Adiós B.B. King

Martin Guevara*

HAVANA TIMES — A mi modo de ver la vida es una buena oportunidad para procurar la risa, el placer, la diversión, el entretenimiento aunque a veces seamos compelidos y atenazados por más tiempo del que nos gustaría admitir por trabas y sombras; porque la muerte nos precedía antes de nacer y nos sobrevendrá a este estado de conciencia, a este plano de existencia, una vez transcurrido este breve aunque sofocante y gozoso juego de corazones latiendo, sangre por las venas y piernas en movimiento.

En el firmamento del famoseo, de la gente que no conozco en persona, existen pocos seres a los cuales los tomaría como cercanos y uno sólo por el que podría llorar el día que partiese, a quien he adorado desde siempre que lo he ido a ver tocar en diferentes países y viendo sus documentales, conociendo su vida, sabiendo como lo quieren y hablan de él, incluso un amigo mío que tuvo la oportunidad de trabajar para él y otras verdaderas estrellas ególatras del espectáculo que sin embargo, a su lado bajan a tierra.

Ese hombre que empezó su vida en las cercanías de un cotton field a orillas del Mississippi, cuna del country blues, trabajando duro junto a su madre, a la que vio morir sin poder ayudarla.

Que empuñó su primera guitarra temprano. Que nunca hizo daños a nadie, un tipo que no fue borracho ni drogón como mis otros héroes del rock, y sin embargo nunca se creyó mejor que los que tuvieron la mala suerte de sucumbir a una personalidad más adictiva o serpentearon más para poder salir de sus cunas; sibaritas de sustancias que mantienen entretenido el Sistema Nervioso Central de la proximidad la pelona de la capucha y la guadaña.

Ese tipo que cambió la historia de la música del siglo XX con sus blues, como Louis Armstrong la del Jazz con su New Orleans style, su scat y su trompeta.

El que le sacó los más dulces y sinuosos acordes de blues a Lucille, su inseparable novia con curvas de guitarra Gibson.

El de la voz preciosa, el entrañable, el gran, gran, gran: B.B. King

La primera estrella de una música que dio paso al rock, que me llevó a preguntarme en mi juventud, si debía rendir más homenaje a los rockeros y bluesmen que partían jóvenes, que pleitesía a quien continuaba de pie, con energía para seguir transmitiendo la pasión por la vida. La imagen de belleza trágica que desprende la muerte sorpresiva en la juventud o el dispendio de sabiduría que puede ofrecer una vida plena y longeva.

Mr. B.B. fue ingresado hace pocos días de urgencia, mientras cubría una gira tocando para nosotros y para su alma, para sus amigos del algodón, sus nietos su madre. Se repuso y tuvo tiempo a abrazar a su biznieto, de despedirse de sus cuerdas, del mástil de Lucille.

Ese día escribí: “Tiene 89 años, se cure o no, le queda poco. Y el día que se vaya lo lloraré como si se me hubiese ido un tío favorito, un amigo íntimo, un hermano mayor, mi Buda Be Bop”.

Ese día llegó hoy. Un nutrido rondo de músicos de todas las épocas y procedencias henchidos de gratitud, juntos en el escenario como tú preferías, ya tocan los acordes de “Swing low, sweet chariot” mientras vas subiendo.

Abuelo bonachón y divino, te estarán esperando en el salón celestial de los blues para cantar juntos después de tus punteos introductorios: “The Thrill is Gone”.

Buen viaje BB todos nos vamos un poco contigo.
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2 thoughts on “Adiós B.B. King

  • Un irrepetible: Le puso lentejuelas y glamour al dolor y la llaga que John Lee Hooker trajo de las plantaciones. Y lo hizo con fecunda gracia.

  • Estimado Isidro: no le digo la fraternidad genética entre la música cubana y el blues de los Deltas. Propón a uno de tus amigos músicos que improvisen el popular “Chan-Chan” con un órgano o sintetizador “Hammond”. La sorpresa es pronósticos!

    De antemano recibo y aprecio tu agradecimiento.

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