Buena Fe en Venezuela

Fotorreportaje por Caridad

HAVANA TIMES, June 19 — Ya había escuchado que al dúo cubano le iba bien con el público en este país de enredadas sierras y grandes ríos. Pero acercarme al teatro Teresa Carreño por estos días me confirmó que un amplio sector de los melómanos venezolanos sigue con avidez las canciones de los dos guantanameros.

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Una muchacha que abraza a su novio me mira sonriendo cuando le pregunto por qué viene a ver a estos trovadores, es seguidora de la llamada canción protesta, y los cubanos saben mucho de eso.

El novio, a quien dejó de abrazar a causa de mi curiosidad, agrega que no le gustan los cantores que solo alaban a la revolución, porque eso no le hace bien a ningún proyecto social, ni al público que la escucha.

Una mujer que aparenta mas de sesenta años quiere darme su opinión, “porque esos muchachos saben tocarle el corazón a la gente, y tienen música muy movidita, como para no quedarse dormida mientras se les escucha.”

Muy cerca del punto de entrada hay un grupo de jóvenes que protestan porque no pudieron recibir entradas, que se repartieron gratis, y desean escuchar de todos modos a los cubanos, y a los muchachos de Dame Pa Matala (un grupo de quien hablaré en la próxima ocasión); ellos no tienen pelos en la lengua – me dice uno de los del grupo – pero lo que cantan lo dicen con poesía, con sinceridad, y eso se agradece mucho en estos tiempos de reguetón y de propaganda demagoga.

Varios niños corrían por el pasillo enorme del teatro, pero al comenzar el concierto fueron, como todos, directo a sus asientos, pero no para sentarse, porque la emoción de volver a escuchar canciones como Catalejo, Déjame Entrar, No juegues con mi soledad; les impulsó a mantenerse de pie y corear, con la misma emoción del dúo, canción tras canción, como si hubiesen sido compuestas en Venezuela.

Definitivamente los venezolanos continúan reafirmándome que somos gente muy parecidas, y que nos gustan las letras que cuenten algo, que hagan pensar, que hablen de amor y respeto, y que no tengan miedo a la censura.