Más sobre el caso del almacén “China Import” de La Habana

China Import cuando estaba abierto.

HAVANA TIMES – Salieron ya las primeras conclusiones del repentino cierre de la tienda china que vendía al por mayor en La Habana, y se confirman nuestras peores sospechas.

Tal como decíamos en un comentario anterior, lo ocurrido no fue fruto de la improvisación, sino que implica un entramado mucho más oscuro y donde la corrupción parece estar detrás de todo.

El Gobierno provincial de la capital hizo públicas las primeras investigaciones, y quedó descartada la hipótesis inicial del desfalco en los almacenes, razón que se esgrimió al principio para justificar la auditoria que impedía seguir brindando servicios como lo hicieron por alrededor de un mes.

Ya señalamos en el artículo anterior que era muy sospechoso que se hubiera retirado inmediatamente toda la publicidad del lugar, porque cuando una empresa se somete a una inspección como esa no se hace algo así hasta que se llegue al fondo del asunto.

El mismo jueves en que se puso el cartel de “cerrado hasta nuevo aviso” ya no se veían las promociones de los productos en la entrada de la tienda, sino el añejo emblema de Suchel Debon, el antiguo nombre de la fábrica de jabones que funcionaba antes.

Evidentemente, lo de “China Import” tiene toda la pinta de ser un adiós para siempre.

Recordemos que en el lugar se pagaba al cambio fluctuante sobre los 320 pesos por un dólar y tras el revuelo causado luego de la difusión de videos en redes sociales y reportes de la prensa independiente fue que las autoridades tomaron cartas en el asunto.

De acuerdo con la nota oficial, la clausura decretada el pasado 23 de agosto obedece a varias violaciones de procedimientos, que incluyen “venta de mercancías en dólares, productos a la venta sin precios visibles, no habilitación de las pasarelas de pago electrónico establecidas, contratación ilegal de fuerza de trabajo y participación como trabajadores de ciudadanos extranjeros, incumpliendo las condiciones de estancia en el territorio nacional”.

La investigación también arrojó el uso de cuentas bancarias personales para el manejo del dinero del negocio, lo que podría sugerir un esquema de evasión fiscal a gran escala.

Sin embargo, eso de quejas de la población no se lo cree nadie, porque la población era la principal beneficiada al acceder a productos que, incluso con las políticas bastante particulares de la tienda, les salían más baratos que en otros lugares.

Seguimos pensando que el reclamo partió fundamentalmente de dueños de Medianas y Pequeñas Empresas (MiPyMes), y en particular por algún pariente o descendiente de dirigente, por la premura con la que se dio todo.

Es normal que en su condición de empresario también se cuestionara sobre todo esa forma de pago al cambio informal o la recepción directa de moneda dura, que no le está permitido al resto de los comercios, pero la celeridad con la que se programó esa auditoria pudiera indicar el choque directo con los intereses de algún “cabezón”, como se le dice en Cuba a los dirigentes o sus familiares.

Lo de los precios no visibles debe ser en algunos productos determinados, porque en los videos que circularon en redes sociales se podían apreciar, y tampoco es un problema que no tengan otras MiPyMes.

Las pasarelas de pago electrónico sí estaban habilitadas, pero como todo en este país, no funcionaban adecuadamente. De hecho, cuando abrió el comercio se estaban empleando con normalidad, pero cuando los dueños se enfrentaron a las dificultades para extraer efectivo en los bancos decidieron prescindir de ellas, aunque siempre dijeron que se trataba de algo coyuntural.

Además, supuestamente esta operación contó con la aprobación del Ministerio de Comercio Interior y el de Finanzas y Precios, y es muy probable que próximamente salgan a la luz los nombres de los responsables (la nota dice: “se están tomando medidas para depurar responsabilidades y aplicar las sanciones correspondientes”), si no es que se le quiere echar tierra al asunto para no matar de un golpe la supuesta flexibilización de las políticas económicas.

En su momento indicamos además que no era un caso local o aislado, sino el reflejo de la manera en la que caóticamente funcionan las cosas en este país, pero no abundamos en eso, y ahora sí queremos recordar lo sucedido en la fábrica de asfalto ubicada al borde de la Autopista Nacional en el municipio de San José de Las Lajas, a unos 25 kilómetros de La Habana.

Al igual que en este caso hay un chino por el medio, pero si el de la polémica tienda ubicada en la intersección de las calles Manglar y Oquendo, del municipio capitalino de Cerro, y pertenece a la cadena china Nihao53, posiblemente tenía conocimiento de lo que estaba ocurriendo, este otro fue embaucado literalmente.

Sucede que lo convencieron para que invirtiera en la fábrica, pero el empresario solo vino a Cuba para echarle un vistazo al lugar, un espacio bastante reducido, pero suficiente como para la producción que de él se espera.

Regresó a su país y luego se le enviaron fotos y videos de las canteras de donde se extraería la materia prima, pero nunca le dijeron que estaban en Cienfuegos, a más de 200 kilómetros de distancia. Lógicamente, esta lejanía encarece mucho cada producción, y luego de echar sus cuentas el chino, cuyo nombre nunca se hizo público, dio marcha atrás, pero ya había invertido una buena suma de dinero en la remodelación de la fábrica.

El resultado final, como es de esperar, es que la vetusta instalación sigue aportando niveles mínimos de asfalto, porque la inversión nunca se completó.

Repetimos, quizás este de “China Import” no es del todo inocente, pero el otro sí, y en cualquiera de los dos casos, son ejemplos de falta de seriedad a la hora de tratar con inversores extranjeros, algo que pide a gritos la economía cubana para poder sobrevivir en medio de la permanente crisis. Pero simplemente, así no se hacen los negocios. Seguiremos esperando por el desenlace final de esta historia, que puede traer todavía algunas sorpresas, y alguna cabeza importante rodará seguramente.

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