“A Mi Manera” pegó duro en Cuba como en muchos países

Por Vicente Morín Aguado

La joven francesa en La Voz

HAVANA TIMES – Una joven francesa viviendo en Marbella canta magistralmente Comme d’ habitude, en la edición anual de La Voz de España (1968), una competición al estilo del Got Talent, pero centrada en cantores sin reconocimiento relevante en el mundo artístico. My Way, A mi manera en español, son versiones del texto francés que tiene su peculiar repercusión en Cuba.

Bajo la firma de su creador Claude François, la canción alcanzó notable popularidad en Francia, de igual forma triunfó en el mundo anglosajón, primero por el pegajoso decir melódico del canadiense Paul Anka y casi al unísono la inmortalizó, extendiendo sus notas por el mundo el rey de los llamados crooners, La Voz por excelencia, Frank Sinatra.

Eran los años sesenta, la cultura cubana sobrevivía a duras penas ahogada por una mordaza que consideraba peligrosa contaminación la ola musical con The Beatles a la cabeza, fulminando bajo feroces represalias toda posesión o escucha de grabaciones extranjeras, especialmente anglosajonas.

El “razonamiento” acompañante de tal proceder impuesto por el totalitarismo en formación fue resumido así por el músico cubano-americano Pablo Menéndez: Los anglosajones constituyen un imperio capitalista enemigo del socialismo. Los músicos anglosajones hablan inglés y usan melenas. Por tanto, la música de los anglosajones melenudos es enemiga del socialismo.

Pero la absurda cortina de hierro comunista tenía sus fisuras, uno de los agentes que consiguió cruzarla fue Paul Anka, convertido en muy popular entre los cubanos.

 A falta de Beatles, Rolling Stones y demás representantes del enemigo imperialista, soportaron al canadiense, vaya usted a saber si era del gusto personal de algún jerarca encargado de la cultura en aquellos años sesenta. Los temas del longevo cantante y compositor canadiense se entronizaron en las fiestas de quince años, obligada celebración de cualquier familia cuando una muchacha del núcleo hogareño arribaba a la edad indicada.

My Way, por supuesto, no faltó a la cita, reforzando su inusitada difusión hubo versiones en español, menos reprimidas, entre otras, por Los Cinco Latinos. Aquellas canciones sabían a gloria en un país casi aislado del mundo exterior, viviendo limitaciones de todo tipo. Recuerdo que los jóvenes íbamos a las fiestas con el uniforme escolar ligeramente transformado, sobre todo, las botas, cuyas suelas y tacones eran cercenados al límite de la suela, convertidos en “tacones Hollywood”, al decir del momento.

Muchos artistas marcharon a los campos de reeducación llamados Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), otros no resistieron tanta discriminación, terminando en el exilio.

Paul Anka, The Beatles y hasta Tom Jones persistieron, más o menos escondidos o discretamente permitidos por el ojo del Gran Hermano, que de vez en cuando se hacía de la vista gorda. Finalmente escuchamos en la radio Let it Be, lo anterior del cuarteto inglés nos llegó en onda retro.

En cuanto al inmenso Frank Sinatra, sus huellas en Cuba databan de 1946, siendo ya famoso por su decir melódico de esmerada dicción, casi cantando al oído. Sinatra fue el invitado especial al espectáculo de fin de año del Hotel Nacional de Cuba. El ítalo-norteamericano era admirado por los capos de la mafia y su presencia en La Habana desvió la atención pública sobre la segunda reunión del siglo de los capos di tutti capi, con Lucky Luciano de líder, celebrada en el emblemático hotel.

LP de Frank Sinatra

Sinatra siempre negó aquella su primera presencia en la instalación, amparado en no haberse registrado oficialmente en el hotel, pero volvería al año siguiente y después dos veces en 1951, la última recién casado con Ava Gardner.

Nunca ha sido posible tapar el sol con un dedo, Sinatra terminó reconocido en Cuba, al igual que John Lennon, sentado en un parque de La Habana, es hoy objeto de fotografías diarias por parte de turistas y nacionales.

Tal vez sea porque los comunistas que nos gastamos aquí, emulando con los líderes de las congregaciones religiosas milenarias, aceptan hasta la música de las bulliciosas bocinas portátiles de moda, con tal de no perder feligreses que les aplaudan.

Son pocos los que pueden decir con el orgullo desbordado de Claude François, Paul Anka, Frank Sinatra, y hasta el rey obsesivo de las versiones musicales, Julio Iglesias “And now, as tears subside, I find it all so amusing(Y, ahora que cesan las lágrimas, encuentro todo tan divertido)

To think, I did all that, and may I say, not in a shy way” (Pensar que yo hice todo eso y, permítanme decirlo, sin timidez)

Oh no, oh no not me, I did it my way(Oh no, oh no yo no, yo lo hice a mi manera)
—–
NOTA: En los años “50” Fernando Pruna Bertot, escritor y amigo a quien debo parte de lo aquí escrito, pagaba de 4 a 6 pesos, igual a dólares, por un LP de Frank Sinatra. Una botella de Coca Cola valía cinco centavos.

Vicente Morín Aguado:  Mardeleva287@gmail.com

 

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