22 culíes. La integración racial es el hecho que posibilitó la supervivencia hasta nuestros días de la Sociedad Secreta Abakuá.

En la liturgia abakuá es, sin lugar a dudas, el íreme o diablito, el personaje de mayor trascendencia, pues da vida a un espíritu, ya que en la creencia de estos hombres, en él reencarna el alma de un antepasado, es símbolo del misterio de la muerte, vestido con el traje akanawán, danza calladamente, y su espalda es símbolo de su honor.

 

Ita-Muson es la sombrereta que se ajusta en la nuca, justo detrás de la cabeza, esta tiene el signo del Ireme, de la potencia o de la rama a que pertence. Ita – Muson significa paragua. Para la confección de la sombrerata se utilizaba piel de leopardo, cocodrilo, jicotea, colocandoles pañuelos abiertos de diferentes colores, bordados con la virgen patrona del juego o plante.

Los nkanika son cencerros que se sujetan al cinturon, en el pasado se usaban colgados de las piernas. Los nkanka pueden ser de madera, usados en ritos funerarios, o de metal, estas campanas llaman la atencion de sus devotos y auyentan a los malos espíritus.

El vestuario de los íremes es propio de esta sociedad. Estos trajes tienen diferentes denominaciones: Efomiremos, Akanawan, Mokondo, y Saco que es el nombre mas común entre los Abakuá de hoy.

En la actualidad todos los trajes de Íremes son iguales en cuanto a la conformacion general de cada una de sus partes, solo hay diferencias en el traje de Anamanguí, que es todo en negro con signos macabros: un cráneo entre dos tibias y los nkanikas son de madera como corresponde a la función –ritos funerarios que realiza este íreme.

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2 thoughts on ““Del Calabar a Cuba: supervivencia de una tradición”

  • ¡Buen trabajo! (y Camerún…Camerún)

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