La mujer es la que más sufre

Por Irina Pino

HAVANA TIMES – En una sociedad patriarcal, machista, quizás se vea natural que la mujer padezca el doble que el hombre, y su mundo se enrede por no tener el apoyo que merece. Su condición de fémina no la hace débil ante las dificultades, pero la vulnera igualmente.

A diario se nota en las cosas básicas, como carecer de una simple frazada de piso para limpiar la vivienda. Esto es serio, yo misma estoy teniendo problemas, porque no venden este producto con la limosna mensual (pollo, picadillo de pavo, salchichas, y con suerte, detergente y jabones).

No me ha quedado más remedio que usar un pullover viejo para hacer la limpieza del piso. Por lo que demoro en dicha tarea doméstica, y acabo extenuada.

Me pregunto: ¿cómo la están pasando las mujeres y adolescentes con su menstruación? Si las almohadillas sanitarias solo las ofertan en las tiendas en MLC. En el mercado negro están carísimas. Me imagino que tendrán que recurrir a hervir trapos y usarlos para contener la regla.

Hay aspectos que no quiero dejar de mencionar, uno de ellos es la manera en que ha crecido el número de feminicidios últimamente. Las mujeres mueren asesinadas a manos de sus parejas y los culpables huyen, mientras otros son condenados con penas irrisorias, aún cuando el horrendo delito debía condenarse con cadena perpetua. Aunque yo los fusilaría.

Los llamados de atención pasan desapercibidos, las posibles víctimas no cuentan con un refugio para dejar el hogar, y sus vidas están en peligro permanente. Hasta que, sucede lo peor. Entonces los hijos quedan huérfanos, con secuelas de daño psicológico. Una huella que los acompañará y les recordará que un día tuvieron una madre.

Existe la discriminación entre los roles, como algo tácito, por ejemplo, a la mayoría de las mujeres les toca ser cuidadoras, al enfermar un miembro familiar de la tercera edad. Un trabajo agotador, que deteriora física y mentalmente. A veces las personas enfermas sobreviven a las cuidadoras.

Es triste conocer las historias de hermanas, hijas y esposas, cuando tienen que visitar a alguien de su familia que permanece en prisión.  No solo por la distancia (en una cárcel de otra provincia), sino porque deben pagar precios elevados por un transporte para trasladarse. Y eso incluye la comida que le llevan, pues los precios en la calle siguen en aumento.

La situación de las esposas y madres, ante los hijos menores de edad, sus esposos presos, ellas se convierten en el único sostén del hogar.

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