Otras empresas, el mismo desafío

HAVANA TIMES – Tengo una persona muy allegada que quiere empezar a trabajar. Se ha jubilado, pero como en la mayoria de estos casos, no le alcanza el dinero hasta final de mes. Así que ha decidido volverse a contratar. Tarea nada fácil tampoco, porque muchos de estos salarios confrontados solamente con el precio de la comida, son risibles. Además que no deja de requerir ese grado de responsabilidad otra vez sobre sus hombros.
Es contadora, con más de treinta años de servicio en la empresa de calzado en Holguín. Y ya ha escuchado algunas propuestas de trabajo, principalmente de las MIPYME (Micro, pequeñas y medianas empresas) que son las empresas que posiblemente mejor pagan en estos momentos en Cuba.
¡Que bueno!, le dije cuando me lo comentaba. Pero no voy aceptar, me dijo. Ah, ¿no?, reaccioné, y ¿por qué no? Dicen que son lo mejor. Porque me ha llegado por varias vías que tienen dos libros de contabilidad a la vez. ¿Te imaginas? El real para ellos trabajar internamente, y el otro que muestran al Estado cuando llegan las auditorías, me responde, y yo francamente justo después de mi jubilación no puedo encontrarme entre tanta maraña.
No puede ser, le dije. Sigue el fraude en primer lugar. Antes, cuando no se permitían negocios particulares, en todas las empresas estatales la corrupción no dejó de inventar números e informes. Ahora en esta otra etapa con los particulares, posiblemente sea peor, le compartí.
Es como si en este país con esa obsesión por parte del Partido Comunista, máximo aparato dirigente, de alcanzar el control absoluto, le impidiera al resto hacer algo correctamente. O se pudiera pensar también en la otra opinión del asunto, que sistemas totalitarios como este necesitan realmente la corrupción para sustentarse, porque mecanismos en sí mismo le fuera inviable generar ciertos órdenes como el económico por ejemplo, o crear ciertas responsabilidades sociales.
Aunque sea declarada y repetida hasta el cansancio, a nivel de discurso, la idea socialista de que es prioridad el bienestar común y que en todo lo que se trabaja es para el beneficio de todas y de todos. No se palpa así en el día a día. Hasta el punto que no concebimos una realidad en que estén más divorciados el discurso de la práctica cotidiana que de lo que se encuentra en esta Isla de Cuba.
Y es muy fácil percibir este abismo entre ambos. Desde la experiencia de encontrarnos con el presidente frente a las cámaras diciendo que somos un pueblo optimista y esperanzados, a la vez que la emigración no para de crecer, lo que no avala la voz presidencial. Hasta encontrarnos esa misma corrupción en todos los niveles, imponiendo un empobrecimiento dentro de la población cada vez más agresivo, e inevitable. Acompañado todo esto de una falta total de confianza en las decisiones gubernamentales, por tan desacertadas que han sido en los últimos cuatro años.
No obstante, por esta misma crisis tan aguda que atravesamos como pueblo, espero que se llegue a ese límite donde se obligue al Estado cubano a asumir cambios sustanciales. Estoy hablando en todas los aspectos que constituyen a una nación. Desde el legal, económico, administrativo. Porque si de algo estamos todas y todos seguras es que esta situación al límite que resistimos es impensable que pueda prolongarse por mucho más tiempo.
Hola Lien, el asunto de la doble contabilidad existe en todo el mundo desde que aparecieron los impuestos. Hasta se se venden softwares de contabilidad adaptados para tal fin, puede buscar en internet «software de doble contabilidad» para que vea la magnitud de su uso. Por supuesto, son ilegales.