La degradación de una cultura
HAVANA TIMES – Cuba, es cuna de grandes de la música como Ignasio Villa, más conocido como Bola de Nieve, Francisco Repilado (Compay Segundo), así como el Trío Matamoros, Elena Burke, Francisco Céspedes, Omara Portuondo, Chucho Valdés, Polo Motañez, entre muchos otros. Algunos siguen vivos, otros, ya no se encuentran entre nosotros, sin embargo, por la calidad de su música, la letra de las canciones, siguen siendo recordados y escuchados, pero, tristemente, quienes más lo recuerdan cada vez son menos.
No se puede dejar de mencionar a trovadores de la talla de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés (tristemente ya fallecido). Cada uno de ellos ha marcado una época de la música y la cultura cubana, pero…¿qué tipo de música escuchan los jóvenes de la Cuba de hoy?
El Kimiko y el Jordy, Chocolate, El Dray, son algunos de los cantantes (si es que se les puede nombrar así) de quienes están en cada esquina del país, retumbando en las viviendas, molestando a los vecinos que no soportan este tipo de música (si es que puede llamársele así).
Los jóvenes de hoy en día (dígase adolescentes entre 12 y 19 años), que desandan las calles, los ómnibus, en busca de nada, llevan consigo una bocina estridente que emite cualquier tipo de ruido al cual nombran música repartera, es el género que le han asignado, y es que no puede ser diferente, porque es una música nacida, criada y desarrollada en los repartos, o sea, las zonas de más baja cultura.
Las letras que brotan de esas canciones no transmiten nada, más allá de violencia, la posesión del macho por la hembra con palabras obscenas que solo degradan a la mujer.
Sin embargo, vemos a la multitud pueril disfrutando y repitiendo cada palabra de dichas canciones. A los intérpretes ofreciendo conciertos y a los más jóvenes sumergidos en ese tipo de ambiente que conlleva solo al vicio y a la perdición.
¿Por qué estamos en este punto? Habría que revisar a las familias, los centros educacionales donde muchos de los propios maestros consumen ese tipo de música, y también a quienes permiten que ese tipo de música se grabe y distribuya.
Hace mucho tiempo que ya nadie o casi nadie escucha a los grandes de la música, sean cubanos o no. Se ha perdido el sentido de pertenencia cultural y el sentido de la decencia, el buen gusto musical.
Cada quien tiene derecho a escuchar la música que desea y gusta, pero, siempre teniendo en cuenta a quienes le rodean y respetar los decibeles permisibles.
La música que se producía en el siglo pasado y antepasado, patrimonio de nuestra isla, nuestra cultura que nos representa, tal parece que ha quedado en el olvido. Espero que algún día podamos volver a sentirnos orgullosos de lo que un día fuimos.