Los apagones impredecibles
Por Eduardo N. Cordoví Hernández
HAVANA TIMES – En Cuba los apagones son como en las matemáticas el número (π), una constante.
Los apagones –así llamamos, cariñosa y ya familiarmente, a los cortes del fluido eléctrico– son práctica habitual en cualquier ciudad moderna por razones de mantenimiento de las líneas. Algo programado con tiempo y avisado a los usuarios de las zonas que se verán afectadas. Ocurren también por reparaciones debido a accidentes en las vías públicas o por embates de fenómenos meteorológicos u otras circunstancias a saber. Estos últimos son más urgentes y, por tanto, afectaciones que demoran más. En Cuba también ocurren de forma programada; pero igual la energía eléctrica se corta por otras razones que los vuelven repetitivos, extensos…
Lo de la programación es bastante musical. Puede ser que en tal fecha y tal horario nos toque apagón y, llegado el momento, no ocurre. Y, aunque uno hizo todo más temprano teniendo en cuenta que no tendría luz eléctrica a la noche, uno se alegra porque al menos pasará menos calor y podrá azorar los mosquitos con el ventilador, a lo que llamamos matar dos pájaros de un tiro.
En cuanto a otras razones de cortes de corriente, o bien las plantas eléctricas son tan viejas que salen de servicio con frecuencia por piezas de repuesto difíciles de conseguir o hay problemas con el abastecimiento de petróleo. Pero el asunto de los apagones conlleva un extra que, aunque uno tenga una gran paciencia, a veces –yo mejor diría que muchas veces– llega a límites que, así tenga uno la sangre más fría que un sapo, termina al borde de la exasperación. Y quizás usted sea capaz de admitir cualquier disparate que le cuenten, pero hay situaciones en las que ¡incluso siendo cierto! usted queda seguro de que le están pasando gato por liebre.
Me sucedió hace dos noches, pero ¡ocurre también de día!
Y si ocurre de día y uno se da cuenta, porque el ventilador se detuvo, abrió el refrigerador y lo ve apagado… o, si ocurre de noche porque se quedó a oscuras en un horario en que la mayor parte de las personas todavía está despierta. Igual puede ocurrir de día y no darse cuenta porque está atareado o anda por la calle o está durmiendo la mañana o la tarde porque ya vivió un apagón en horario avanzado de la noche.
Puede parecer película de terror donde quieren acabar con tus nervios poco a poco.
Échese el play.
Nueve de la noche. Tengo un televisor, pero no veo TV. Lo tengo acoplado a mi laptop como pantalla extendida. Consumo mucho tiempo escribiendo, leyendo o viendo películas en ella. Mi laptop ya no tiene batería. Está directa a la corriente. No tengo backup. Me dijeron que esa batería ya no se fabrica. De todas formas, igual que un backup, imposible invertir en tales compras. Son periféricos caros.
Estoy escribiendo un artículo… ¡Puaf! Se fue la luz. Si avisaron, no me enteré. Soy culpable. No estoy al tanto de las noticias.
En fin.
Cinco minutos más tarde ¡Qué alegría! Se restableció la corriente. Enciendo mi máquina. Carga Windows de nuevo. Y, vuelvo a escribir un par de oraciones. Lo más reciente, pues se cerró de forma abrupta sin guardar los cambios. Fui a la cocina a prepararme un cafecito, del bueno, que me habían regalado. Nada de café mezclado con otra cosa. No era tan tarde para café, además no me quita el sueño. Miré mi móvil. Eran las nueve y cuarto… ¡Prácata! Se volvió a ir la luz. Pensé: Ahora sí, por lo menos hasta las doce de la noche no la van a poner. Pero no. Antes de cinco minutos: La luz. ¿Qué te parece? Yo quería terminar mi artículo, pero me temía que fueran a quitarla nuevamente. Así que me tomé el café despacio. Pensé acostarme. No tenía sueño. Faltando veinte para las diez me pareció bien para arriesgarme y encender mi máquina otra vez. Se tomó su tiempo. Cargó Windows. Abrí mi documento de Word para continuar mi trabajo. Y comencé a leer todo desde el inicio para entrar en situación… me pensé un poquillo lo que venía elaborando y cuando me disponía a escribir: ¡Pumbatá! Oscuridad total.
No quiero alargar esto. Entre las nueve y las doce de la noche se fue la luz y volvió ¡siete veces! Parecía una burla.
Una vez duró el apagón media hora y otra, poco más de una. El resto fue como dije cuestión de minutos. Un picotillo. Algo así como una tortura china. Uno agradecería mejor un apagón de tres horas.
No es problema de falso contacto local. Personas de otros municipios me han dicho que la situación les es familiar. Mis vecinos piensan que lo hacen para joder. ¡Como un divertimento! Otros dicen que quienes quitan o ponen la luz son contrarrevolucionarios que quieren que el pueblo termine de soltar los pines ¿Quién va a creer eso? Le oí decir a alguien hace poco que, el mismo Estado, era una máquina de producir desafectos. Nada resulta lógico, pero tampoco lo es cortar la electricidad a plazos. Dicen, además, que es para romper equipos electrodomésticos. El colmo de los colmos.
Alguien muy en serio me dijo: No es asunto de roturas ni falta de combustible, sino otra forma de demostrar quién manda ¡Qué mentalidad!
La gente por hablar dice muchas cosas. También oí decir que iban a filmar una nueva serie de Expedientes X, donde tratarían este enigma. ¿Ve usted lo que le digo? Es que, en última instancia, no hay seriedad para nada.
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Los apagones en Cuba son tan antiguos, entiéndase a partir de 1959, sin citar una fecha exacta, como el hombre de las cavernas. Por supuesto que las generaciones posteriores a los 70’s eran niños y no recordaran este hecho tsn vinculado a la vida de los cubanos de a pie, no los dirigentes panzones con sus prevendas o privilegios de siempre, pero sí el pueblo de generación en generación lo han sufrido, los apagones, y es bueno para la memoria histórica que por décadas han existido, de forma prolongada y continuada.
Muy bueno tu texto, sarcástico y divertido. Da para incluirlo en un relato. Yo si recuerdo apagones en la década del 70, cuando era una niña. Mi madre, mis hermanos y yo, nos poníamos a cantar hasta que pusieran la electricidad. Lo que se avecina por la falta de combustible, refinerías rotas, y desastres no es juego. Se verán horrores. Más de los que tenemos hace años.