Carlos Varela y su “Historia de un descapotable”

Por Osmel Almaguer (*)

Carlos Varela en concierto. Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 22 agosto — Carlos Varela es una de las voces más importantes de la nueva trova cubana. De la generación posterior a Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, etc. En 1989 lanza su primer disco titulado Jalisco Park, abordando en sus letras los aspectos más lacerantes de la sociedad cubana del momento.

Censurado y bloqueado hasta cierto punto por las autoridades, se convirtió en una suerte de portavoz de una gran parte de la juventud cubana. Su discografía se completa con Monedas al aire (1991), Carlos Varela en vivo (1992), Como los peces (1995), Nubes (2000), Siete (2003) y Los hijos de Guillermo Tell (2005).

Historia de un Descapotable (Story of a Convertible)  CD No es el fin (2009)

Dos amantes, en un descapotable rosa, fueron a un autocine abandonado.  Allí, se desnudaron; entregándose el alma mutuamente, en silencio.  La luna, calmadamente, los observó.

Era una noche “extraña y mojada.” Parecía que nada sucedería.

Se durmieron y, entonces, ocurrió “el misterio.” “Desde el aire, desde la nada,” se fueron elevando “como cuando el humo sube.” Levitaron hacia el cielo y, abrazados, se perdieron entre las nubes.

Al despertar, pensando que solo había sido un sueño, se descubrieron atrapados en la pantalla del cine, del lado de adentro.  “Se hicieron blanco y negro, como el pasado,” y nunca más volvieron a “este mundo.”

Varela canta la letra y su nostalgia penetra hasta lo más profundo de mí.  La música parece acompañarlo con su lamento.  Va contando la historia como si fuera una crónica, aunque la letra, de fuerte contenido simbólico, esté repleta de elementos que recrean el pasado de nuestro país.

El tema es una parábola, una alegoría a lo que no es sino un sentimiento, un sentimiento de pérdida, de desarraigo, de desorientación.  Algo que es difícil plantearse en términos racionales, y que tiene que ver con una ruptura, con una pérdida de continuidad.

El descapotable rosa es un pedazo de pasado, y los dos amantes que viajan en él, persisten en un fragmento de realidad anacrónico.  Pretenden hacer el amor en el autocine -que no es capaz de reflejarlos- para que nazca su fruto.

Juntos encarnan la idea de la belleza, la confraternidad entre las personas. En cambio el destino les depara algo totalmente diferente.

No era una noche común.  Ya lo aclara Varela, “como si nunca fuera a pasar nada.”  Esta parte de la canción me recuerda a todos mis compatriotas.

El sueño es un estado de pasaje, umbral a otra dimensión, pero también es la ignorancia de algo, la inocencia o ingenuidad.

Los amantes sueñan y cuando despiertan descubren que solo son parte de un pedazo de historia.  Que están presos en la pantalla de un cine.  Que solo son parte del pasado, blanco y negro, como siempre lo imaginamos.

Se descubren prisioneros de una ficción que no existe en las tres dimensiones.  Son un pasado borroso del que ya nunca más podrán regresar, acaso porque sea “este mundo” el que no exista para ellos.

Adiós al amor, a la ilusión y al pedazo de vida que todavía representaba aquel descapotable rosado, como la vida que siempre soñamos, antes de que nos metieran en la pantalla del cine.

(*) El puente musical desde Cuba

Este material es parte de una serie con el fin de promover la comunicación entre la gente de las diversas regiones del planeta.  Estaré utilizando una narración sencilla para hacer llegar al público interesado el mensaje que trasmiten esas canciones cubanas que por su escaso potencial comercial y las dificultades que supone su traducción, a veces permanecen en un estancamiento comunicacional, a pesar de ser verdaderas joyas de la cultura cubana.

One thought on “Carlos Varela y su “Historia de un descapotable”

  • Gracias. Me gusta mucho esta perspectiva sobre la canción. Espero la siguiente parte de la serie.
    Daniel

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